A Roger Capella lo podrían llamar el embajador que volvió del frío. La versión aggiornada de aquella novela de espionaje podría servir para describir el momento que vive el flamante ex embajador de Venezuela en la Argentina. El frío del que regresó Capella no tiene que ver con la temperatura de Buenos Aires, sino con el clima glacial que su labor diplomática había generado en la Casa Rosada. Su alejamiento venía comentándose desde hace dos semanas y terminó de definirse ayer a la tarde, cuando el propio Hugo Chávez en persona lo confirmó desde el Palacio Miraflores. Página/12 lo ubicó horas después de que Chávez anunciara su retiro. En una entrevista telefónica, Capella dijo que aceptaba la decisión “como un militante, un soldado” y aseguró que lo importante era preservar la relación estratégica entre Venezuela y la Argentina. “Yo creo, como kirchnerista que soy, que si le causo problemas a un gobierno que respeto y admiro lo mejor es que me vaya. Bienvenida sea esa salida entonces.”

Capella había regresado a Venezuela para sumarse a la campaña. Ayer se encontraba en Caracas, listo para seguir viaje a Valencia, donde viven sus hijos. Con ellos pasará su cumpleaños, el 23 de diciembre. Luego verá adónde lo lleva su compromiso con la revolución que comanda Chávez. Médico de profesión, con años de militancia en el comunismo, Capella se llevó recuerdos contradictorios de Buenos Aires. Dijo que extrañará la “parrillita de Ciudad de La Paz entre Echeverría y Juramento”, donde cenaba todas las noches. Al mismo tiempo, sugirió que no extrañará demasiado a la prensa. “Algunos medios argentinos utilizaron nuestra página web, donde hay una descripción de nuestras actividades, pero las descontextualizaron y las calificaron de intromisiones en la política nacional argentina.”

–Chávez dijo que usted se había equivocado.

–El es el comandante que nos dirige con una visión estratégica. Yo asumo esa dirección con la disciplina de un militante. Si mi presencia en la Argentina no contribuye al desarrollo de la relación con ese país, creo que está haciendo lo justo, lo correcto. Tiene que pedirme la renuncia o sacarme sencillamente, como hizo. Es justo que lo haya hecho.

–¿Cómo están hoy las relaciones entre los dos gobiernos tras el pedido argentino de que a usted lo relevaran de la embajada en Buenos Aires?

–La situación que se generó con mi salida no quebranta para nada las relaciones políticas, económicas, de integración entre Venezuela y la Argentina. Lo mío es secundario. Surge de una operación mediática producto de un conjunto de fuerzas que no ven con buenos ojos mi presencia en la Argentina. Eso le generó un problema importante al presidente Kirchner. Con mi presencia no estaría contribuyendo a que se resuelvan las cosas.

–¿A qué se refiere cuando habla de una operación mediática?

–Los dos grandes argumentos que se utilizaron para pedir mi desplazamiento son mentira. La primera mentira es que yo recomendé expresar solidaridad con Irán a un grupo político argentino.

–¿Almorzó con D’Elía antes de que se presentara en la Embajada de Irán?

–Yo soy respetuoso. He tomado un café con centenares de personas y decenas de grupos políticos y nunca he bajado línea. Soy muy respetuoso del pensamiento de la gente. Escuché los planteamientos de D’Elía y su grupo, pero no soy capaz de decir “hagan esto o aquello”. D’Elía es un hombre que tiene capacidad para tomar sus decisiones. Es mentira que yo bajé línea. Si alguien grabó esa conversación, que muestre dónde estoy diciendo que hay que solidarizarse con Irán. El segundo argumento es que yo me reunía con piqueteros enemigos de Kirchner. Esa reunión ocurrió hace unos cinco meses. Fui invitado por los compañeros del MTL y me mostraron una experiencia de desarrollo habitacional. Están construyendo 330 departamentos financiados por el gobierno de la ciudad. Quiero aclararle que ese día hubo una asamblea donde yo hablé muy bien del presidente Kirchner. En esa asamblea los trabajadores me expresaron su voluntad de venir a Venezuela a participar en la misión Vivienda. Pero no se concretó.