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Sobre la “infAMIA”
Benjamin Oron*.
La nota de Horacio Verbitsky, publicada el domingo último en Página/12, selecciona algunos datos, montando una serie de hipótesis con las que es capaz de construir una imagen de la realidad.
Al comienzo del artículo hace afirmaciones que no dejan margen de dudas sobre las declaraciones realizadas, a diversos medios de prensa, del enviado israelí, Dr. Dov Schmorak, 48 horas después del atentado, cuando no había ningún indicio sobre quiénes eran los responsables. En esa ocasión, Schmorak fue muy poco preciso, mencionando a “distintos grupos fundamentalistas islámicos (...), grupitos marginales dentro de la Argentina” y, en un reportaje, concedido al día siguiente a Clarín, afirmó que “(...) Posiblemente el número uno en la lista de sospechados es Irán”.
El embajador Schmorak llegó a la Argentina –en el avión de la Fuerza Aérea Israelí que transportó la misión de rescate, solicitada por el gobierno argentino y destinada a salvar vidas– como representante de la Cancillería. Su cargo era el de subdirector general del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí a cargo de Asuntos Latinoamericanos. Nada más natural, entonces, que fuese el Dr. Schmorak el representante del gobierno israelí e igual de esperable era que, dada la gravedad de los hechos, pidiera entrevistarse con las autoridades oficiales en el más alto nivel.
La afirmación de Verbitsky de que una versión coincidente servía a la política del gobierno de Israel dado que “en ese momento Rabin estaba muy avanzado en un acuerdo de paz con el gobierno sirio del presidente Hafez Al Assad (...)” es, cuando menos, una expresión poco feliz y de gran ingenuidad o, en el peor de los casos, muestra su total desconocimiento sobre las negociaciones entre Israel y Siria. Es sabido que cuatro administraciones americanas (desde la del presidente Nixon en adelante) actuaron para impulsarlo y, por lo menos tres secretarios de Estado realizaron decenas de viajes –entre Jerusalén y Damasco– con el objetivo de lanzar ese Proceso. Suponer que, en esta negociación, era importante lo que dijera (o no) el gobierno argentino de entonces es, cuando menos, ingenuo y solo se entiende en el marco de manipulación necesaria para fundamentar una opinión preconcebida.
Por otra parte, la afirmación que aparece en el subtítulo, que “ni las víctimas ni los victimarios fueron parte de (las) sus preocupaciones” del primer ministro Yitzhak Rabin, resulta patética ya que, aun sabiendo de las muchas condiciones del periodista, no creo que posea un instrumento capaz de medir el dolor por el duelo y la preocupación personal y social del ex primer ministro y de la sociedad israelí ante una tragedia tan atroz.
Dentro de ese contexto, se menciona la existencia de un documental relativo a la provisión de armas israelíes a Argentina durante los años de la dictadura militar. Considero su inclusión como una muestra más de su tendenciosidad que revela, sin más, sus intenciones de utilizar cualquier medio para justificar sus planteos.
A título de información comento que Israel vendió aviones Aravá a, aproximadamente, 35 países, “buenos y malvados”. El Aravá es un avión civil, con capacidad de aterrizar en zonas con poca o sin infraestructura aeronáutica. Al igual que el DC3, sirven para el transporte de pasajeros, ayuda humanitaria o con propósitos criminales, dependiendo del uso que se le quiera dar. En eso no hay ninguna diferencia con los Boeing que pueden ser utilizados para llevar pasajeros o destinados a estrellarse contra edificios, provocando miles de víctimas inocentes.
* Embajador de Israel en Argentina.
Horacio Verbitsky
Es el cable del embajador argentino Otegui y no el autor de la nota el que informa que Rabin envía una persona de su confianza para acordar con Menem una versión coincidente sobre el atentado, conveniente para ambos gobiernos. Es el premiado documentalista israelí Nurit Kedar y no el articulista quien sostiene que los desaparecidos judíos en la Argentina pudieron ser asesinados con ametralladoras israelíes Uzi o arrojados a las aguas desde aviones israelíes Aravá. Es la comisión investigadora creada por decisión del parlamento israelí y no quien escribió la nota el que afirma que la imagen de Israel ante la opinión pública democrática argentina se había desacreditado por la falta de gestos públicos en favor de las víctimas de la dictadura y que en la Argentina tuvo un “eco negativo” el rechazo del ministro de Defensa Moshé Arens “a la propuesta de cancelar la venta de armas a la Argentina”. Respecto de la desdeñada pista siria sí, es una afirmación mía, basada en elementos del expediente judicial y del conocimiento de la realidad. No es para nada extraño que ella irrite el embajador de Israel. Diez años después, el gobierno de ese país sigue más preocupado por sus conveniencias políticas que por las víctimas del atentado, el esclarecimiento de la verdad y el castigo de los responsables.