ESPECTáCULOS › PAGINA/12 PRESENTA MAÑANA UN CD DE COLECCION DE ENRIQUE PINTI
“Lo que no tenemos es vergüenza”
La edición dominical del diario incluye, como compra opcional, un imperdible CD doble, grabado en vivo durante los shows de “Salsa criolla” en el teatro Liceo, con el video del tema final como bonus track.
Por Mariano Blejman
“¡Bienvenidos al Primer Mundo! Porque estamos en el Primer Mundo. Tenemos salud, seguridad, educación. Lo que no tenemos es vergüenza. La salud está muy protegida, te morís en cinco minutos en vez de permanecer en agonía. También te podés morir por una muzzarella envenenada. En Ruanda se mueren de hambre, nosotros con seis porciones adentro. Estamos locos. No nos damos cuenta de que estamos locos porque estamos locos. Porque si no estuviéramos locos nos daríamos cuenta”, dice Enrique Pinti al comienzo del monólogo con que comienza el compact doble del espectáculo Salsa criolla, cabalgata histórico-musical que Página/12 ofrecerrá mañana a sus lectores. Salsa criolla fue el espectáculo más exitoso de la historia del humorismo argentino en democracia. El show nació en 1985 y este disco fue grabado en el teatro Liceo el 12 de septiembre de 1994. Por eso, también a modo de recordatorio, el lanzamiento incluye un bonus track de la canción final, la de “pasan todos y quedan los artistas”. Volver a escuchar la historia argentina condensada en formato digital es una buena forma de repasar las contradicciones de un país difícil de entender.
Luego de una pequeña introducción, el primer CD arranca con un infartante monólogo de treinta y cinco minutos sobre los últimos años. Pinti le cuenta al público sus conversaciones con un norteamericano (ver recuadro). Después, intenta dar una explicación a su amigo extranjero sobre las diferencias entre el radicalismo y el peronismo. Y elabora una intrincada teoría sobre las contradicciones políticas. Sobre los radicales dirá que son algo así como: “Soy pero no soy, puedo pero no quiero, quiero pero no puedo”. Sobre los peronistas que “Perón no murió, me sigue apareciendo a la noche”. Y “al final –dice– lo caga todo Jaroslavsky, baja del avión, dice que en Cuba hay democracia y ahora voy a comer un asado con Menem, mi amigo y les digo a ustedes que a este país lo hundieron los comunistas”. Pinti intenta explicarle al norteamericano que “acá los liberales fueron hermanos de los golpistas”.
Un párrafo aparte está dedicado a la izquierda. En el ‘60, mientras crecía la militancia en el mundo, el obrero argentino de panza llena tenía bronca porque no lo dejaban votar por Perón, cuenta Pinti. A esa clase obrera la izquierda le habla de Marx y de Engels “¿qué es, un dúo cómico?”, cree Pinti que decían los obreros. Para él, todo se trata de un error de percepción: “La izquierda decía ‘vamos a hacer la reforma agraria y el que no quiera que se vaya. Vamos a romper relaciones con EE. UU., vamos a aguantar el bloqueo, moriremos de hambre y frío...’”. Pinti reflexiona: “No se puede hacer una revolución comunista con un obrero bien alimentado”. Después, recorre la historia de la izquierda en el peronismo, el golpe del ‘76, Malvinas.
Erase una vez España es el tercer “tema” del CD. Aquí, Pinti viaja hacia el pasado para relatar las conversaciones entre Isabel La Católica con Colón, que viene a confesarle que “la tierra es un huevo”. Isabel responde “¿Hay plata?” “Sí”, dice Colón. “Ah, hombre. Por qué no lo dijo de entrada.” El cuarto título es Erase una vez en América, que relata la mirada de los propios indios. “La penetración cultural será indolora”, supone Pinti que decían los aborígenes, que esperaban hacer todo de mutuo acuerdo y no obligar nada a nadie.
Libertad, igualdad y fraternidad, en tanto, encuentra a un Pinti que cuenta la llegada desde Europa “a todo vapor” de los valores revolucionarios franceses que le darán ese touche de moda al país, que existió con la llegada de la guillotina. El tema 1810-1853 cuenta la llegada de la Revolución de 1810; “la revolución menos sangrienta de la historia, que nos liberó, pero nos dejó solos. Hablamos el español, pero pensamos en francés. Ponerle país a esta tierra es demasiado, pero Colonia es demasiado poco. Entonces le pusieron Provincias Unidas del Río de la Plata”. Se armó el conventillo, en tanto, relata la creación de la Constitución Nacional.
La segunda parte del CD comienza con un argentino que viaja a llorar a París. En El tango a París el argentino se encuentra con otro paisano bailando tango en el subte,vestido de gaucho: “Callate, eh, si acá no entienden nada”, se defiende. Lo que más le preocupa al prototipo argentino es la falta de dulce de leche: “¿Con qué mierda comen el flan estos giles?”. En Frente marchita y marchita de frente march se lo escucha a Pinti cantar “A la puerta del cuartel fuimos todos a golpear / y para poder comer / a Mandrake hay que llamar”.
El período de 1945 a 1966 trae de vuelta al país al argentino anclado en París. Asume Perón y declara: “La tierra es para quien la trabaja. Hay aguinaldo, vacaciones y sindicato”. Sin embargo, el sueño de un Perón eterno se interrumpe por la Revolución Libertadora: “Las ideas foráneas y las costumbres corruptas, promovidas por un gobierno débil, nos imponen el triste deber de tomar el poder”. Para Pinti, la Argentina tiene los mismos problemas y las mismas soluciones, cada vez. “Somos la sucursal del túnel del tiempo”.
En 1976-1983 el sarcasmo general se atempera. Aquí Pinti habla de lo que el país decía ser en esa época y no era. El ‘77 es un año de oro para una clase media que mira hacia otro lado. “Podemos viajar a Europa, a Miami, ¡qué barato está todo!”. Y viene otro discurso: “Qué Ministro maravilloso. Se muere la gente ¿y qué? Debe ser que están enfermos. Ahora que viene el Mundial, les rompemos el culo en el mundo. Somos locales, somos derechos y somos humanos. Que vengan a criticar, que ensanchen las avenidas y hagan autopistas que no conduzcan a ninguna parte...”. En el Monólogo final, Pinti comienza con una pregunta que, dice, se harán las generaciones futuras: “¿Quién era Manzano? ¿Un árbol?”. Porque para Pinti si algo ha permitido esta democracia es hablar “como en la puta vida he hablado. Tengo que reconocerlo, pero agradecerlo no”. El monólogo final es una reflexión eterna sobre los últimos años de la Argentina. Para cerrar, Pinti deja una pregunta, más que una respuesta: “Yo no sé cómo se hace un país, pero sí sécómo no se hace”.