EL PAíS › EL PRESIDENTE NO MENCIONO A REUTEMANN EN SANTA FE
“No vengo a polemizar con nadie”
Aterrizó en Rafaela en son de paz. Y por eso minimizó la pelea con Carlos Reutemann. Pero entonado por el calor popular, Néstor Kirchner tomó rápidamente temperatura y se pintó la cara. No para castigar al ex gobernador, pese a que desistió de acompañarlo en la jornada, sino a los que lo “apuran de adentro y de afuera” para cumplir con el pago de la totalidad de la deuda.
“Yo no vengo a polemizar con nada ni con nadie. Vengo a abrazarme con el pueblo de Santa Fe, y los hermanos inundados tienen la bendición de todo el pueblo argentino. No nos peleemos porque alguien puso un peso más o un peso menos. Pongamos muchos pesos más para que sean menos los que sufren”, puso aviso Kir-chner en las escalinatas de la municipalidad rafaelina, donde firmó obras para repavimentar rutas provinciales por 52 millones de pesos.
En el Aeropuerto, el gobernador Jorge Obeid ya le había pasado el dato: Reutemann pegaría el faltazo, enojado por el cruce que mantuvo toda la semana con el Gobierno. En la Rosada insisten en que, durante la gestión del Lole, giraron fondos por 500 millones de pesos para ayudar a los inundados. Reutemann redujo esa cifra a 150 millones.
Ante Página/12, Obeid se mostró salomónico: “Tienen razón los dos: lo que llegó en efectivo son 150 millones de pesos, que el resto vino en obras, en auxilio, en planes...” abundó el gobernador.
Las 1500 personas que esperaron a Kirchner frente al edificio municipal –una construcción con parecidos a la Biblioteca Nacional– tampoco tenían demasiadas ganas de polemizar. Además de aplaudir y saludar con gestos y estandartes a Kirchner, expusieron tres banderas reverenciales para el ex piloto de Fórmula Uno. Decían “Gracias Lole, volvé”.
Hubo muy breves momentos de nerviosismo. Por ejemplo, durante los discursos del intendente local, Omar Perotti, y de Obeid, quienes recibieron en respuesta tenues silbidos. Y también cuando Kir-
chner saludó a los miembros del palco, entre ellos a un hermano de Brinzoni, quien integra el segundo cuerpo del Ejército.
Sin corbata, y pelos al viento, el Presidente levantó el tono al hablar de la deuda. “Estoy de acuerdo de que tenemos que integrarnos al mundo, tenemos que ser un país serio y normal. Pero tenemos que pensar cuál es la deuda que tenemos que pagar, y yo no vine a la Casa Rosada para entregar el trabajo argentino como en la década pasada. Yo vine a defender el trabajo argentino”, remarcó. El marco lo daba una bandera de mil pesos que ceñía al edificio municipal.
El discurso siguió con un clásico estilo K. Y si bien esta bien el Presidente no se autorreferenció como Pingüino, el tema estuvo presente gracias a un gesto de Obeid, quien le obsequió al Presidente una jarra de vino con forma de ese fiel exponente del sur argentino.