ESPECTáCULOS › STEPHEN FREARS HABLA DE “NEGOCIOS ENTRAÑABLES”, SU NUEVO FILM
“No es una pieza de realismo inglés”
La película que se estrena aquí este jueves marca un regreso de Frears a la Londres más actual, una radiografía de los “abandonados por el sistema” en la que los únicos blancos son unos desagradables oficiales de inmigración. Pero el cineasta reniega de las etiquetas.
Por Martín Pérez
“Estoy aquí para rescatar a los abandonados por el sistema.” Así es como se presenta Okwe en el aeropuerto, ante los pasajeros de su taxi. Okwe es, en realidad, un médico africano que se las ingenia para sobrevivir –muy lejos de su país y de su oficio– con dos trabajos y sin papeles en un Londres cosmopolita y marginal. Recepcionista de hotel por la noche y taxista de día, el melancólico Okwe es apenas uno de los protagonistas de Negocios entrañables, un thriller multiétnico que es a la vez un drama urbano e incluso una historia romántica. Semejante crisol de géneros, sumado al de razas, parece homenajear el heterogéneo currículum de su director, el británico Stephen Frears, director de películas tan disímiles entre sí como Susurros en tus oídos, El secreto de Mary Reilly o Alta fidelidad. Abrumado de elogios por la prensa estadounidense, que ha celebrado que su retrato brutalmente contemporáneo de Londres tenga poco y nada que ver con el que presentan las más recientes comedias urbanas británicas, el irónico Frears demuestra en sus últimas entrevistas que siempre tiene lista una respuesta. Sobre todo cuando le preguntan la razón por la cual los directores británicos de los últimos tiempos se empeñan en limpiar étnicamente sus films. “No lo sé. En lo que a mí respecta, he estado muy ocupado limpiando étnicamente mi película de cualquier personaje de raza blanca.”
Además del personaje de Okwe, Negocios entrañables es un film habitado por los demás choferes africanos e indocumentados de su trabajo como taxista, un médico forense oriental, una mucama de hotel turca, un portero de noche ruso y un inescrupuloso gerente español. Frears parece haber hecho bien su trabajo de “limpieza” y los únicos personajes blancos que se dejan ver por ahí son unos desagradables agentes de inmigración. Exhibido en la edición de este año del Festival Internacional de Mar del Plata, el último film de Frears –que se estrena comercialmente aquí este jueves– fue recibido en todo el mundo como su metafórico regreso al barrio que lo hizo famoso, ese lugar desde donde filmó las obras que lo hicieron mundialmente conocido, como Ropa limpia, negocios sucios o Sammy y Rosie van a la cama. Pero el británico tiene también una frase lista para desmarcarse de semejantes comparaciones: “Hay una gran frase de Billy Wilder, en la que dice algo así como que ‘es muy amable de su parte, pero creo que me está tomando por una persona más seria de lo que soy’”, le dijo a un periodista del Times londinense. “Es verdad que si me piden que haga una película sobre Londres, para mí tiene que tener la vitalidad de aquellas películas. Pero lo que más me atrajo de esta historia era que contaba su historia bajo un formato popular, que no era simplemente una pieza más de realismo británico”, agregó el cineasta.
Firmado por Steve Knight, el creador del mundialmente exitoso programa televisivo “¿Quién quiere ser millonario?”, el guión original de la película de Frears seguramente estaba muy lejos de los patrones habituales del realismo británico. De hecho, su Londres es tan cosmopolita que puede ser cualquier gran ciudad europea, y lo mismo sucede con su elenco, encarnado en el afiche promocional apenas por el rostro de la actriz francesa Audrey Tautou, la estrella de Amélie. Aun cuando sea una película –y un personaje– casi en los antípodas de Negocios entrañables, cuyo título original es Dirty Pretty Things, algo así como “Hermosas cosas sucias”. “Me acuerdo de que en el estreno de Amélie, Audrey se me acercó y me dijo: ‘No quiero que veas esta película’”, contó el director en una entrevista publicada en el site de Internet Salon. “Cuando le dije que la iba a ver igual, ella me aclaró: ‘No quiero que creas que es lo único que puedo hacer’.”
Ubicando la inmigración ilegal en el centro de su trama, según Frears este nuevo trabajo habla de otra clase de fenómeno urbano que el que narraban aquellas películas de inmigrantes que lo hicieron famoso, con guión de Hanif Kureishi. “Los protagonistas de esta película no vienen de las colonias, éste no es un film sobre el imperio sino que es sobre algo mucho más difícil de describir”, intenta explicar Frears, que le confesó al New York Times que aquellos guiones le abrieron los ojos. “Fui criado en medio de una vida completamente blanca y de clase media, pero Kureishi me politizó. Y desde que abrí los ojos a ese mundo, las cosas no dejaron de ponerse interesantes”, explicó quien tal vez sea el director británico de su generación que más rápido y con menos prejuicios cruzó el océano hacia Hollywood, pero sin dejar nunca de ser esencialmente británico. Incluso a pesar de sí mismo.
Capaz de elogiar a Wong Kar Wai y a Paul Thomas Anderson ante la prensa estadounidense, y a Jacques Audiard y a Gaspar Noé –“me encantó Irreversible”, aseguró– ante la prensa británica, Frears es un personaje muy difícil de entrevistar, como lo sabe cualquier periodista que haya lidiado con él. En particular a la hora de hacerlo reflexionar sobre su trabajo. “Me entrenaron para dirigir lo que estaba frente a mí, a la manera de los viejos directores de los grandes estudios”, asegura el británico, al que no le cuesta alejar su nombre del de contemporáneos como Mike Leigh o Ken Loach. “Soy más frívolo que ellos, con los que no tengo nada que ver, salvo la edad”, le explicó a la revista online Indiewire. “Mis películas son diferentes de las suyas, y además a mí no me importa ensuciarme filmando en Hollywood. Por eso creo que ellos son mucho más serios que yo.”