Miércoles, 7 de febrero de 2007 | Hoy
EL PAíS › INTERNAN A 22 CADETES DE LA FEDERAL TRAS SER SOMETIDOS A UNA INSTRUCCION FISICA EXTENUANTE
Veintidós alumnos de la escuela de cadetes fueron hospitalizados después de que dos oficiales los obligaran a trabajos físicos extremos. Hay once que siguen internados en el Churruca. Aníbal Fernández calificó de “idiotas” a los docentes y los desplazó. Polémica por el tipo de instrucción al que son sometidos los futuros policías.
Por Carlos Rodríguez
A trece años del caso del soldado Omar Carrasco, asesinado en un cuartel del Sur del país, reapareció el “baile”, un clásico del autoritarismo. Por si la memoria falla, se llamaba “baile” al castigo físico que se propinaba, sobre todo a los conscriptos, durante la etapa de instrucción. La nueva versión de la vieja película se vio en la Escuela de Cadetes de la Policía Federal, donde los aires de la democracia tienen dificultades para llegar. El viernes pasado al mediodía, con 33 grados a la sombra, dos severos instructores hicieron “bailar” o “manijearon”, como se dice ahora, a 280 pichones de policía que cursan el segundo año de la carrera. De ese total, veintidós tuvieron que ser internados en el Hospital Bartolomé Churruca, de la Federal, porque sufrieron un severo cuadro de deshidratación y agotamiento físico. El caso derivó en el pase a disponibilidad preventiva de los dos oficiales instructores, a los que el ministro del Interior, Aníbal Fernández, calificó de “idiotas” y “salames” (sic), a la vez que prometió que ambos “por más que tengan la mejor foja del mundo, se van a ir de la policía” (ver aparte). A la investigación interna de la fuerza puede sumarse una causa penal por lesiones, abuso de autoridad y otras yerbas.
“Cuando los chicos se reincorporaron a la escuela, después de las vacaciones, los cadetes de segundo año tuvieron una ‘manija’ tan fuerte que hubo un chico con preinfarto. También (hubo) abandono de persona (porque no le habrían dado atención inmediata) y catorce chicos tuvieron que ser internados.” El caso se conoció a través del testimonio de “Liliana”, nombre de ficción –para evitar represalias– de la mamá de uno de los cadetes. Fuentes oficiales confirmaron a Página/12 que los que se descompusieron fueron veintidós, que todos fueron internados, aunque cinco de ellos fueron dados de alta a las pocas horas. Ayer, todavía quedaban once en las salas de internación del Churruca, con un cuadro de “deshidratación y rabdomiolisis”, palabra que define las lesiones musculares temporales que sufrieron los veintidós jóvenes, de los cuales diez son mujeres.
Sobre el preinfarto que habría sufrido uno de los aspirantes y que fue denunciado por “Liliana”, el ministro Fernández dijo que no tenía conocimiento de una situación semejante. “Si hubiera un caso de esa gravedad, si fuera así, no se nos hubiera permitido visitarlos.” El ministro, cuyos allegados afirman que estaba “indignado por lo ocurrido”, visitó ayer a los cadetes que seguían internados en el Churruca y conversó con sus familiares. Las fuentes oficiales aseguraron que Fernández “les pidió a todos que declaren con lujo de detalles sobre lo ocurrido, porque el Gobierno quiere llegar al fondo de la cuestión y castigar a todos los que tengan responsabilidad, no sólo a los dos instructores involucrados”.
El caso fue más grave, todavía, porque las autoridades gubernamentales conocieron lo ocurrido a partir de la difusión pública del testimonio de dos de las madres. Lo que se investiga ahora, según una fuente oficial, es “si lo ocurrido fue un exceso cometido por dos oficiales o si se trata de una práctica corriente; en ese caso, se tomarán medidas contra toda la plana mayor” de la Escuela de Cadetes de la Federal. El instituto, que funciona en Corvalán al 6600, en el barrio porteño de Villa Lugano, antes se llamaba Ramón L. Falcón, en homenaje a un ex jefe de la fuerza famoso por haber encabezado, el 1º de mayo de 1909, una represión donde fueron asesinados 30 anarquistas. Las muertes fueron vengadas, seis meses después, por Simón Radowitzky. El revisionismo histórico hizo que hace pocos años la escuela dejara de llevar el nombre del represor.
La versión dada a conocer por las madres de dos de los cadetes habla de un caso de autoritarismo clásico. “Llegaron de las vacaciones y los pusieron a hacer ejercicios físicos bajo un calor infernal. Hacía más de 30 grados de temperatura, pero en el pavimento (sobre el que se hacía la práctica), la temperatura alcanzaba los 50 grados”, dijo la segunda madre, que tampoco quiso dar su nombre. Los más afectados fueron 17 de los 22 cadetes que fueron derivados al Churruca. Entre ellos estaban diez mujeres. La promoción de segundo año está integrada por 280 jóvenes. La mitad de ellos son cadetes femeninas. Los dos instructores que estuvieron a cargo de la práctica fueron los subinspectores Francisco Javier Renauld y Luciano Darío Rugmia, según pudo confirmar este diario.
