Pese a las múltiples defensas que el macrismo desplegó en todos los frentes, finalmente el empresario Nicolás Caputo renunció al cargo de asesor del jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Tal como adelantó Página/12, la legisladora Gabriela Cerruti había presentado un pedido de informe sobre las actividades del (ahora ex) asesor, que cumplía funciones no precisadas pero ad honorem. Luego hizo un pedido a la Auditoría General de la ciudad para que estableciese si existía una incompatibilidad en sus funciones por ser dueño de una de las constructoras que es contratista de la ciudad. “Dejó el cargo porque, la verdad es que lo había hecho para sumar y no para que se armara tal quilombo. No quería obstaculizar, ni que esto signifique problemas para el gobierno”, explicaron en el entorno de Macri, donde, sin embargo ratificaron que “va a seguir colaborando, porque es amigo de Mauricio de hace 40 años. Hablan todos los temas”. Un allegado al jefe de Gobierno recurrió a la ironía frente a la posible respuesta de los opositores: “Tenemos otra posibilidad que por ahí acepten: mandarlo a vivir al Congo”. Caputo había sido designado como “personal de la planta de gabinete” a través del decreto 144/07, de fecha 28 de diciembre, aunque se supo varias días después. Las incompatibilidades que le habían denunciado tenían que ver con su condición de contratista del Estado. Por poner un ejemplo, la empresa constructora de la que es accionista, Caputo SA, se adjudicó en mayo del año pasado la licitación por 54,5 millones de pesos para construir la sede de la Orquesta Filarmónica de la ciudad, en el edificio principal de lo que será la Ciudad de la Música. De repente, Caputo apareció del otro lado del mostrador cuando se supo que había actuado como nexo en el primer encuentro entre Macri y el jefe de los municipales porteños, Amadeo Genta. La reunión, que permitió destrabar el conflicto por los 2400 despidos, se realizó en las oficinas de Caputo SA, en Paseo Colón al 200.