ESPECTáCULOS
Los músicos de jazz y sus nuevas alianzas para afrontar la crisis
El sello discográfico BAU (Buenos Aires Underground), dedicado al jazz argentino, y el bar-restaurante Thelonious nacieron casi juntos. Inauguran el 2002 con un ciclo musical organizado en conjunto.
Por Diego Fischerman
Los tiempos de guerra generan cambios acelerados. Rupturas de viejas lealtades. Cambios de bando. Y también, claro, la necesidad imperiosa de encontrar aliados. De tener, en el medio de la debacle, con quien contar. Por eso no es extraño que, en el centro de una situación que sus protagonistas, a pesar de todo, se niegan a caracterizar como dramática, un club de jazz y una serie de músicos aparezcan juntos en un proyecto que –otra curiosidad más– aparece asociado a un fenómeno productivo. “No nos podía ir mal porque todavía no había empezado a irnos bien”, bromea Ezequiel Cutaia, responsable desde octubre del año pasado, junto a su hermano Lucas, del bar-restaurante-club de jazz Thelonious (Salguero 1884, primer piso). El lugar de nombre ilustre se ha convertido, en los últimos meses, en el refugio casi obligado de los músicos que no quieren padecer las conductas caníbales de sus antiguos empleadores, agravadas por la crisis y la desesperación. Y lejos de irles mal, este virtual asilo diplomático para el jazz argentino se ha ido consolidando como uno de los pocos lugares en que este género sobrevive sin sobresaltos y, según palabras del guitarrista Fernando Tarrés, “con respeto hacia sus intérpretes”.
Tarrés y los hermanos Cutaia (hijos de quien fue tecladista de Pescado Rabioso) están embarcados en una especie de festejo, asociado a la continuidad de una de las empresas más interesantes y exitosas del año pasado: la fundación de un sello argentino de jazz. El nombre BAU (Buenos Aires Underground), con tres ediciones iniciales dedicadas al propio Tarrés, al grupo del saxofonista Luis Nacht y al trío Cambio de Celda, conformado por Ernesto Jodos en piano, Sergio Verdinelli en percusión y Martín Iannaccone en cello, logró en muy poco tiempo instalarse como un referente del jazz hecho en la Argentina. Y ahora, durante todos los sábados de marzo, encararán un ciclo de actuaciones. “Hay una coincidencia –dice Lucas Cutaia– entre los nombres de los músicos que grabaron o lo harán próximamente para ese sello, los de los artistas más representativos de la escena del jazz en esta ciudad y los de las personas que habitualmente programamos. Para nosotros resultaba totalmente natural, por lo tanto, pensar en un ciclo del BAU.” La movida comenzará el próximo 2 de marzo a las 22.30 con Tarrés al frente de su grupo Arida Conta, integrado por Rodrigo Domínguez en saxo, Ernesto Jodos en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo, Sergio Verdinelli en batería y Tarrés en guitarra. Como artista invitado participará Enrique Norris en corneta. El guitarrista, cuyo CD editado en la camada inicial de BAU reunía material grabado en Estados Unidos, publicará este año su primer álbum del grupo con el que se presentará en vivo y con el que viene tocando desde hace un año. El sábado 9 tocará Jodos con uno de sus tríos, junto a Verdinelli y el contrabajista Hernán Merlo; una semana después será el turno del cuarteto de Ricardo Cavalli, con Guillermo Romero, Guillermo Delgado y Diego Luteral; el 23 actuará Luis Nacht, con Jodos, Delgado y Verdinelli; y el 30 se presentará Pepi Taveira, acompañado por Domínguez, Jodos y Mariano Otero.
Las próximas ediciones del sello estarán dedicadas a este mismo cuarteto de Taveira, al grupo de Cavalli y al quinteto de Mariana Baraj. El balance, según Tarrés, es más que positivo: “Aunque tuvimos algunos problemas con la distribución, BAU existe y no sólo para nosotros. Es una palabra reconocida en el mundo del jazz. Con una inversión mínima logramos convertir a este muy pequeño –aunque muy ambicioso– emprendimiento en un dato preciso del mercado. Es cierto que la crisis económica es inédita. Pero también lo es que, a pesar de todo, esa pequeña fracción de compradores de discos a los que les interesa la música creativa saben de nuestra existencia. Hasta ahora hemos sido extremadamente respetuosos de algunos convenios con la distribuidora, en relación, por ejemplo, con no vender muchos de nuestros discos en los conciertos para no perjudicarlos aellos. Pero en la medida en que esos pactos no tuvieron una contrapartida suficientemente satisfactoria, es probable que vayan modificándose”. En cuanto a la vida de Thelonious, los hermanos Cutaia aseguran que “después de un muy buen primer mes, en noviembre, hubo un descenso en diciembre; pero desde ese momento la situación no ha empeorado e, incluso, la sensación es que va mejorando y que empieza a formarse un público propio, que es a lo que aspiramos. Querríamos llegar a que hubiera una cantidad de gente que viniera a Thelonious aun sin saber lo que está programado. Que partiera de la confianza de que, aunque no conozca los nombres de los músicos que tocan, seguramente el producto es de alta calidad musical”. El objetivo coincide en gran medida con el explicitado por Tarrés en cuanto a lograr con BAU “un sello de confianza, como lo era ECM o antes Blue Note; un sello que permita descubrir nombres nuevos, ir de un disco a otro siguiendo a un pianista, un saxofonista o un contrabajista”.