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Cómo llegaron hasta aquí

LOPEZ MURPHY.

Ricardo López Murphy –54 años, casado– ingresó a las grandes ligas de la política en abril del 2003, cuando obtuvo un 15 por ciento de los votos y se convirtió en el candidato no peronista más votado. Para aquel resultado fue clave la idea, astutamente construida, de que la suya era una derecha republicana y honesta, valorable objetivo que contrastaba con el pasado autoritario de muchos de sus socios, como los ex funcionarios de la dictadura Alberto Natale y Manuel Solanet.
Hijo de un dirigente radical, López Murphy comenzó a militar en los ’60, en la facción más combativa de la Franja Morada, lo que no le impidió, tiempo después, trabajar como director de Análisis Fiscal del Ministerio de Economía de la última dictadura. Es más: en abril de 1982, en medio del fervor nacionalista, un López Murphy entusiasmado con la gesta de Galtieri se propuso como ministro de Economía... de las Islas Malvinas.
Durante los ‘90 fue jefe de la ultraortodoxa FIEL y, aunque apoyó la mayoría de las reformas neoliberales de aquellos años, se mantuvo a una cautelosa distancia del menemismo. Tampoco quedó involucrado en episodios de corrupción y hasta incorporó la lucha por la transparencia a su discurso, aunque durante el escándalo de los sobornos en el Senado permaneció en el gobierno, firme junto a Fernando de la Rúa.
Su gran momento llegó en el 2000, cuando fue designado ministro de Economía, cargo del que fue expulsado poco después, en medio de una masiva protesta que rechazó su intención de recortar en 900 millones de pesos el presupuesto educativo. Fue allí cuando decidió que había llegado el momento de romper con el radicalismo y construir una fuerza propia, Recrear, que le permitiera expresar con más libertad sus viejas ideas.



MAURICIO MACRI.

Mauricio Macri –46 años, casado, tres hijos– construyó su popularidad política en base a una serie de episodios que no tienen nada que ver con la política.
Hijo de un padre millonario, Macri estudió en el Newman y en la UCA y, después de unos cursos en Estados Unidos, comenzó un ascenso veloz como superejecutivo que lo llevó a capitanear parte de los negocios familiares. Socma, que ya se había beneficiado con los contratos de Manliba durante la intendencia de Carlos Grosso, se terminó de consolidar con las privatizaciones menemistas. Y Macri, junto a su padre, enfrentó denuncias por contrabando de autos (fue sobreseído en un cuestionado fallo de la Corte), acusaciones por evasión fiscal y críticas por no pagar el canon del Correo.
En 1991, en el episodio más dramático de su vida, Macri fue secuestrado por un grupo de policías, que lo liberaron dos semanas después, físicamente intacto pero psicológicamente golpeado. Logró recuperarse y en 1995, a pesar de los consejos de su padre, obtuvo la presidencia de Boca. Con este capital, en el 2003 decidió que había llegado el momento de dar el salto a la función pública. Se candidateó para jefe de Gobierno porteño con un discurso que reivindicaba la “nueva política” y en alianza con el viejo aparato clientelar del PJ Capital, incluyendo los sectores de Eduardo Rollano y Jorge Argüello que hoy se sumaron al proyecto de Alberto Fernández.
No le fue mal: ganó la primera vuelta y obtuvo un nada desdeñable 46 por ciento en el ballottage. Intuitivamente siempre creyó que para ser presidente es necesario sumar a sectores del peronismo y por eso dudó tanto antes de firmar una alianza con López Murphy. Hoy, en la vereda de enfrente de un gobierno peronista, Macri aspira a consolidarse como líder de la oposición y candidato natural para el 2007.

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