EL PAíS

Parole, parole, parole

 Por Horacio Verbitsky

Sergio Massa presentó sus proyectos de ley, nacionales y provinciales, dirigidos según él a combatir la inseguridad. Lo que sigue es un somero análisis de su contenido y su forma, comenzando por los tres proyectos nacionales:

Aumento de penas por tráfico y comercialización de estupefacientes. Sin ahorro de retórica, sostiene que la droga es veneno y mata y que hay que mandar mensajes fuertes a las organizaciones de narcotraficantes. Propone prisión perpetua para quien organice o financie actividades ilícitas referidas al narcotráfico y equipara a la pena del homicidio simple la de los partícipes en una organización destinada al narcotráfico. Pero nada dice sobre el mejoramiento de las estructuras de investigación criminal e inteligencia, que podrían darle algún sentido. La ilusión penal se disipa cuando se verifica la ineficacia para identificar y apresar a quienes se desea punir. Hace no menos de dos siglos está claro que no es la magnitud de la pena sino la certeza de su aplicación lo que puede disuadir al delincuente. En el caso de organizaciones complejas y milmillonarias, la pena que se amenace es irrelevante. Recibido el fuerte mensaje, esas organizaciones deben estar riéndose a carcajadas.

Imprescriptibilidad del homicidio agravado. Tanto el candidato radical Ricardo Gil Lavedra como el del Peornismo Opositor Francisco De Narváez señalaron que esto contradice los estándares internacionales obligatorios para la Argentina, ya que los únicos crímenes imprescriptibles son los de lesa humanidad y las graves violaciones a los derechos humanos. 

Aumento de penas vinculadas al abuso sexual agravado por el vínculo. Equiparar la pena por este delito a la del homicidio agravado, de reclusión o prisión perpetua, es un disparate que la nube de lugares comunes con que Massa lo fundamenta, del tipo “una sociedad muestra su calidad humana en el trato que les dé a sus menores y abuelos”, no alcanza a disimular.

Vigilancia electrónica. Al extender a todos los municipios la obligatoriedad del sistema electrónico de vigilancia, incrementa los negocios de la seguridad, sin ninguna modificación de fondo.

Policías municipales. Es la adhesión del duhaldismo residual que encarna Massa al consenso preexistente sobre la necesaria descentralización de la policía bonaerense, que ya ha recibido impulso en diversos municipios como Morón y Mar del Plata.

Modernización y descentralización judicial. Continúa la descentralización iniciada por la Procuradora Falbo, que sin mejorar los niveles de investigación reforzó los lazos entre intendentes, policías y fiscales, con las consecuencias que se analizan en otras notas de esta página. Sólo tendría sentido en un marco de reforma general del Ministerio Público, el funcionamiento de estructuras especializadas fuertes y la puesta en marcha de una verdadera policía judicial. Massa afirma que la creación en cada municipio de fiscalías descentralizadas en materia de estupefacientes y de violencia familiar y de un juzgado de garantías cada 200.000 habitantes, no representaría mayor gasto público, lo cual califica su seriedad. No dice ni una palabra sobre el acceso a la justicia de los más pobres.

Excarcelaciones. Con una llamativa inconsistencia confunde las leyes de procedimientos y de ejecución penal y para combatir lo que “la sabiduría popular llama puerta giratoria”, propone que antes de decretar una libertad el juez deba escuchar a la víctima en “audiencia privada”, sin control del condenado y soslayando el control de legalidad a cargo del fiscal. En el caso de procesados propone derogar toda alternativa a la prisión preventiva, las morigeraciones, el cese de las morigeraciones y su caducidad. Esta regresión a los estándares de Carlos Rückauf, hace parecer garantista la reforma de Scioli y Casal que la Suprema Corte objetó por inconstitucional.

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