EL PAíS
“Si yo fuera George Bush no iba a la Argentina”
Lo dijo ayer Fidel Castro en la entrevista que le hizo Maradona en su programa de televisión. La referencia era a la marcha de repudio que se hará en Mar del Plata.
Salió de Buenos Aires el martes a las cuatro de la mañana; venía pidiendo la entrevista con Fidel Castro desde la primera emisión de La Noche del Diez. El miércoles a las diez de la noche dos cámaras fijas y una cámara móvil empezaron a grabarlos. Hablaron durante cuatro horas y media, sin cortes. Del Che Guevara al rating de Diego Maradona en la tele, de un tatuaje de Fidel grabado en la pantorrilla del pibe de la mano de Dios al inminente paso de George W. Bush por Argentina. “Si yo fuera el honorable presidente de Estados Unidos –le dijo Fidel– no iba a la Argentina: no se puede desafiar así el espíritu de los argentinos.” La entrevista no terminó, pero Maradona prometió más para su próximo y último capítulo en la tele, el lunes que viene.
“Bueno, Comandante”, le dijo Diego cuando empezó la grabación. “Gracias por recibirme, pero le digo que estoy nervioso, estoy más nervioso que en el cumpleaños de 15 de mi hija.” Una remera con la imagen del Che debajo de un saco, pantalón de jean y una cruz colgada en el pecho, la única decoración del Diez durante el encuentro con Fidel Castro, programado por la producción desde que comenzó la emisión de los lunes en Canal 13. Diego finalmente lo programó para la edición número 12, en coincidencia con la celebración del día de su cumpleaños, en el anteúltimo programa de la tira y en un contexto político explosivo: a horas del comienzo de la IV Cumbre de las Américas que arrastrará a George W. a Mar del Plata.
–Comandante –le dijo Maradona–, Cuba no fue invitada a la Argentina. ¿Qué me puede decir?
–Primero –arrancó Fidel, parsimonioso– que no hubiese ido por elemental dignidad. Como a la OEA no vuelvo. Más, cuando un día decidan invitar a Cuba muy bien, pero que cambien el nombre: suena muy apestoso.
Y luego de recordar con su estilo “las tiranías sangrientas” avaladas por la “indiferencia” de la OEA en Panamá y Guatemala, Maradona lo interrumpió con el gesto de un pibe que suplica por la golosina más rica.
–¿Y por qué no va? –insistió sobre la Argentina.
–Y porque si voy, tal vez no me dejen entrar.
–Pero si va conmigo, tal vez entra –y le dio la sorpresa–: Usted habla de los que van a ir, y yo voy a ser uno de los que va a ir.
–¡Caramba Diego! Una estatua para ti.
La participación de Maradona en la marcha de repudio a la presencia de Bush en la Argentina entusiasmó al Comandante, al punto que le pidió a Diego que extendiera la permanencia en la isla durante 24 horas sólo para participar de su programa de televisión y anunciarlo, en cadena, a todo el mundo. Eso sucedió el jueves pasado, y las noticias llegaron a la Argentina antes de la difusión de la entrevista de ayer.
“Te voy a decir una cosa pero que quede entre vos y yo –le dijo inmediatamente Fidel–. Si yo fuera el honorable presidente de los Estados Unidos no iba. No iba (a la Argentina) porque no se puede desafiar así el espíritu el espíritu argentino. No iba, y te digo más es mejor que busque un pretexto y que no vaya. Es un error: la OEA está sepultada.”
No hubo más de la cumbre, ni de Bush, ni de Mar del Plata, al menos al aire. En cambio, sí hubo espacio para que Diego preguntara sobre clásicos y mitos: el Che Guevara, la llegada de los revolucionarios a la Habana “a pesar de que nosotros para algunos sectarios –dijo Fidel– éramos pequeños burgueses”. Hubo tiempo para que el “Comandante” se riera de Diego cuando lo interrumpió para levantarse el pantalón y enseñarle el tatuaje con su cara que lleva grabado en la pierna. Y hubo tiempo para que Fidel contara que sufrió unos “600 atentados”. Se despidieron, cambiaron regalos, jugaron al cesto con una pelota y tomaron un mojito a las cuatro de la mañana. Pero Fidel en la previa había dicho: “Lo bueno que tiene esto es que el día que me la den en serio no lo van a creer”.