ESPECTáCULOS
El cine como memoria de los horrores del nazismo
Por Mariano Blejman
Se trata de hombres y mujeres que se sientan frente a una cámara y cuentan su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial. Los hay de decenas de países. Relatan historias corales sobre el horror a más de cincuenta años de haber terminado la guerra y esos recuerdos son vigentes, sobre todo porque hasta ahora no habían sido contados. Steven Spielberg, director de La lista de Schindler, había querido retratar los testimonios de aquellos que sufrieron el Holocausto y vivieron hasta la actualidad con la Shoah (Holocausto, en hebreo) Foundation, a través de la cual se tomaron 51.000 testimonios audiovisuales de sobrevivientes repartidos por el mundo. En Broken Silence (“Silencio roto”), Spielberg prefirió delegar el trabajo a directores extranjeros. En total fueron cinco documentales, realizados por cinco directores de cinco países distintos que fueron convocados para relatar aquellos días de guerra. A pesar de que Telefé amenazó a principios de año con pasar el documental argentino por aire, tres de ellos se verán en el Festival DerHumALC, al fin, por primera vez en el país.
Setecientos treinta de los relatos que hoy están guardados en el archivo de la Shoah fueron filmados en la Argentina, y diez de esas historias podrán verse en Algunos que vivieron, dirigido por Luis Puenzo (mañana a las 21 en la Sala Lugones y el lunes a las 20 en el Centro Cultural de la U). Puenzo es el realizador de La historia oficial (1985), la única película argentina ganadora de un Oscar. Algo similar sucedió con Yo recuerdo (se verá el lunes 25, a las 16, en el Cosmos), que fue encargada al genial director polaco Andrzej Wajda (creador de El hombre de hierro) y con Hijos del abismo, del ruso Pavel Chukhraj. Broken Silence tenía otros dos trabajos, Ojos del Holocausto (de Janos Szasz, de Hungría) e Infierno en la Tierra, de Vojtech Jansy (República Checa), que todavía no podrán verse. “Los diez testimonios que elegí son sobrecogedores. Cada relato, cada frase, vale una vida”, dijo Luis Puenzo a Página/12.
La Shoah surgió durante el rodaje de La lista de Schindler, cuando sobrevivientes del Holocausto ofrecieron sus historias a Spielberg. A fines de 1995, Graciela Jinich, directora en la Argentina, publicó un aviso en este diario buscando “entrevistadores”. Fueron seleccionadas 95 personas que quedaron bajo el mando de Jinich, quien tenía vínculo con unos 70 sobrevivientes. Luego, la cadena de mensajes llegó a los 730 testimonios argentinos y 300 más entre Chile, Uruguay y Perú. Una copia quedó en Los Angeles para “uso educativo y/o sin fines de lucro”, mientras que otra está en poder de los testimoniantes. La Fundación Shoah ha tomado testimonios desde Estados Unidos, Israel, Francia, Australia y Sudáfrica. Desde hace tres años se dejaron de hacer reportajes en el país: ahora, la fundación está centrada en la organización del material.
La serie, en tanto, surgió como una respuesta a la demanda de profesores y líderes de comunidades que querían trabajar con el tema del Holocausto. El documental de Puenzo tiene testimonios en español. Los sobrevivientes recuerdan la vida en la preguerra y el comienzo, pero Puenzo parece concentrarse más en explorar la conexión entre el nazismo y los capítulos más oscuros de la historia argentina. Según la Shoah, la Argentina recibió el contingente de judíos refugiados más grande de América latina entre 1933 al 1945. Uno de los testimonios es de Eugenia Unger, quien nació en Varsovia, Polonia, en 1926, e inmigró a la Argentina en 1948. “El genocidio militar argentino, las bombas a la Embajada de Israel y la AMIA son parte de la repetición de la historia”, dice Puenzo.
Yo recuerdo (Pamietam), de Wajda, está realizado en blanco y negro y hablado en polaco. Cuenta la historia de cuatro sobrevivientes de ese país: Wajda centró el trabajo en la relación entre los judíos y los no judíos, entre los que ayudaban y los que delataban durante la ocupación nazi. La comunidad judía polaca representaba el 20 por ciento de los judíos en el mundo antes de la Segunda Guerra, y cerca del 85 por ciento de ellos fueron asesinados en la guerra. Muchos polacos participaron de la detección y asesinato de judíos. Allí estuvieron los campos más tenebrosos, como Auschwitz. Polonia fue el único país de Europa donde se impuso la pena de muerte por “ayudar a un judío”. “Para la gente joven, estos films sirven para comprender, para no creer o para que se sientan molestos. Sin embargo, son necesarios para comprender la historia de Polonia”, dijo Wajda, quien estuvo exiliado en París hasta la caída del comunismo.
Los hijos del abismo (Children from the Abyss, el miércoles 27 a las 16, en el Cosmos), realizado por Chukhraj, cuenta la historia de los adolescentes que sobrevivieron al Holocausto en territorios de la Unión Soviética, que discuten sobre resistencia y los roles de los colaboracionistas. Los sobrevivientes explican frente a cámara sus sentimientos complejos que incluyen el deseo de venganza, durante y después de la guerra, con sus propios paisanos. Chukhraj cuenta el papel de la SS nazi, que terminó con las poblaciones judías en las áreas que habían sido anexadas por la Unión Soviética entre 1939 y 1940, en el plazo de 12 a 18 meses. Los alemanes escoltaron y reclutaron a colaboradores locales, y en sepulcros como Babi Yar –en Ucrania– fueron enterrados más de 33.000 judíos. Después, según los testimonios, los nazis buscaron a los pocos sobrevivientes con ayuda de la población, entre ellos funcionarios soviéticos bajos y medios que colaboraron con los alemanes. “El nivel de conocimiento sobre lo que sucedió en el Holocausto en mi país es muy pobre, y la intolerancia muy alta. Creo que el film puede comunicar a las nuevas generaciones y tener un impacto dramático en la audiencia a gran escala”, dijo Chukhraj, también realizador de El ladrón (The Thief), que fue nominada a un Oscar en 1997.