EL PAíS › UNA ANECDOTA SOBRE EL AUTISMO DEL PODER
El Supremo y la Copa Davis
Por Mario Wainfeld
José Luis Manzano le dio duro al celular. Del otro lado, un ministro. “Hay que reforzarle la custodia a la Corte”, apuró el “Chupete”, “si les pasa algo nos los facturan a nosotros”. “Nosotros” quiere decir el Gobierno al que Manzano se ofrece como consejero político y articulador free lance. La custodia se reforzó.
u Eduardo Moliné O’Connor atendió el celular. Del otro lado, un ministro para preguntarle si la custodia le conformaba. El Supremo estalló en cólera. Lanzó rayos y centellas, acusó al Gobierno de azuzar gente en su contra. Se quejó amargamente de haber recibido amenazas anónimas, le sugerían que –hombre del tenis como es– no fuera a ver la copa Davis. El pariente de Hugo Anzorreguy rezongaba a los gritos contra la SIDE a la que atribuía el apriete.
u Moliné volvió a atender el celular. Eran los organizadores de los partidos. Le pedían, por favor, que no fuera para evitar un escándalo.
Ahí el hombre debió entender que no son manos negras los que lo persiguen sino una descalificación pública que lo obliga a una suerte de clandestinidad, aun en los ámbitos donde juega de local.
Pero no ilusione lector: seguro no entendió. Conspirativos, paranoicos, los hombres del poder son capaces de atribuir sus deméritos a cien causas o demiurgos. Casi nunca a registrar que, sin más, están cosechando los ácimos frutos de su propia siembra.