EL PAíS › ABRIERON LOS BANCOS, PERO CASI NO HUBO ACTIVIDAD
Colas que van a ningún lado
Los bancos se tomaron al pie de la letra la apertura parcial del feriado bancario. Muchas entidades de la city porteña sólo tuvieron a medio abrir sus puertas, como para que nadie se ilusionara con que era un día normal. Los pocos jubilados que faltaban cobrar sus haberes lo hicieron, en su mayoría, sin dificultades, al igual que los beneficiarios de los planes de empleo. Sin embargo, volvieron a repetirse dos escenas bien conocidas por los porteños en las últimas semanas: hubo colas en los cajeros y varios oficiales de Justicia intentaron llevarse el dinero que los bancos tenían para cumplir con el pago de jubilaciones.
Cerca de las 13.30, la casa central del Banco de la Provincia de Buenos Aires, ubicada en San Martín y Mitre, recibió la sorpresiva visita de algunos oficiales de Justicia, con órdenes de devolución de dinero a ahorristas bajo el brazo. En aquel momento, los trabajadores de la sede realizaron una asamblea en la que decidieron cerrar las puertas. “A partir de esa hora no entró nadie más, porque era imposible trabajar bajo la presión de estos oficiales y la policía”, comentó Hugo Pietrini, integrante de la comisión gremial. El banco no volvió a atender en toda la tarde. Aquellos jubilados o destinatarios de planes sociales que no habían llegado todavía a cobrar su haber deberán esperar hasta el próximo lunes para hacerlo.
En el Scotiabank de Santa Fe al 2700 un grupo de empleados de un sanatorio cercano aguardó desde las 10 de la mañana que lo habilitaran para retirar los saldos de sueldos de marzo, mientras en la puerta también había al menos tres oficiales de Justicia listos para cumplimentar un oficio por recursos de amparo. También en el HBSC de 25 de Mayo al 200 un ahorrista y su abogado se hicieron presentes para extraer 200.000 dólares, avalados por una orden judicial.
Cuando faltaban 10 minutos para el excepcional horario de cierre, un hombre mayor se presentó en la sede de un banco provincial para exigir el acceso a su caja de seguridad. Con paciencia, un empleado intentaba explicarle que esa operación no estaba permitida. “Esto es la confiscación total de los bienes y un agregado más al disparate general”, dijo. Y se fue con mucha bronca, refunfuñando.