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El bunker de Compromiso para el Cambio volvió a ofrecer todas las comodidades que ya había mostrado en el escrutinio de la primera vuelta. El catering para la prensa e invitados incluía alfajores y tortas para la tarde, junto a unos deliciosos postres de mousse de dulce de leche con merengue, además de gaseosas y café. Para la noche había sandwiches de miga y empanadas, pero como esta vez todo terminó tan temprano, pocos lo disfrutaron. Como en la ocasión anterior, para poder pasar había que identificarse con una pulsera de papel: de acuerdo al color, se podía pasar a diferentes sectores. La sorpresa para algunos políticos como Jorge Vanossi o Jorge Argüello fue que le habían dado las pulseras azules, las mismas que a los periodistas, que sólo permitían acceso al primer nivel. Fueron a protestar y consiguieron una adicional rosada, que les permitía subir al primer piso en donde Mauricio Macri esperaba los resultados. De lo que nadie podía salvarse –cualquiera fuera su pulsera– era de escuchar una y otra vez la insufrible versión de “La bifurcada” que el cantante de Memphis, Adrián Otero, preparó para la campaña macrista.