ESPECTáCULOS › PABLO LESCANO, EL LIDER DEL GRUPO DAMAS GRATIS
“Ahora, prohíben la cumbia”
El programa “Pasión tropical” volvió al aire, ahora por América, pero con la condición de no otorgar espacios a la cumbia villera.
Por Pablo Plotkin
Son las tres y media de la mañana y en algún punto recóndito de Oberá, en plena selva misionera, Pablo Lescano atiende su teléfono celular y bosteza. Acaba de dar un show y ahora va camino de otro, a bordo de una camioneta de gira que atraviesa la fronda bajo una lluvia torrencial. Damas Gratis cometió un nuevo disco, 100% Negro Cumbiero, en el que la voz bailantera del momento vuelve a describir el perfil desmembrado de los barrios bajos bonaerenses: chicas “zarpadas en trolas”, marihuana, boxeadores anónimos, “políticos de porquería” y el choque de clases planteado en términos de pibes cumbieros vs. chetos. La cumbia villera -el subgénero que Lescano inventó, acaso involuntariamente– está en estos días desterrada de la televisión tropical de los sábados, objetada por el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer). Pablo asegura que no entiende mucho del asunto, pero arriesga una simetría histórica: “Qué sé yo... Así como alguna vez prohibieron ‘Cambalache’, ahora prohíben la cumbia. Te digo la verdad: ni cargo me hago”.
El documento del Comfer, que lleva el gracioso título de “Pautas de evaluación para los contenidos de la cumbia villera”, ya tiene un año de antigüedad. Lo que es reciente es la decisión política de hacer pagar las infracciones a los canales que les den espacio a esos grupos de indumentaria deportiva y poética explícita. “Las letras de los temas musicales de la denominada cumbia villera hacen referencia, entre otras cuestiones, a la realidad social imperante en los barrios marginales –tal como la delincuencia, la persecución policial y la escasez de recursos–, al rol de la mujer y al consumo y tráfico de sustancias psicoactivas”, reseña este informe firmado por el grupo de investigación de Sustancias Tóxicas del Comfer, antes de enumerar las pautas de infracción y desplegar un pintoresco glosario de terminología callejera.
Lo llamativo es que la exclusión de la cumbia villera del programa “Pasión de sábado” ocurre a la par del avance del subgénero sobre territorios extratropicales. Pablo Trapero usó música de Damas Gratis en El Bonaerense (de Villa La Esperanza a Cannes); Israel Adrián Caetano recurrió a “Los dueños del pabellón” (¿cuál otra, si no?) para musicalizar el arribo de Parodi (Germán Palacios) al rancho gobernado por el lunático Willy (Carlos Belloso), en “Tumberos”. A la vez, Damas Gratis obtuvo el premio Clarín como revelación de la canción testimonial, pero Lescano prefirió no asistir al Teatro Colón para recibir la estatuilla. Delegó el trámite en Fidel Nadal, amigo y socio artístico eventual, quien subió al estrado y leyó un texto contra la censura. “Es raro, ¿no?. Que me den ese premio y después no pueda ir a tocar a la televisión”, dice Pablo en ese recreo de madrugada. “Aparte, eso de meterme en la terna con Los Pibes Chorros me pareció una falta de respeto. Cualquiera que sepa algo del ambiente bailantero sabe que yo empecé a tocar con Amar Azul cuando tenía 17 años. No aparecí ahora, de la nada. Así que directamente ni fui.”
El pequeño escuadrón publicitario de Damas Gratis montó una campaña alrededor de la censura y el lanzamiento de 100% Negro Cumbiero. Los afiches con la cara sonriente de Pablo –camiseta atada a la cabeza y el título del disco tatuado en el pectoral derecho– se reparten en las paredes de los barrios. Lescano asegura que esas movidas de marketing escapan a su interés, que lo suyo es componer música y salir de gira por el circuito bailantero argentino. El hombre que reinventó el sonido del teclado cumbiero, que combina el agobio y la ligereza, el realismo y la evasión de la pobreza suburbana, se ocupa de componer himnos narcóticos y bandidos basados en los hechos verídicos de sus 25 años de existencia. 100% Negro Cumbiero parte de la cumbia colombiana para alterarla con ese menjunje barrero de ska, reggae, electrónica villera y cachaca (Valentín Lescano, abuelo de Pablo, abre “Chica bandida” con un breve recitado en guaraní). Antes de que la señal de su celular naufrague en la tormenta de la selva misionera, Lescano llega a decir: “Si no quieren que vayamos a la televisión, no vamos. Qué me importa. Tendré que arreglármelas con laradio. Y si no me pasan por radio, me las arreglaré solo. Iré casa por casa, como un vendedor ambulante”.