EL PAíS › LA TITULAR DE MADRES, HEBE DE BONAFINI, INVITADA A LA CEREMONIA

“Hay que hacer que el texto se cumpla”

 Por E. F.
Desde París

Presente en la ceremonia donde se firmó la Convención sobre las desapariciones forzadas, Hebe de Bonafini expresó sus dos sentimientos contradictorios: la satisfacción por la vigencia de un texto que obliga a actuar, y la desconfianza sobre su futura aplicación debido al papel que desempeñó en el pasado la ONU.

–Para usted, la firma de esta Convención internacional tiene dos sentidos opuestos: uno que va en la buena dirección, hacia el futuro, y otro que viene del pasado, que le inspira desconfianza.

–El tema es que en estas cosas tienen sus vueltas. En primer lugar, tardaron 26 años para realizarlo y, en segundo, las Madres no creemos mucho en las Naciones Unidas. Es importante que este texto se haya firmado, también que la senadora Kirchner me haya invitado y se realice, pero me parece que de ahora en adelante tenemos un gran compromiso, es decir, hacer que el texto de la Convención se cumpla. Hay gran cantidad de declaraciones, pero muchas no se cumplen. Además, aún falta que muchos países la firmen, entre ellos los Estados Unidos. Si esos países no firmaron la Convención es precisamente porque la violan. Estados Unidos la viola con las desapariciones en Irak y con lo que pasa en la base de Guantánamo. A mí me pidieron que vaya a Estados Unidos a exigir que Washington firme el texto, pero yo dije que no. No estoy dispuesta a firmar lo que Estados Unidos exige que se firme en el pedido de visa. Bueno, también está el cuestionamiento de que el texto se haya firmado en Francia. Francia tiene sus cuestiones, como por ejemplo el tema de los torturadores que mandó a la Argentina.

–¿Cuál es el origen de su desconfianza en la ONU?

–Yo creí en la ONU. En los años ’80 tenía fe, pero después me di cuenta de que mis hijos habían sido cambiados por un poco de petróleo y un poco de trigo. Yo me dije: “Caramba, uno viene acá por las personas y ocurre que luego las personas pasan a ser un número de dossier”. Cuando todos decían que las Madres éramos comunistas, los comunistas votaron en contra nuestro en la ONU. Nicaragua y Rusia nos votaron en contra porque le compraban el trigo a Videla. De eso no me olvido. Es cierto que éramos ilusionadas y un poco ignorantes, pero aquello era el colmo. La mayoría de las denuncias que habíamos hecho no estaban. Habíamos llevado más de 2 mil denuncias y sólo había unas poquitas. Uno se da cuenta entonces cómo se juegan esas organizaciones. Ahora es como creer en Dios o no creer en Dios.

–Pero el texto es un hecho. A uno le podían cobrar una multa por fumar, pero la desaparición de personas no era un delito, ni un crimen.

–Sí, eso es cierto y es un horror, una vergüenza. Pero es importante que la Convención exista porque ello nos compromete a todos a trabajar para que se cumpla. Esto es como lo que pasó con las leyes de punto final y obediencia debida. No salimos a saltar por las calles ni a brindar con champán. Uno tiene que esperar. Tenemos mucho para hacer y estamos dispuestos a pelear porque aún hay muchos pueblos chiquitos, en lugares recónditos, donde ocurren muchas cosas y la gente no conoce sus derechos.

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