Domingo, 25 de noviembre de 2012 | Hoy
Los vuelos de la muerte llegan a juicio. Si bien hubo condenas por víctimas como Floreal Avellaneda o el grupo de la Santa Cruz, cuyos cuerpos aparecieron en costas rioplatenses, nunca antes se juzgó en el país a pilotos o tripulantes por participar específicamente en los vuelos. El caso que más expectativas despierta en la prensa internacional es el de Julio Alberto Poch, quien confesó sus crímenes ante colegas de la aerolínea holandesa Transavia, que lo denunciaron en los pagos de la princesa Zorreguieta. A partir de la investigación del Reino de los Países Bajos, Poch fue detenido en España y extraditado. El capitán Emir Sisul Hess relató ante allegados que los secuestrados adormecidos “caían como hormiguitas”. La investigación que confirmó sus dichos concluyó en 2005 y se desarchivó en 2009, cuando Página/12 publicó su historia. El suboficial naval y mecánico Rubén Ricardo Ormello relató su actuación en los vuelos en los años ’80 ante compañeros de trabajo. Los ex prefectos Enrique De Saint George, Mario Arru y Alejandro D’Agostino fueron identificados a partir de una investigación de la Procuración General de la Nación como tripulantes del vuelo en el que fueron ejecutadas las monjas Alice Domon y Léonie Duquet, las fundadoras de Madres y el grupo de la Santa Cruz. Según la planilla, el Skyvan PA-51 de Prefectura despegó de aeroparque el 14 de diciembre de 1977 a las 21.30, dos horas después del montaje ideado por el Tigre Acosta para inmortalizar a las monjas francesas con una bandera de Montoneros. El avión voló tres horas y diez minutos y regresó sin escalas al punto de partida. Seis días después aparecieron los restos de Duquet.
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