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“Quiero comentarles que la crisis que vive el país es terminal. Se espera un invierno sin gas, sin luz y sin crédito. Desde mañana (por hoy) volveré al Senado”, fue la frase que utilizó el entonces jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, para adelantarles su renuncia. Era el final de la reunión que había comenzado a primera hora de la mañana y en la que el gobierno intentó convencer a los senadores del PJ para que respalden el Plan Bonex. Luego del extenso encuentro y tras comprobar que muy pocos de los presentes estaban dispuestos a votarlo, el ministro retiró el proyecto. Antes, admitió que el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, el de la Producción, José Ignacio de Mendiguren y el del Interior, Rodolfo Gabrielli, al igual que él, estaban fuera del gobierno.
Capitanich llegó al Senado dispuesto a jugar su última carta. La negativa de los senadores lo dejó sin alternativas y anunció su dimisión y la de sus compañeros de gabinete.
“¿Por qué no comenzó diciendo esto?”, se preguntó, a modo de crítica, una de las legisladoras del bloque. El enojo estaba justificado. Habían pasado varias horas en las que el funcionario ocultó el diagnóstico y la determinación de abandonar el gobierno.
Cuando el entonces funcionario llegó al bloque, el sanjuanino José Luis Gioja lo presentó y comentó a sus pares que el ministro venía para explicar la medida oficial. Capitanich acomodó sus papeles pero no llegó a abrir la boca. El presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda, Carlos Verna, lo frenó para decir que más que el proyecto se imponía discutir el contexto político. Una manera de trasladar la presión y criticar los pasos dados desde el gobierno. El chaqueño no puso objeciones y se dispuso a escuchar.
Las críticas se centraron primero en la amplitud del proyecto oficial. Más allá de buscar salir de una crisis, el gobierno había intentado, sin éxito, lograr el voto para otras tres polémicas decisiones como las del cambio de la carta orgánica del Central y la creación de un Banco Federal y el coeficiente de actualización CER. Los cuestionamientos no eran menores. No eran pocos los senadores que afirmaban que la creación de una entidad única buscaba fundamentalmente salvar a los bancos de las provincias de Córdoba, Buenos Aires y de la Nación Argentina.
Los senadores Verna, Eduardo Menem y Juan Carlos Maqueda sugirieron que el plan Bonex debería ser aprobado por decreto de necesidad y urgencia (DNU). El que fundamentó la posición fue el riojano quien recordó que su hermano, el ex presidente Carlos Menem, recurrió al DNU hace más de 10 años para aplicar el primer plan Bonex. Agregó otro dato que consideró fundamental: en esa oportunidad la Corte Suprema dictó una acordada respaldatoria. No faltó quien recordó que Duhalde había impuesto también por decreto la pesificación de los depósitos.
Tal vez porque la reunión demoraba y no había novedades, Duhalde decidió llamar a los senadores. Capitanich fue el encargado de comunicarle las malas nuevas. Entonces, el Presidente les dijo a los legisladores: “Si no hay acuerdo, elaboren ustedes el instrumento sustitutivo que consideren”. La respuesta fue otra vez negativa. “De ninguna manera”, indicó la santacruceña Cristina Kirchner. Verna la acompañó.
Los únicos senadores que expresaron su apoyo al Plan Bonex fueron Miguel Angel Pichetto y Antonio Cafiero. Mabel Müller se limitó, como siempre, a tomar notas en cerrado silencio.
A esa altura, el clamor generalizado entre los legisladores era un llamado anticipado a elecciones. Incluso algunos que se opusieron a esa posibilidad en enero apoyaban la iniciativa. El pedido sorprendió a Capitanich, quien optó por no responder.
Eran casi las tres de la tarde cuando el funcionario y los legisladores decidieron levantar la reunión. Capitanich regresará hoy al Senado, ya no tendrá su antiguo y estratégico despacho en el palacio, su colega LuisBarrionuevo se lo quitó cuando asumió en el gabinete de Duhalde. Ahora se tendrá que conformar con una oficina en el edificio anexo al Congreso.