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El hombre de boina miró al cielo, aliviado. “Parece que al final no se pudre el clima”, celebró. El hombre se llamaba José y su entrada en Plaza Lavalle fue recibida no con truenos sino por dos bombas de estruendo que estallaron cerca del escenario. “¡Qué lío, cuánta gente!”, dijo. Junto a José, una variopinta multitud se dio cita frente al Palacio de Tribunales para reclamar la aplicación plena de la ley de medios audiovisuales. Era un verdadero caos festivo que se desplegaba por varias cuadras y en el que cada cual llevaba su cartelito, bandera o reclamo puntual.

“Venimos a hacer fuerza para que la ley cobre vigencia cuanto antes”, sostuvo Agustina, una joven integrante de la ONG Proyecto Comunidad. “Gestionamos una radio comunitaria en el sur de Capital y la ley es muy importante para nosotros”, agregó la chica, bandera argentina en mano, que se acercó junto a tres amigas. A unos metros de distancia, un numeroso grupo de militantes del Movimiento Evita escuchaba los primeros discursos de la tarde. Todos se alegraban de que la lluvia no les haya arruinado el acto.

Numerosos volantes desperdigados por la plaza les apuntaban al “poder económico corporativo” de determinados medios y a su “poder de presión” para obstaculizar la flamante norma de radiodifusión. Otros afiches proponían la disyuntiva: “Kirchner o Magnetto”. Una lectura parecida proponía Rubén, un consultor de 53 años que pidió mirar la ley de medios “en términos de las reformas estructurales que se vinieron haciendo en el país en los últimos años”. “Avanzar sobre los monopolios también es democratizar. Es importante crear nuevas condiciones”, se entusiasmó el hombre, quien aclaró que no formaba parte “de ninguna movida particular”.

Gustavo y Gabriela, una pareja de empleados porteños, también se reconoció como parte de los apoyos extrapartidarios. “No somos de ninguna agrupación. Venimos a hacer número para que se dejen de joder con este tema de estar metiendo trabas”, aseguró Gustavo, que escuchó a los oradores lejos de la multitud que rodeaba el Palacio de Tribunales. “Desde Alfonsín que se vienen discutiendo distintos proyectos de ley. Nosotros tomamos conciencia a partir de éste, y ahora que fue aprobado hay que aplicarlo”, agregó. En el escenario continuaban los discursos.

“Queremos que la aplicación de la ley sea igual para todos”, dijo por su parte Aníbal Ferrante. Como presidente de Armicobo, una asociación de medios comunitarios, Ferrante pidió terminar con “esos artilugios de aquellos que concentran el 80 por ciento de los medios en cuatro o cinco manos. Queremos ley para que los medios de localidades del interior o de la provincia también tengamos una voz”, expresó.

Mientras caía la noche, unos jóvenes de la TV comunitaria de Pergamino se fotografiaban con el público de fondo. Más atrás pasaban unas chicas envueltas en banderas de Cositmecos (el sindicato de trabajadores de los medios) y un hombre de traje cantaba el Himno Nacional haciendo la “v” de la victoria. Numerosos seguidores del programa 6 7 8 –como Estela, que vino desde La Lucila y Matilde, desde Flores– se acercaban a contar por qué estaban ahí.

Sobre la calle Libertad, la Juventud Peronista había improvisado un miniescenario. Allí, algunos de sus miembros montaron una puesta en escena que satirizaba a las figuras de la oposición. La precaria obra de teatro mostraba a un Mauricio Macri vestido de preso y a Lilita Carrió “llorando por el monopolio Clarín”.

Pero quizás la exponente más colorida de la jornada fue Elena. Con 67 años a cuestas y una remera con la leyenda “El amor construye, el odio destruye”, la mujer caminaba de un lado a otro de la plaza, sin rumbo fijo. Se la veía cansada pero sonriente. “Me encanta ver a tanta gente joven –dijo–. Puede que no llegue a ver todos los efectos de la ley de medios, pero siento que peleando por ella tengo algo que dejarles a mis nietos”, aseguró.

Informe: Federico Poore.