EL PAíS › LAS CALLES DE CORRIENTES ANTES DE LA VOTACION

Entre el Carnaval y la crecida

 Por Werner Pertot

Las plumas rojas se menean inevitablemente cuando Giselle camina. Pero parece estar acostumbrada, detrás del maquillaje que le cubre los ojos como un antifaz. En medio de la explosión de fuegos artificiales, la lluvia de nieve artificial, con los tablones repiqueteando y un chamamé que suena a la distancia, la pasista de la comparsa Arambú Beleza se detiene un momento a pensar la pregunta. “Lo voto a Colombi, porque confío en él. Y quiero que siga”, responde Giselle a Página/12. Luego deja en claro que una cosa es el Carnaval y otra las elecciones, aunque a veces se mezclen. Antes de seguir bailando en el corsódromo de Corrientes, le arroja un beso a la multitud, que no parece demasiado preocupada por las elecciones de hoy.

–A veeeer, Corrienteessss, esasss palmasss. La lluvia nos incentiva –se entusiasma el locutor, con las primeras gotas. Pero no. Una lluvia tropical deja el corsódromo Nolo Alías vacío en pocos minutos. Tiritando bajo el techo protector del Casino, Rocío se queja del clima y de la veda electoral, que la deja si un día más de Carnaval. “Pienso votar en blanco, porque ninguno de los candidatos me convence”, asegura, mientras se escurre la remera.

La tormenta también se derrama sobre el techo de chapa de la casa de Margarita, que vive en Quinta Ferré, uno de los barrios más pobres, a la orilla del Paraná. Con la crecida, el gobierno provincial hace planes para evacuarlos. “Cuando llega el agua, se lleva todo”, dice. Sus hijos y nietos juegan con un cerdito atado. Más allá, dos caballos se pelean por comer de una bolsa de basura, enterrada en las calles de barro. “Vivimos de lo que pescamos”, explica Margarita, que irá con sus 64 años a cuestas hasta la escuela donde se vota. “Voy a votar a Colombi y que sea lo que Dios quiera”, dice. Y mira al cielo.

En el centro, las gotas despegan poco a poco los carteles de la campaña. Los de Colombi se centran en la gestión (“Vamos juntos, vamos bien”), mientras que los de Niella dicen “Que Tompkins no nos alambre el futuro”. Mario, un docente de 41 años, los ignora mientras mira vidrieras con su hija. “Lo de la reforma agraria me parece medio utópico. Niella es respetable, pero no me gustan algunos de los que lo acompañan”, comenta. De todas formas, piensa votar contra Colombi.

Por la costanera, el río tapa árboles y parte de la rambla. Justo observa la crecida desde su carrito. Se ceba unos amargos y señala: “No estoy de acuerdo con eso de la reelección. Me parece bárbaro que se presente un cura y espero que esto sea como Misiones”. Sabe que votará contra la reforma, pero no eligió todavía cuál de las listas de la oposición elegirá. “Ojo, esto no quita que Colombi esté haciendo un buen gobierno, pero las ambiciones desmedidas te cansan”, sostuvo. Y apuró otro mate, para combatir la lluvia.

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