ESPECTáCULOS
“En este barco no hay optimismo, pero sí, en cambio, resistencia”
En la tercera edición del ciclo Nueve las piezas transcurren en un barco, en una metáfora del naufragio. Los autores dicen que la unión “es la única posibilidad para seguir produciendo”.
Por Silvina Friera
Si el arte es profundamente rebelde, como afirmaba Jerzy Grotowski, los dramaturgos, directores y autores que integran el ciclo Nueve manifiestan su rebeldía escudados en las trincheras de la palabra escenificada. En esta tercera edición, todas las obras transcurren en un barco, un espacio dramático sugerente. El alma máter del ciclo, Héctor Levy-Daniel, precisa, además, un detalle significativo: “En las piezas ningún barco naufraga, todos se mantienen a flote. No hay optimismo, pero sí resistencia”. El encuentro se desarrolla en el teatro IFT (Boulogne Sur Mer 549). La totalidad de los montajes, de aproximadamente media hora cada uno, con un criterio de austeridad minimalista en la puesta, se podrá ver en continuado por sólo cinco pesos por día, los viernes, sábados y domingos. De la frase “venimos de los barcos” al presente parecido a una tragedia griega sui generis, la imagen del barco se adaptó a los tiempos que corren: el naufragio articula una imagen, la de una embarcación a la deriva, más compatible con la profundización de la desintegración social y política que se vive desde diciembre del año pasado. Sin embargo, la pluralidad de sentidos que pueda adquirir ese ámbito dramático y escénico, consensuado por los autores y directores, en opinión de Levy-Daniel, depende de la receptividad y asociación del espectador. “Las piezas transcurren en barcos porque decidimos buscar un espacio dramático común. Cada uno trajo cinco espacios posibles y fuimos desechándolos hasta quedarnos con uno que nos gustara a todos. A partir de ahí, cada uno comenzó a trabajar con su propio barco”, comenta el autor y director de Trama de la mosca y la araña en la entrevista con Página/12.
“La búsqueda, la necesidad de reparación, de justicia, se transformó en mi viaje sin retorno”, dice el hombre, uno de los personajes de Turning Point, pieza escrita y dirigida por Susana Torres Molina. Más allá de las diferencias estéticas entre los autores y directores, la memoria, el olvido, la identidad y la mentira confluyen en la mayoría de las piezas. “Como armamos un taller de dramaturgos, cada uno acudía con el material que tenía escrito y el resto de los compañeros compartía el proceso creativo”, señala Levy-Daniel. Sentir que el taller no era una partida de poker, que el otro me estaba tratando de ayudar, era algo muy fuerte.” Adriana Tursi, autora de La travesía de los esperpentos, dice que “algo está cambiando en el teatro. Hay mayor necesidad de unirse y compartir, porque es la única posibilidad que tenemos de seguir produciendo. Se refuerza lo creativo por encima de las mezquindades”, coincide Ariel Barchilón, autor de Tablas de sangre, dirigida por Marcelo Mangone.
–Cuando la crisis acecha, parecería que se multiplica la creatividad...
Susana Torres Molina: –La angustia existencial siempre originó buenos creadores. Yo, que viajo seguido a Madrid, observo que el teatro español padece de un aburguesamiento increíble. Tienen todos los medios, subsidios y sin embargo se quedan maravillados con los grupos argentinos. Las situaciones adversas son un motor para escribir y producir teatro.
Ariel Barchilón: –Las artes y el teatro en particular son una respuesta vital a la muerte y la destrucción que nos rodea.
–¿Cómo perciben el teatro que se está escribiendo en estos últimos meses? ¿Tiene marcas de la crisis?
S. T. M.: –Lo que se traduce inmediatamente no es muy confiable porque se necesita un proceso de maceramiento. En el teatro no podés trabajar sobre lo coyuntural. Lo distintivo de este momento es el cruce y la heterogeneidad. No hay género, ni modelos, ni una moda establecida que indique cómo hay que escribir teatro, como hubo en otras épocas.
–En los ‘60, Griselda Gambaro puso su sello en la dramaturgia. ¿Por qué creció tanto la participación teatral de la mujer?
S. T. M.: –La mujer empezó a protagonizar en el cine, la poesía, los cargos públicos y en la política. En el teatro hay menos luchas de poderporque es un arte minoritario. Por eso ha sido más horizontal y democrático, porque no se manejan grandes intereses.
A. B.: –Si bien en la política institucional la mujer sigue siendo muy resistida, en la política popular y en el campo de la resistencia las protagonistas son las mujeres: las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas y las piqueteras. La mujer es la vanguardia actual de la sociedad argentina.
Adriana Tursi: –Gambaro ingresa con un discurso propio. Ella lo hace en la década del 60 y veinte años después aparece la mujer irrumpiendo con un discurso auténtico. Este fenómeno está condicionado por las circunstancias políticas. Si hay que marcar un hito político, que ha empujado a la mujer a hablar y poner el cuerpo en el teatro, me parece que fue protagonizado por las Madres de Plaza de Mayo.