Néstor Kirchner no era precisamente anoche un canto al buen humor. Después de haber solicitado junto a Tabaré Vázquez que se paralizara por 90 días la construcción de las papeleras, se encontró con un escenario que, si bien no estaba fuera de cálculo, creía improbable: la negativa de los asambleístas de levantar los cortes. “Es una locura, creamos las condiciones para llegar a un entendimiento, para descomprimir y empezar una negociación y siguen cortando las rutas. Realmente no lo podemos entender”, señaló evidentemente enojada una voz oficial involucrada desde hace tiempo en el tema.

Kirchner estuvo atento a la evolución de la asamblea y horas antes de que se iniciara mantuvo una de sus habituales reuniones con Alberto Fernández. El jefe de Gabinete es el negociador oficial de la Argentina y el secretario general de la Presidencia de Vázquez, Gonzalo Fernández, es el representante uruguayo. Ambos reconocen que ya no hay muchas salidas al entuerto.

El Fernández argentino no mantuvo ayer ninguna conversación con el de la República Oriental, sabiendo que poco y nada se podría avanzar hasta que no se conociera la posición de los vecinos de Gualeguaychú y Colón, quienes anoche, al cierre de este edición, seguían en plena tertulia, aunque con la decisión tomada de prolongar el conflicto.

En algún punto, el debate se remitió al viejo dilema de quién fue primero, si el huevo o la gallina. Muchos asambleístas se mostraron dispuestos a cesar con el plan de lucha –los cortes se iniciaron el pasado 3 de febrero–, una vez que se confirme la paralización de la construcción de Botnia y Ence.

Por su parte, las dos dueñas de las plantas de celulosa que se erigen sobre la margen del río Uruguay, en la ciudad de Fray Bentos, no han cambiado un ápice su actitud y, aseguran, no lo harán hasta no tener una comunicación oficial del gobierno uruguayo, aunque también aguardan ansiosamente que los asambleístas depongan su actitud.

A Tabaré Vázquez, la foto con Kirchner en Chile promoviendo congelar el conflicto para que las partes se pusieran a negociar durante tres meses ya le está generando un costo político. Así las cosas, el presidente argentino tampoco la sacará barata y en ese marco se inscribe su mal humor de anoche.

–¿Qué quieren? ¿Vamos a tener un conflicto tremendo con Uruguay así porque sí? ¿Qué más quieren del gobierno argentino? Lo digo sinceramente, sería terrible para la Argentina que esto se salga del cauce que se le ha dado con suma diplomacia. Hicimos todo lo posible para que se abriera una instancia de diálogo –contó a este diario un alto funcionario de la Casa Rosada.

–¿Y qué va a hacer el Gobierno con los cortes?

–Todavía no lo hemos evaluado. Pero ya logramos que la máxima autoridad uruguaya interviniera para pedir que se paralizara la construcción. Realmente, ¿qué más podemos hacer?

El acuerdo suscripto en Santiago de Chile, que compromete el cese de los cortes y de la construcción de las papeleras, incluye dos rondas de negociaciones: una en Anchorena, Uruguay, y otra en Mar del Plata, Argentina, de acuerdo con lo informado por los presidentes de ambos países poco antes de la asunción de Michelle Bachelet.

Así las cosas, y pese a que el avance bilateral parece pender de un alfiler, el gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti, mostró satisfacción por el encuentro Kirchner-Vázquez. Claro que no por eso desactivó su embestida judicial para evitar que los camiones con insumos para las fábricas finlandesa y española crucen los pasos fronterizos de su provincia.

El Gobierno no puso reparos sobre esa acciones. Pero hubiese querido mayor vocación del gobernador para poder incidir en las decisiones de los vecinos de Gualguaychú y Colón, cuyas medidas de fuerza nunca fueron tan cuestionadas por la Casa Rosada como anoche, ya que dejaban a Kirchner prácticamente sin margen para una nueva maniobra a su favor.