Sábado, 29 de julio de 2006 | Hoy
Por Horacio González *
“Aquella noche estaba en la ocupación de la Facultad de Filosofía y Letras. Hubo una irrupción de la infantería que, en mi caso, resultó en un golpe en la cabeza que me dejó desmayado en el patio: yo recibí efectivamente la visita de un bastón largo. Y esos minutos de desmayo significaron un cambio muy importante en mi reflexión sobre la universidad y el país... Hacía cuatro años que había entrado en la universidad y vivía de algún modo el encantamiento de la autonomía universitaria. De modo que el chichón en mi cabeza fue un alerta sobre lo que iba a pasar en el país. Una cicatriz que a la luz de lo que fue la siguiente dictadura generaría una suerte de melancolía por los golpes pasados... En aquel momento tomé con un sentimiento de pena muy profundo la renuncia de muchos de nuestros profesores. La irrupción de las armas del Estado en los patios y las aulas de la universidad dio paso también a las medidas de vigilancia: mi fotografía estaría desde entonces en manos del personal de vigilancia y era considerado persona no grata. Lo que tengo dificultad para decir es que aquella irrupción policial me llevó a sumarme a los que creían en la necesidad de construir una realidad que superara a la universidad aislada... En la punta de aquellos bastones había diversas hipótesis de construcción del conocimiento. El palazo hizo vibrar mi cabeza y me llevó a rechazar tanto a aquella irrupción policial como a quienes habían sostenido una universidad cientificista pero idílica. A tientas, fui de los que intentaron construir un realismo nacional y popular, de forma balbuceante intentamos seguir la lucha política en la universidad, ocupando cátedras... Aquel golpe despertó un realismo social militante, una veta política que empezó a llamarse tendencia nacional y popular y que pronto vería con entusiasmo la lucha con las armas, un período que hoy amerita una profunda reflexión... Fue muy importante para mí aquel bastonazo. El desmayo duró muy pocos minutos, pero significó uno de esos hechos que se recuerdan como un quiebre en la vida propia.”
* Estudiante de Sociología en 1966, hoy director de la Biblioteca Nacional.
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