Las dos madres coincidieron en que “los chicos están con distintos grados de deshidratación, pero uno de ellos habría tenido un preinfarto y está grave”, información que no fue confirmada en forma oficial. La versión sobre la posibilidad de que se haya cometido el delito de “abandono de persona” surge de la información que dice que, al principio, los instructores exigieron a los cadetes que se habían quedado tirados sobre el piso que continuaran con los ejercicios ordenados. En la Escuela de Cadetes hay un consultorio médico y se estima que en ese momento había al menos un profesional a cargo del servicio.
En su visita al Churruca, el ministro Fernández fue acompañado por el jefe de la Policía Federal, comisario general Néstor Valleca. Fuentes policiales le dijeron a este diario que Valleca “estaba indignado porque estas cosas no pueden pasar; con lo que nos cuesta conseguir jóvenes que entren a la escuela de cadetes. Esta forma de entrenamiento es un mecanismo del siglo XIX, algo que es inadmisible en esta época”. El vocero de la jefatura consideró que lo ocurrido “tiene que ser investigado, por ahora en el ámbito administrativo, con intervención de Asuntos Internos, pero si llegado el caso hay que hacer una presentación ante la Justicia, que no quepa dudas de que la propia Policía Federal lo va a hacer”.
Por esa razón, tanto el ministro Fernández como Valleca “les pidieron a los cadetes, y a sus familiares, que declaren con todo detalle sobre lo ocurrido. Ellos van a tener todo el respaldo del Gobierno y del jefe de la policía. Estas cosas no se pueden anticipar, porque hay que esperar la investigación, pero lo que se piensa es que estas dos personas ya no pertenecen a la fuerza. No hay vuelta atrás, lo que ocurrió fue muy grave”, insistió la fuente de la jefatura. La madre de uno de los cadetes, identificada como “Liliana”, aseguró que los oficiales Renauld y Rugmia “ya tuvieron problemas con Asuntos Internos”. La mujer comentó, además, que Rugmia “fue el que estuvo a cargo (de la instrucción) del chico que, el año pasado, le pegó un tiro a la novia en el McDonald’s”.
Se refiere a un hecho ocurrido el 16 de febrero de 2006 en la sucursal Congreso de esa firma. Ese día, un oficial ayudante de 24 años, recién egresado de la Escuela de Cadetes de la Federal asesinó de un balazo a su novia, de 23, que todavía estaba estudiando en el mismo instituto. El oficial después se suicidó, lo que provocó una enorme conmoción en el local, que estaba lleno de adultos y de niños, que jugaban en el pelotero. “Liliana” aseguró ante los medios de prensa que uno de los jóvenes, el que habría sufrido un problema cardíaco, tuvo que arrastrarse hasta el consultorio médico de la escuela. La mujer aclaró que su familia “es civil”, pero que nunca se opuso a la vocación de su hijo, “que desde chico quería ser policía”. De todos modos, “Liliana” aseguró que lo ocurrido le preocupa porque “yo, sinceramente, no quiero que cuando mi hijo se reciba, y le den un arma, se pegue un tiro en la cabeza”.
La mujer describió en forma dramática la situación de algunos de los 22 internados: “El problema es una enzima que el organismo elimina habitualmente, cuando tienen actividad física. Por el gran esfuerzo físico que han tenido esos chicos, el organismo liberó esa enzima, que después se convierte en células muertas, que se eliminan a través de la orina. Los chicos no orinan u orinan muy oscuro. Están con un cuadro de deshidratación grave (...), les tuvieron que hacer diálisis, con peligro de una futura pérdida de riñón o un infarto”. La mamá de uno de los cadetes teme que “los chicos no cuenten todo lo que pasó por miedo a las represalias. Muchos no hablan, como cuando iban al jardín, les tenés que sacar palabritas sueltas (...) esto es más o menos lo mismo”.
“Liliana” sostuvo que el calor debe haber sido “muy tremendo” en el patio donde se hizo el entrenamiento, porque su hijo le comentó: “Mamá, yo sentía cómo se me iba ampollando la mano (apoyada sobre el asfalto), luego de diez minutos” de estar en esa posición, sobre el piso.
Mucha más dura fue la crítica que hizo la abogada María del Carmen Verdú, de la Coordinadora contra la Represión Policía e Institucional (Correpi). “Si éste es el trato que los federales dispensan a sus novatos, fácil es suponer el que aplican a los civiles que caen en sus manos. La realidad de la Argentina hoy es que la Policía Federal se entrena desde la más tierna infancia para torturar. Son resabios de la dictadura que siguen bajo un gobierno que dice defender los derechos humanos”.
El médico deportólogo Daniel Tomassone comentó ayer, a raíz del caso, que “un esfuerzo físico intenso requiere de un chequeo previo y no se puede hacer en un horario donde haya una alta temperatura y humedad”. Recordó incluso que Diego Maradona, después del Campeonato Mundial de Fútbol de Italia, en 1990, “creó una mutual de jugadores para oponerse a los partidos que se jugaban al mediodía en países con altas temperaturas”. El especialista recomendó “hacer un chequeo médico antes de hacer cualquier esfuerzo físico importante (...). Si un entrenamiento de tres meses se hace en tres semanas, es lógico que el cuerpo sufra las consecuencias”.
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