“Tenemos una situación controlada”, intentó minimizar ayer el vocero del gobierno chileno, Ricardo Lagos Weber, al referirse a la situación que enfrenta ese país debido a una merma de los envíos desde la Argentina. Según el funcionario, la Comisión Nacional de Energía chilena “está constantemente monitoreando” la provisión de ese combustible y, si bien trató de aventar temores por algún eventual colapso, reconoció que la situación que enfrenta esa nación “es difícil”. Chile tiene una importante dependencia del gas argentino, provisión que ahora está condicionada por la obligación que tienen las productoras locales de abastecer primordialmente la demanda interna. En esta crisis, la administración de Michelle Bachelet evitó las críticas que formuló en otras ocasiones cuando la exportación de ese carburante fue restringida.