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Con ganas de que el Río de la Plata se angoste para cruzarlo en un solo tranco, así recibieron la noticia de la media sanción que consiguió en Uruguay la ley sobre aborto libre muchas de las integrantes del movimiento de mujeres en Buenos Aires. “Uruguay se afirma como el Estado laico y democrático que es”, celebró Martha Rosemberg, psicoanalista y presidenta del Foro de Derechos Reproductivos. “Esto es un ejemplo de lo que se puede conseguir cuando los legisladores están comprometidos con el bien común”, agrega Zulema Palma, médica ginecóloga, feminista e integrante del grupo de Mujeres del Oeste. El proyecto de ley que ahora deberá atravesar la prueba de fuego del Senado es interpretado desde estas costas como una señal luminosa: hacia allá es necesario encaminar los pasos. “Parece una tarea imposible –dice Analía Kornblit, investigadora del Conicet en el Instituto Gino Germani–, pero es la tarea. Se sortearon las fuertes presiones de la Iglesia, eso es auspicioso. Todas las noticias en ese sentido son para festejar.”
Es en la fortaleza del movimiento feminista donde las mujeres consultadas ponen la clave de esta media sanción, lograda a pesar de la decisión orgánica en contra de los partidos políticos. “Las mujeres feministas uruguayas hace tiempo que vienen trabajando en la capacitación de legisladores en temas de género, y esa labor se ve en estos hechos”, asegura Zulema Palma, que exhibe cifras para cerrar cualquier discusión: “En nuestro país mueren entre una y dos mujeres por día en abortos clandestinos, cuando eso sucede, el único dilema moral es hacer lo posible para salvar la vida de esas mujeres. Las leyes represivas del derecho al aborto no sólo producen muertes, ni siquiera evitan que se practique”. En nuestro país, cada mil abortos practicados muere una mujer; en estados donde la interrupción voluntaria del embarazo es legal, las estadísticas se reducen a una muerte cada cien mil intervenciones.
“Si hubo consenso entre los legisladores para aprobar la ley en la cámara baja fue porque este proyecto que surgió del movimiento feminista uruguayo se consensuó y se articuló desde abajo y con otros movimientos sociales”, opina Marcela Rodríguez, diputada por el ARI y reconocida feminista. “Esto es lo que hay que valorar y lo que hay que aprender si queremos que esta medida tenga alguna repercusión concreta en nuestro país”. Todas las mujeres consultadas conocían el proyecto, la red de mails funcionó durante todo el año, denunciando las persecuciones y presiones. Por eso ahora todas festejan, más allá de los temores que genera el tratamiento de la ley en el Senado. “Frente a la avanzada conservadora global, un país latinoamericano sigue afianzando su democracia respetando el pleno derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos –concluye Rosemberg–; ahora es deseable que esto estimule el debate en nuestro país y en el resto de Latinoamérica.”