Los argentinos vivimos descompuestos por la dieta de “sapos” que tenemos que comer por no tener organizaciones populares que den pelea de igual a igual al aparato político tradicional.

En las elecciones del domingo, en dos extremos del país, el pueblo empieza a modificar su dieta. Pero de muy diferente manera. En la Capital Federal, después de diez años de gobierno “progresista”, la gente optó más por la presentación del plato que por el contenido (habrá que ver si la derecha por primera vez en la historia de la humanidad acepta que quienes no estén vestidos para la ocasión se sienten a probar algún bocado).

En Tierra del Fuego, por el contrario, el pueblo decidió cocinar su propia comida. El triunfo de Fabiana Ríos fue producto de la gente y no de los “apoyos económicos”, que cada vez más necesita nuestra ajada política. La confrontación de proyectos no fue fácil. Mientras más numerosa la población más se depende de los medios de comunicación. A las organizaciones que se inscriben en la corriente nacional, la victoria de Fabiana debe alentarlas a no bajar los brazos y ayudarnos a reflexionar en nuestra búsqueda del sentido profundo de lo que hacemos y comemos.

* Candidato a gobernador de Chubut por el ARI.