Sábado, 1 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › EL SECRETARIO GENERAL DE LA CTA, VICTOR DE GENNARO
Por M. P.
Desde Mar del Plata
Víctor De Gennaro bromea con tono campechano mientras alguien le alcanza un mate. El congreso acaba de terminar y se acercó al lugar asignado a la prensa. Es un salón –dividido por una especie de biombo– lleno de computadoras, impresoras, laptops y un transmisor de radio que emite para un sitio de Internet. Los equipos, algunos parecen de última generación, no pertenecen a medios privados sino al equipo de Prensa de la CTA. Son un indicador de la obsesión que tiene De Gennaro por la influencia política y cultural de la comunicación. “Los medios hegemónicos”, es la expresión que suele enarbolar con ánimo poco complaciente y muchas veces crítico con la mayoría de los mensajes masivos. Es un estilo –cargado de ideología– que contrasta con la relación pragmática que la mayoría de los dirigentes establecen con los multimedios. En su estilo, De Gennaro insinúa que podría continuar su trayectoria en la política.
Mientras recibe felicitaciones por su discurso, De Gennaro no pierde la ocasión de saludar a cada afiliado. “Ya lo decía Perón, en su mejor libro, el Manual de Conducción Política. Decía que no sabía de política, sino de conducir hombres. Qué pavada, ¿no?”, comenta a Página/12. A su alrededor lo escucha un auditorio de treinta años promedio. “Mi hija mayor, Lucía, es licenciada en Comunicación. ¿A qué le dedicó la investigación? A la formación de la identidad en la CTA”, revela y se ríe con el orgullo obvio del padre. “Uno no logra convencer a nadie si antes no está convencido. Y sólo convence por lo que hace, no por lo que dice”, asegura. Si superó la prueba con su hija, debe estar seguro de la fórmula. Al menos es lo que se le nota.
–A partir de esa frase sobre el discurso y la práctica, ¿qué balance hace de la CTA? ¿Cree que los delegados se van convencidos del congreso?
–Es como la vida. Lo que uno va haciendo va construyendo, es lo que va determinando el sentido en todas las instancias. Por supuesto que también es importante aclarar lo que se dice, el para qué. Por supuesto que es importante. Me niego a que no integremos toda la complejidad de la realidad. Lamentablemente la cultura hegemónica nos ha implementado esta cultura del videoclip. No tenés tiempo de procesar nada y eso no es la vida real. La CTA es esto: casi ocho mil delegados, votando democráticamente, pudieron opinar; los que tenían mociones distintas fundamentaron cada una, se votaba. Hubo respeto. Estamos convencidos de que el poder somos todos, no alguien en particular.
–Ya que menciona el poder, ¿las diferencias que hay en la CTA no son distintas opiniones sobre cómo se debería construir poder hoy en la Argentina? Algunos hablan de construir un movimiento nuevo; otros, meterse dentro del oficialismo y desde adentro volcarlo para un lado.
–No son dos miradas, son dos niveles distintos. La teoría de participar en lo que uno cree, de poner el cuerpo y tener instancias de participación en las políticas oficiales, es una teoría que tiene que ver con expectativas o creencias de que se está haciendo lo que es correcto. La otra, que significa construir poder propio, democratizado, construir organización popular, va más allá de esa postura. Yo diría que habría problemas para la diversidad que hay en la CTA si alguien dijera que los desocupados, los jubilados, no son trabajadores. Que en la central sólo tienen que estar los que trabajan en blanco. La nuestra es una unidad estratégica. La CTA es una organización estratégica del campo popular. No es la que va a garantizar por sí sola el proyecto nacional. Pero es estratégica porque es una organización de trabajadores que se organiza para resolver los problemas inmediatos y para cambiar la sociedad. Por eso queremos ayudar a crear un nuevo movimiento político, cultural y social.
–Este año dejará la secretaría general de la CTA, ¿tiene pensado dar un salto a la política electoral y ser candidato?
–Yo no creo que haya un salto. Si yo admito que hay un salto, es porque hay distintos niveles. Son otras actividades. Sí, la vida es así: no sería ni la primera vez ni la última. Alguna vez fui parte del Partido Justicialista, fui congresal nacional, fui electo en mi ciudad. ¿Cuál es el drama? Aunque después me desafilié porque no creía que se podía cambiar el país con los cómplices de la entrega y la traición.
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