ESPECTáCULOS › ENTREVISTA AL ESCRITOR ESPAÑOL JAVIER MARIAS, QUE DA A CONOCER SU NOVELA “TU ROSTRO MAÑANA”
“Me avergüenza la actuación de los gobernantes de España”
En su flamante libro, el autor escarba en los años de la Guerra Civil Española, tema que dispara reflexiones sobre la actualidad. Marías sólo sube el tono cuando se refiere a la postura belicista de José María Aznar.
Por Silvina Friera
En la construcción de una novela, hay comienzos que resultan envolventes porque anticipan una estrategia narrativa que, como las capas de una cebolla, despliega un fluido caudal de enigmas, dilemas y tensiones. Esto sucede con Tu rostro mañana, flamante novela del escritor español Javier Marías editada por Alfaguara, subtitulada Fiebre y lanza, que se completará dentro de un año, con la segunda parte. El narrador Jacques Deza, un ex profesor de la Universidad de Oxford que regresa a Inglaterra, a modo de declaración de principios, dice: “No debería uno contar nada”. A través de las casi quinientas páginas restantes, sin embargo, por paradójico que resulte el arranque, se ocupará de contar todo o al menos lo indispensable para que los lectores se sumerjan en la historia de un hombre que es contratado por un grupo sin nombre, que durante la Segunda Guerra Mundial creó el M16, el servicio secreto exterior británico. Su trabajo consiste en ser “intérprete de vidas y traductor de personas”. Deza posee un don o una maldición: ver dentro de las personas, averiguar si son leales o traidores y, además, puede develar cómo serán esos rostros mañana, una cualidad que, por añadidura, torna a este personaje más atractivo.
En la teleconferencia que Marías brindó para los medios de Latinoamérica, el autor de Los demonios del lobo, Travesía del horizonte, El monarca del tiempo, El siglo, El hombre sentimental, Todas las almas, Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí (Premio Rómulo Gallegos en 1995) y Negra espalda del tiempo, habló de su novela, del sentido de la literatura, de la Guerra Civil Española y los desaparecidos, y no ahorró críticas por la postura belicista del gobierno español, que apoya el ataque contra Irak. Tu rostro mañana, recientemente editada en la Argentina, es finalista del segundo Premio Fundación José Manuel Lara Hernández, galardón dotado de 150.000 euros, que distingue a la mejor novela en castellano publicada durante el año anterior a la convocatoria. “Los narradores en primera persona de mis últimas novelas están muy emparentados, son todos primos hermanos y es algo consciente y deliberado. Aunque en Todas las almas, de 1989, el narrador no tenía nombre, porque nunca se supo, es el mismo profesor que ahora reaparece en Tu rostro mañana, a pesar de que las historias sean completamente independientes. En Todas las almas, se me identificó a mí con ese narrador, más que en otras ocasiones, porque yo había estado en Oxford enseñando y Jacques Deza también. Me causaba gracia recuperar a ese narrador y ver cuál era su posible evolución”. Entonces Jacques (también Jacobo, Jaime o Iago, el espía cambia sus nombres, claro), separado de su mujer y con dos hijos, reclutado por el locuaz hispanista sir Peter Wheeler, rememora episodios de la Guerra Civil Española, entre ellos el asesinato del dirigente trotskista Andrés Nin. Además, el autor presta al narrador un hecho real: la delación que sufrió su padre, Julián Marías, por ser republicano, al final de la guerra, por parte de su mejor amigo del bachillerato. “Esa traición llevó a mi padre y al padre de Deza a la cárcel franquista. Hay un desconocimiento por parte del padre del verdadero rostro del amigo, del que tendría mañana. Todos daríamos cualquier cosa por saber de antemano hasta qué punto podemos confiar en las personas que nos importan.”
Marías –nacido en Madrid en 1951– señaló que cuando escribe tiene una brújula que lo orienta, ideas de hacia dónde quiere ir, pero que no posee un mapa. “Hay escritores que sí lo tienen, que cuando empiezan saben cómo van a contar la historia, en qué orden, con qué personajes, qué va a pasar de arriba a abajo. Si yo supiera que tengo mapa, que me viene un precipicio y luego un desierto, acabaría por no escribir los libros. A mí me divierte el proceso de averiguación, me gusta ir comprendiendo a medida que escribo”. El autor, que en los últimos años se ha convertido en unfenómeno literario y editorial a nivel mundial (sus libros fueron traducidos a 32 lenguas en 44 países), confesó que tiene un método un poco extraño y “que no se lo recomienda a nadie, menos aún al que está empezando a escribir, porque es muy arriesgado y normalmente lleva al desastre. Si digo algo en la página dos y en la doscientos descubro que me hubiera convenido decir algo distinto en la página dos, rara vez modifico lo escrito al principio. En mis novelas a menudo hay contradicciones internas, se dice una cosa y su contraria. Esto se debe a que los hombres llevan contando la vida, en forma de crónicas, poemas y novelas, cuando la vida nunca es contable. Con el mero hecho de ponerte a contarla ya la estás alterando o tergiversando”.
