La abrupta suba de los precios de la hacienda en Liniers, que llevó el valor del novillo ayer a cerca de 3 pesos por kilo vivo, obedecería a maniobras especulativas que buscan resentir la política del Gobierno fijando un peso mínimo para el envío de animales a faena, según comentaban ayer fuentes del sector productivo. “Es curioso, algunos hipermercados compran más cuando menos oferta hay”, señalaban en referencia a la actitud de algunos grandes demandantes. “Los establecimientos grandes, que manejan miles de cabezas, restringieron la oferta pese a que no hubo lluvias u otras dificultades para el envío de hacienda”, apuntaba otro especialista. Para otros observadores con olfato más político, “los consignatarios más poderosos, junto a algún hipermercado, se están tomando revancha de la restricción al envío de animales livianos a faena”.

Distintos elementos alimentan la sospecha. Desde que el Gobierno dispuso el peso mínimo para envío de animales a faena, subiéndolo paulatinamente hasta los 280 kilos vigentes desde el 1º de marzo, los representantes de los grandes productores y de las principales firmas consignatarias se pararon en la vereda de enfrente. “Lo peor que puede pasar es la intervención del Estado”, lanzó como advertencia un vocero de este último sector ante Felisa Miceli en diciembre. “Precisamente, el problema es que el Estado no haya intervenido antes”, se le respondió desde la tribuna de enfrente.

Otro dato elocuente de un comportamiento extraño del mercado es que, mientras los frigoríficos que realizan compras directas o por remate de campo para faena seguían estos días pagando precios similares a los de una semana atrás, en Liniers –termómetro político de los precios– los valores no dejaban de subir, acumulando un 22 por ciento en tres jornadas.

“La explicación hay que buscarla en la identidad de compradores y vendedores”, señaló un viejo experto en la materia. En estos días, ese lugar parece ocupado por los grandes intermediarios opuestos a la política reguladora del Gobierno.