EL PAíS › NUEVA MARCHA DE REPUDIO FRENTE A LA COMISARIA 31ª

“Volveremos todos los días”

Los platillos se hacían escuchar con fuerza entre caras de llanto y bronca. La murga de Colegiales sonó ayer como un símbolo de protesta en la puerta de la comisaría 31ª, junto con otras 200 personas, para manifestar el repudio a la muerte de Lisandro Barrau, el estudiante asesinado por un policía en Palermo. Amigos y conocidos de Lisandro fueron con velas y antorchas encendidas a la seccional, esta vez totalmente vallada, donde hasta hace dos días trabajaba Matías Tarditi, el agente de la Federal que disparó al joven.
Un grupo de madres de amigos de Lisandro se reunió ayer con el comisario Masimini y el subsecretario de Seguridad, José María Campagnoli, quienes responsabilizaron directamente a Tarditi por la muerte de Lisandro y anunciaron que investigarán a los otros dos policías que se encontraban con el agente en el momento del crimen.
“Aceptaron que el policía es un enajenado, que está preso y que va a ser procesado por homicidio”, aseguró Adriana Lodovec, tras participar de la reunión llevada a cabo en la comisaría de Colegiales. “Lo importante es que lo culparon directamente a Tarditi y que investigarán a los otros dos por inacción, porque ni siquiera llamaron a la ambulancia”, expresó. Lodovec estaba junto a Teresa Guadagno, la madre de Marcelo, el joven que estaba con Lisandro en el momento en que recibió el disparo. “Estoy destrozada”, repetía Teresa, mientras intentaba detener a los amigos de Lisandro, que una vez más no se privaron de tirar huevos en la comisaría y de insultar a los policías que se mantenían dentro de la seccional.
Los familiares de Marcelo y los amigos más cercanos del Teta –como lo llamaban a Lisandro– no querían repetir la escena del último domingo cuando arrojaron huevos, piedras y hasta una bomba molotov que destruyó la puerta de vidrio de ingreso de la comisaría.
“Si no lo hubiese querido matar, hubiese disparado en las ruedas de la moto y no en la nuca”, sostuvo a Página/12 Mónica Tedesco, la hermana de Marcelo. “Estos tipos están todos locos”, manifestó Sebastián, un amigo de la infancia de Lisandro al señalar la comisaría 31ª. Al borde de las lágrimas, Amalia, la tía del joven asesinado, expresó resignada: “No creo que se haga justicia”.
Además de los amigos, a la manifestación asistieron familiares de otros casos de gatillo fácil, como Elvira Torres y Silvia Irigaray, madres de dos de los tres chicos asesinados en una estación de servicio de Floresta o el padre de Sebastián Bordón, asesinado por la policía de Mendoza.
“Vamos a venir todos los días a la comisaría hasta que se haga justicia”, afirmó Martín Gómez, un amigo de Lisandro, apostado en la puerta de la seccional, rodeado de carteles y gritos de protesta.
Informe: Maricel Seeger.

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