–En Tu rostro mañana hay un juego muy borgeano. El narrador escribe en español, pero entabla los diálogos en inglés y los traduce al castellano. ¿Borges está entre sus afinidades literarias?
–Jorge Luis Borges es un autor que admiro muchísimo y con el que supongo que tengo más afinidades de las que conozco. No lo he leído lo suficiente porque, cuando era muy joven, descubrí tantas afinidades que me dio un poquito de miedo. Pensé que si leía mucho a Borges podría acabar fagocitado por su influencia. Me resulta curioso el comentario del juego entre el español y el inglés porque, cuando empecé a escribir, mis detractores de entonces decían que escribía como si fuera una traducción, que mis libros parecían traducidos del inglés. Dado que he sido traductor, para mí eso no era en sí mismo una crítica sino un elogio. Me hace gracia que, al cabo de los años, haya escrito un libro que supuestamente estaría traducido del inglés. Esa gente, que me criticaba por eso, olvida que también el Quijote es una traducción del árabe, de un manuscrito encontrado.
–Entre los episodios que toma prestado de la realidad, el tío Alfonso, un republicano desaparecido, ¿es también autobiográfico?
–Sí, sólo que mi tío no se llamaba Alfonso sino Emilio. Su muerte tuvo lugar exactamente como se cuenta en la novela y la foto del muerto, que es lo único que se encontró, la foto burocrática de muertes administradas en Madrid, donde se supone que se le pegó un tiro a los 18 años, la encontré de la misma manera que la cuenta el narrador.
–¿Qué opinión tiene del momento que está viviendo España, que empieza a averiguar lo que pasó con los desaparecidos de la Guerra Civil?
–Estuvo bien que después de la muerte de Franco hubiera un pacto social para no llevar las acusaciones muy lejos. Lo que no está bien es que eso haya conducido a una amnesia. Me he encontrado con problemas cuando hablé sobre las actuaciones de algunos escritores durante la Guerra Civil. Había gente que me decía que de eso no se habla. Nadie quiere llevar a la cárcel a estas alturas a nadie, pero que no se pueda saber lo que ocurrió, que no se sepa quién hizo algo que estuvo bien o mal me parece anómalo. En estos últimos años, se está recuperando un poco la posibilidad de conocer, antes de que se mueran aquellas personas que fueron represaliadas por el fascismo. Es necesario que se sepa sobre los desaparecidos de la guerra, qué fue de sus destinos y, en la medida de lo posible, constatar dónde están sus restos para darles sepultura. Es posible que las personas heridas, las víctimas, renuncien, en un momento dado, si quieren, a que se haga justicia real. Lo que es irrenunciable es la justicia narrativa, que se sepan las cosas. Hace un año murió Camilo José Cela. A mí nunca se me hubiera ocurrido pedir que se lo juzgara por haberse ofrecido como delator a la policía en plena guerra o por haber ejercido la censura después. Sin embargo, que eso no se pueda saber está mal. Creo que debe saberse, que ésa es la justicia narrativa de la que yo hablo y que depende de cada momento, de cada pueblo y del interés que se tenga de seguir adelante”.
El autor no se muestra optimista respecto del futuro: “Nunca hubo una luz de esperanza para la humanidad. Mucho menos ahora que estamos envísperas de una guerra disparatada e innecesaria. Ya las necesarias, si es que las hay, son bastantes espantosas como para que las innecesarias tengan lugar. Desde el principio de los tiempos la humanidad está muy oscura. Faulkner dijo que encender un fósforo en el medio de la oscuridad no sirve para iluminar nada. Ayuda a ver con mayor claridad cuál es la dimensión de esa oscuridad”, recordó el autor.
La voz de Marías se elevó varios tonos por encima de la normalidad con la que venía contestando las preguntas, cuando empezó a hablar sobre “la guerra disparatada” y la postura belicista del gobierno español. “Mi incomodidad es extrema, estoy avergonzado de la actuación del gobierno de mi país. Según encuestas, aproximadamente el 80 por ciento de la población española estaría en contra de la guerra”, subrayó el escritor, que advierte que se están efectuando aberraciones jurídicas. “El señor Rumsfeld, secretario de Defensa estadounidense, ha dicho que la falta de pruebas de que Saddam Hussein tenga las armas de destrucción masiva no significa que no haya pruebas”, ejemplificó. “Esto es demencial. Es como si mañana lo acusara al señor Rumsfeld de haber matado a una vieja en un parque y, como él no tiene coartada, digo que la falta de pruebas no significa que no las haya. El que tiene que aportarlas es el que acusa y no el reo. Otra de las cosas gravísimas que está sucediendo es que se habla tranquilamente del ataque preventivo. Eso equivale a que a mí se me diera por decir que temo que el presidente de mi gobierno vaya a atentar contra mi vida. Y como temo eso, tengo derecho a atentar yo primero contra la suya. Es un disparate. Lo que no se puede hacer, y es lo que está haciendo desde mi punto de vista el gobierno español, es seguir a esos locos o cínicos.”