EL PAíS › OPINAN CASTIGLIONI, PORTANTIERO Y HORACIO GONZALEZ

Las zonas erróneas de la reforma

Dicen que el diablo está en los detalles. El presidente Eduardo Duhalde anunció los títulos de la reforma política, pero no abundó sobre las implicancias de cada una de las modificaciones. Los politólogos Juan Carlos Portantiero y Franco Castiglioni y el sociólogo Horacio González advirtieron sobre los peligros y las dudas de algunos puntos.
Franco Castiglioni, politólogo, coordinador del proyecto de reforma política durante la gestión de Carlos “Chacho” Alvarez: “El ministro del Interior. Rodolfo Gabrielli, dijo que está satisfecho porque ‘ésta es una propuesta concreta, no anduvimos con teorías’. Creer que la teoría es mala es un error. Mi sensación es que hicieron la reforma hecha al tun tun. Ejemplo: quieren que algunos concejales no cobren. Cuando uno escucha decir que esos cargos los van a ocupar los ‘verdaderos’ militantes, ¿van a ser los militantes rentados? ¿serán los que buscan hacer negocios? Eso es pura y gravísima demagogia. Otro de los puntos pretende introducir el sistema de tachas, que existió en Tierra del Fuego. En esa oportunidad, la gente tachó a los candidatos conocidos. Así se desbloquea el acceso de los desconocidos a los cargos, pero éstos deberán hacerse conocer. También quedan dudas respecto del tema de los independientes. Una cosa es permitir que haya un cupo de apartidarios en las listas de los partidos ya formados –lo cual me haría reír: los conseguirían en dos minutos– y otra muy distinta que faciliten a los independientes la formación de sus propias listas. Respecto de la reducción del número de diputados, hay que decir que así se reduce también la representación de los partidos chicos. Mi pregunta es: ¿por qué no reducen el número de asesores de cada uno?
Horacio González, sociólogo: “A partir de evidencias innegables, en especial la conversión de la política es una maquinaria sigilosa de facilitación y reproducción de negocios, estamos ante un sentimiento generalizado sobre la necesidad de una reforma de las instituciones representativas surgidas del voto popular. Esta reforma debería ser en sí misma un acto de fundación política surgida de los propios medios de discusión social y colectiva. De lo contrario, se expone a tener un rostro meramente contable y aritmético, basado en organizaciones trazadas por expertos en tecnoadministración con mentalidad privatista. La actual reforma está concebida a partir de la hipótesis de atomización del voto, la privatización de la vocación por los asuntos públicos al ponerse en cuestión la dieta (conquista de las revoluciones democráticas modernas) y la suposición de que las cámaras representativas son ajenas a las corrientes de opinión. En el afán de eliminar las listas sábana, pueden convertir la política en un escueto pañuelito atado al cuello”.
Juan Carlos Portantiero, sociólogo: “La línea general de la reforma política es correcta en un aspecto limitado: se hace hincapié en el costo de la política y no en la calidad. Uno puede tener una política muy barata y pésima. La cuestión es mejorar la calidad del sistema y no sólo ocuparse de cuánto cuesta un diputado. Se impone impulsar reformas más profundas, no sólo desde las instituciones, sino desde los mismos partidos. Respecto del sistema electoral, es muy difícil abrir una discusión. Se ha demonizado la lista sábana, que es un sistema de representación proporcional y tiene la particularidad de ampliar el espectro de representación de los partidos chicos. Creo que hay que abrir un debate serio que no puede ser resuelto con consignas facilistas”.

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