EL PAíS
La cruel verdad
En 2000, el Demócrata Al Gore ganó por medio millón de votos la elección popular de los Estados Unidos, pero perdió en el Colegio Electoral. George W. Bush ganó los electores de Florida por 500 votos y con ellos la presidencia. Michael Moore, director de la película Bowling for Columbine, que ganó el Oscar al mejor documental, escribió también el libro Stupid White Men, cabeza de la lista de best sellers del New York Times. Allí afirma que Bush llegó al cargo mediante un escandaloso fraude y lo llama Comandante en Jefe de los Ladrones y un Okupa en el Despacho Oval.
El gobernador de Florida, Jeb Bush, y su secretaria de Estado a cargo de las elecciones, Katherine Harris, quien al mismo tiempo era jefa de campaña de George W. Bush, excluyeron del padrón a todos los ex convictos por delitos, lo cual equivalía al 31 por ciento de los hombres negros de Florida (que son en un 90 por ciento Demócratas). De paso “también excluyeron a miles de ciudadanos negros que nunca habían cometido un delito en su vida, y a miles de votantes perfectamente habilitados, que sólo habían cometido infracciones menores. De ese modo, fueron eliminados en forma permanente del padrón 173.000 votantes registrados”. Otro estado suministró una lista de otros 8000 ex convictos que después del delito se habrían mudado a Florida. Una vez que fueron excluidos del padrón se estableció que, o habían cumplido su condena y gozaban de todos sus derechos civiles y electorales, o sólo habían cometido infracciones, por mal estacionamiento o arrojar basura a la calle. “¿Qué estado ayudó a Jeb y George al enviar esta lista trucha a Florida?” pregunta Moore. “Texas”, se responde, es decir el Estado que gobernaba George W.
Aun así, el escrutinio en Florida iba cabeza a cabeza. “Hasta que el jefe de redacción del canal de noticias Fox decidió anunciar que Bush había ganado. Associated Press insistió en que la diferencia era muy estrecha como para pronunciarse, y declinó seguir los pasos de Fox. Lasotras cadenas no hicieron lo mismo. Corrieron como lemmings detrás de la proclamación de Fox, temerosos de ser vistos como lentos o fuera de onda, aunque sus propios periodistas en el terreno insistían que era prematuro adjudicar la victoria.” El jefe de redacción de Fox era John Ellis. “¿Y quién es John Ellis? Un primo hermano de George W. y Jeb Bush. Ya no hubo vuelta atrás. Y nada fue más devastador psicológicamente para las chances de Gore, que la súbita percepción de que él era el perdedor tramposo que pedía un nuevo escrutinio. La verdad es que a lo largo de todo este proceso, Gore en realidad iba en ventaja –tenía más votos– pero los medios nunca lo presentaron así”, sigue Moore.
Más temprano, las cadenas de televisión habían hecho una correcta proyección electoral de Florida que daba como ganador a Gore. “Corte y las cámaras pasan a una habitación de hotel en Texas, en la que estaba George W. con su padre, el ex presidente, y su madre, Barbara. El viejo parecía frío como un pepino. Un periodista le preguntó al joven Bush qué pensaba del resultado. ‘No estoy reconociendo ninguna nada en Florida’, dijo, coherente a medias. ‘Las cadenas de televisión se pronunciaron muy temprano y quienes están contando los votos tienen una perspectiva diferente, de modo que’. Fue un extraño momento en la loca cobertura de esa noche. Los Bush, con sus sonrisas relajadas, parecían una familia de gatos que acaban de engullirse un montón de canarios, como si supieran algo que nosotros ignorábamos. Y sabían.”
“Sabían que Jeb y Katherine habían hecho su trabajo meses antes. Sabían que el primo John defendía la ciudadela en la central de noticias de Fox. Y que si todo eso fallaba, siempre quedaba ese equipo con el que Papi podía contar: la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos.”