EL PAíS › LOS ANTECEDENTES DEL JEFE DE LA DEPARTAMENTAL LOMAS
Smith, un extraño componedor
Por Carlos Rodríguez
“Ahora mis hombres tendrán que reparar la relación con la comunidad.” Con el Destacamento de El Jagüel todavía calentito por el fuego de la noche anterior, cuando había sido incenciado por los vecinos indignados por el crimen de Diego Peralta, el jefe de la Departamental de Lomas de Zamora, comisario Claudio Omar Smith, se presentó como componedor de una relación que en realidad estaba rota antes del secuestro de Diego. Smith está lejos de ser el indicado para apaciguar los ánimos contra la corrupción y la violencia policial, habida cuenta de sus antecedentes en un sonado caso de gatillo fácil ocurrido en 1985. Por si fuera poco, el caso Peralta, en sus comienzos, estuvo a cargo de la Brigada de Investigaciones Complejas de Lomas, cuyo jefe es el comisario Juan Reinoso. Sus propios colegas recuerdan historias nunca aclaradas debidamente sobre corrupción en el tema drogas, cuando estaba en Ramos Mejía, en 1998. Pasaron purgas y reformas, pero la Bonaerense sigue sin despegarse del estigma de “maldita policía” que ahora reapareció tras los sucesos de El Jagüel.
Cuando llegó a Lomas, procedente de la Departamental de Morón, el comisario Smith venía precedido de una denuncia según la cual se había hecho “el distraído” frente a la presentación de uno de sus subordinados. El suboficial, que luego fue puesto en disponibilidad sin explicación alguna, en el marco de una investigación personal había descubierto lo que parecía la punta de un nuevo caso de algo que hoy es muy común en materia de corrupción policial: el cobro de horas extras que pasan a enriquecer a los jefes zonales, a espaldas de la Jefatura de La Plata. El mismo suboficial había aportado, en ambos casos ante la Justicia de Morón, los nombres de los policías que dispararon contra dos chicos, en Merlo, el 20 de diciembre pasado. Uno de los jóvenes sufre una hemiplejía y el otro, que denunció el caso sobre el cual Página/12 informó el 18 de mayo pasado, recibió varias amenazas de muerte y tuvo que dejar su domicilio.
Smith, que ya había estado involucrado –incluso detenido y con prisión preventiva– en la llamada masacre de Villa Albertina, donde fueron baleados y murieron un discapacitado, su mujer embarazada y su hija, llegó a Lomas justo cuando se produjo la detención de dos policías involucrados en el secuestro de un chico de 17 años, la misma edad de Peralta, hijo de un comerciante de Rafael Calzada. Esto ocurrió el 22 de julio pasado, cuando ya se había producido el secuestro y desaparición de Diego en El Jagüel. La zona, además del caso Peralta, fue conmocionada por la detención de cinco policías acusados de extorsionar comerciantes. Entre ellos figuraba el subcomisario José Alberto Hernández, un hombre muy conocido en la zona de Ezeiza y Monte Grande.
“El comisario Reinoso también tiene lo suyo”, confiaron a este diario tres oficiales de la fuerza, dos de los cuales siguen en actividad. En 1998 cayó la cúpula de la comisaría de Ramos Mejía porque se descubrió que extorsionaba a propietarios de locales nocturnos, presuntamente para apañar las actividades de una banda de traficantes que se movía en la zona. “El sacudón involucró a Reinoso, que estaba en Narcotráfico de Morón, ya que se sospechaba que conocía todo lo que estaba sucediendo”, dijo una alta fuente judicial consultada por Página/12 y que en su momento investigó el caso. Después de estar un tiempo en destinos menos expuestos, como suele ocurrir en la Bonaerense, los dos comisarios volvieron a los primeros planos, en el momento menos oportuno.