EL PAíS › OPINION

El desafío de construir la paz

Por Jorge Argüello*

En su nota publicada en el diario Página/12 el día 31 de mayo pasado, la diputada Alicia Castro hizo referencia a la “responsabilidad” que cabe a los legisladores de “reflexionar y decidir sobre el envío de tropas a Haití y sus consecuencias”. Si su alusión señala a que toda decisión parlamentaria debería sustentarse en una previa actividad reflexiva, fundamentada en información precisa, no podemos sino compartir fervorosamente este postulado. Sin embargo, a la hora del análisis, la diputada Castro se aparta de este axioma construyendo sus argumentaciones en base a una información errónea que debemos esclarecer.
En dicho artículo se manifiesta que “en Haití hubo un golpe de Estado y una invasión estadounidense” y que “el presidente Aristide fue secuestrado y cargado en un avión”. Todo ello es inexacto, tal como surge del texto de la Resolución presentada por el Grupo de países Caribeños (Caricom) –celoso y fiel defensor de ese país– aprobada por la Asamblea General de la OEA, el 8 de junio pasado. En dicha Resolución se señala expresamente que fue “la crisis en Haití, agravada por la incapacidad de celebrar elecciones y la amenaza y el uso de la violencia, lo que causó la renuncia y salida del ex presidente y el nombramiento de un gobierno de transición en vista de las exigencias de la situación”. Esto confirma la inexistencia de tal “secuestro”, ya que se hace expresa referencia a una “salida” como resultado de una “renuncia”, seguida de la conformación de “un gobierno de transición” y no de un “golpe de Estado”.
Igualmente incorrecta es la afirmación en la que enfatiza la existencia de un “nuevo presidente haitiano, designado por el Departamento de Estado estadounidense”, ya que en conformidad con el sistema institucional haitiano, la asunción provisional de la Jefatura del Estado recayó en el presidente de la Corte Suprema de Haití, Boniface Alexandre. Igualmente errónea es la afirmación de que “la Argentina se prepara a enviar tropas que actuarán juntamente con Brasil y Chile para ‘imponer’ la paz entre los pobres haitianos”. Hubiese sido ilustrativo saber que Chile está ya operando en el país caribeño en el marco de Países Amigos de Haití, que nuestro país también integra; y que la Misión de Estabilización encomendada por el Consejo de Seguridad a requerimiento de las nuevas autoridades está llamada a “restablecer y mantener” la paz (no a “imponerla”), y asegurar al pueblo haitiano un mínimo equilibrio institucional hasta la próxima convocatoria a elecciones nacionales a las que podrá incluso aspirar el ex presidente Aristide.
Tampoco resulta feliz la expresión en la que afirma que la Argentina “debe decidir si se coloca del lado del imperialismo o del lado de los pueblos que resisten”, como también la que hace referencia al “retroceso al imperialismo del siglo XIX”, en alusión a un obsecuente seguidismo de otras potencias. Tal afirmación omite la prolongada tradición argentina en este tipo de operaciones que le han ganado el reconocimiento de la comunidad internacional, constitutiva de una verdadera política de Estado del gobierno del presidente Kirchner.
Los argumentos expuestos y las conclusiones a las que se arriba han generado nuestra preocupación al ver diluida en la desinformación nuestro compromiso con la “responsabilidad de reflexionar y decidir”. Porque si la “duda” puede ser considerada la madre de la analítica y su nervio reflexivo, el “sofisma” puede llegar a ser su despiadado verdugo.
* Presidente de la Comisión de RR.EE. de la Cámara baja. PJ.

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