EL PAíS
Un represor en capilla
El ex represor y agente de inteligencia, Héctor Vergés, corría anoche riesgo de quedar detenido. Varios defensores que actúan en el juicio oral por el caso AMIA pidieron que se lo aprese por falso testimonio y, al cierre de esta edición, el Tribunal evaluaba tomar una decisión. Vergés reconoció que, en nombre de la SIDE, negoció con el principal imputado, Carlos Telleldín, y también con el otrora poderoso comisario Juan José Ribelli. Sin embargo, a la mitad de las preguntas contestó con un “no me acuerdo”. Por ejemplo, le preguntaron si había cobrado en la SIDE por hacer esas gestiones y dijo que sí, pero que no se acordaba cuánto. En su momento, Página/12 reveló que Vergés concurrió a la cárcel de Devoto y le ofreció a Telleldín un millón de dólares para que identificara a un grupo de libaneses de la Triple Frontera como las personas a las que les había entregado la camioneta Trafic que después estalló en la AMIA. A raíz de la denuncia de este diario, Vergés fue inmediatamente desplazado y no se le permitió entrar más a Villa Devoto.
Ayer el ex represor del campo de concentración de La Perla, en Córdoba, admitió que negoció con Telleldín pero que no le ofreció dinero sino que quiso convencerlo de que colabore con la pesquisa y que eso lo iba a beneficiar. También mencionó una visita a Ribelli. Sin embargo, cuando se le pidieron detalles de su accionar, repitió invariablemente la respuesta: “no me acuerdo”.