EL PAíS

No se olviden de nosotros. Por Carlos (CTD-AV)

(El siguiente es un fragmento de las palabras de homenaje pronunciadas por un miembro de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón en el acto por los asesinados en la represión de Puente Pueyrredón).

Ahorita me acuerdo qué pasó, tanto humo, tanto tiro, tanta bala. Mis ojos se cerraron, no sé si por los lacrimógenos o por la bronca que tenía. Pero se abrieron un poquito mis párpados con una rendija. Así como una herida de cuchillo, y entonces pude ver el cielo y el sol caminando otra vez de costado, como estos días, como muchos días. No había muchas nubes y el sol sigue pálido. Creo que está haciendo frío. Y entonces me acuerdo de los días cuando los muertos que somos empezamos esta lucha para hablar. Sí, para hablar. ¿Para qué otra cosa haríamos esta lucha los muertos?
Les decía que al abrir un poquito esta rendija de mis párpados, alcancé a ver el cielo. Vi, sentí y escuché. Vi a los asesinos, sus escudos, sus escopetas, sus balas de goma, sus lacrimógenos. Sentí sus balas de goma en mi pierna izquierda y escuché las detonaciones. Nos atacaron, nos siguieron más de treinta cuadras y mi gran pregunta es que los muertos corríamos, y por qué, si estamos muertos.
Ellos no lo saben pero yo los veo, los veo y los vigilo. También me río. Sí porque al final de cuenta, esos infantes represores estuvieron acá porque nos tienen miedo. Sí, ya sé que de por sí los muertos no dan miedo, pero estos represores con sus armamentos nos tienen miedo de que los muertos que somos nos echemos a caminar de nuevo. Y yo no sé para qué tanto barullo represivo, si de por sí nada podrán hacer, porque ya estamos muertos. Ni modo que nos maten. Tal vez es porque quieren darse cuenta y avisar con tiempo al que los manda. No sé. Pero sí sé que el miedo se huele, y el olor del miedo del poderoso es así como de vehículo, como de lacrimógena, como de perro, como de caballo, como de bala de goma. Como de metal y pólvora, y ruido y... y... y de miedo. Sí, el miedo huele a miedo, y a miedo huelen estos carros de asalto, estos hidrantes, estos patrulleros. A miedo huele el aire que viene de arriba. El de abajo no. El aire de abajo huele precioso, como a que las cosas cambien, como que todo mejora y se hace más bueno. A esperanza, a eso huele el aire de abajo. Nosotros somos de abajo. Nosotros y muchos como nosotros. Sí, ahí está la cuestión pues: en este día los muertos huelen a esperanza.
Todo esto veo por la rendija de mis párpados y todo esto escucho. Pienso y mis compañeros están de acuerdo (lo sé porque ellos me lo han dicho), que no está bien que el sol caiga de costado y que hay que ponerlo derecho, porque eso de que se caiga de costado, todo apagado y violento pues no. Como que el trabajo del sol es dar calor, no tener frío.
Y si me dejan, y no me apuran y tiene paciencia, pues les hago el análisis político. Miren ustedes, yo digo que el problema de este país es que puras contradicciones tiene. Ahí está pues que carga un sol de costado, un sol frío, y la gente viva ve y deja hacer como si estuviera muerta, y el criminal es policía y juez, y las víctimas están en la cárcel, y el corrupto mentiroso es policía y juez, y las víctimas están en la cárcel, y el corrupto mentiroso es gobierno, y la lucha social es perseguida como enfermedad, y los luchadores están encerrados y los ladrones corruptos están sueltos, y el ignorante imparte cátedras y el sabio es ignorado, y el vago intolerante represor cobra un sueldo para reprimir, y el ocioso tiene riquezas, y el que trabaja nada tiene, y el menos manda, y los más obedecen, y el que tiene demasiado tiene más, y el que tiene poco tiene nada, y se premia al malo y se castiga al bueno, se da homenaje a los policías represores y se pasa desapercibido a los muertos sociales.
Y no sólo, además aquí, los muertos hablan y caminan, y se dan en sus cosas raras, como tratar de vivir y andar mejor, y mírelo no más, andamos medio de lado con muertos sin rostro y tenemos frío, y no sabemos cómo llegar a este punto que nos reviva y nos dé calor. Bueno, Darío y Maxi. Reciban un abrazo de todos y todas nosotros, y uno especial de la ventana que ustedes abrieron en la lucha argentina.
Que les vaya bien y no se olviden de nosotros. Siempre habrá para ustedes una abertura en nuestra memoria.

* Carlos es miembro de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón.

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