EL PAíS › KIRCHNER LE QUITO EL CONTROL DE LA SECRETARIA DE TURISMO
Scioli en caja y con la campanita
El Presidente decidió cortar la discusión pública y quitarle poder real al vicepresidente. Relevó a la cúpula de Turismo, una secretaría presidencial, y ahora el vice quedará relegado a su función constitucional de presidir el Senado. Scioli, que no fue recibido ayer por Kirchner, consiguió apoyo en Chiche Duhalde.
Por Diego Schurman
–¿Entonces qué hacemos? –Le vamos a sacar la caja.
La conversación, bien cruda, tuvo como protagonistas a Néstor Kirchner y a dos funcionarios de su más extrema confianza. Poco después, la sanción a Daniel Scioli por desentonar con la filosofía del Gobierno tomó estado público: la remoción de la cúpula de la Secretaría de Turismo y Deporte, donde el vicepresidente era amo y señor, además de supervisor de su suculenta partida presupuestaria. Dicho de otro modo: se decidió relegar al motonauta a la relajada pero ingrata tarea de tocar la campanita del Senado, lo que generó especulaciones sobre su continuidad en el cargo.
La embestida contra Scioli se fue pergeñando a lo largo del fin de semana. Pero terminó de definirse ayer en reacción a las apreciaciones del vicepresidente sobre la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y también sobre el eventual aumento de las tarifas de las empresas privatizadas.
En la intimidad de la Casa Rosada consideraron que las declaraciones de Scioli a contramano de la filosofía de Kirchner no connota únicamente la búsqueda de un perfil propio sino también el armado de un poder paralelo cimentado en el establishment y una extraña combinación de menemistas y duhaldistas.
El jefe de gabinete, Alberto Fernández, quien suele nutrirse de encuestas sobre cada uno de los temas que aquejan al Gobierno, blandía ayer una del sociólogo Artemio López. Se trata del titular de la consultara Equis, un habitué de Balcarce 50, y quien recorrió los pasillos del poder el lunes por la noche.
“¿Cree que alguien está detrás de las afirmaciones de Scioli?”, fue una de las preguntas de la muestra de 960 casos telefónicos de Capital y Gran Buenos Aires. La respuesta obtenida entre el 17 y 19 de agosto fue: “Menem, 30 por ciento”; “Nadie 27,6”; “Empresas privatizadas, 15,4”; “no sabe/no contesta, 13,4”; “Otros 6,7”; Duhalde, 3,8”; “Los militares 3,1”.
La percepción de Kirchner no difirió demasiado de lo que reflejaron esos números. Por eso no dudó en aplicar una “medida correctiva” para disciplinar a Scioli, quien utilizó una frase poco feliz para oponerse a la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. “En un país serio, el Congreso no anula sus leyes”, había dicho el vice.
El lunes, Página/12 informó en exclusiva que una de las alternativas que barajaba el Gobierno era sacarle a Scioli el control de la Secretaría de Turismo y Deporte. Al día siguiente, este diario le planteó esa posibilidad al vice.
–Podrían desplazarlo del control de la Secretaría de Turismo, cuyo titular es un hombre de su confianza, Germán Pérez.
–La verdad, yo no creo que Presidente esté utilizando su tiempo para esas cosas. Realmente no creo que se maneje con represalias –contestó. Se equivocó. De todos modos, a esa altura sabía del revuelo que habían causado sus dichos. A tal punto que debió salir a poner paños fríos en cada uno de los temas conflictivos, con frases rayanas a la obsecuencia: “Yo estoy a muerte con Kirchner, estamos más juntos que nunca”; “soy un fervoroso creyente de la imprescriptibilidad de los crímenes de les humanidad”, “¿cómo yo voy a estar propiciando el aumento de las tarifas?”.
De nada sirvió. Al recorte de poder, se sumaron gestos inequívocos de desautorización. El más elocuente ocurrió anoche, cuando Scioli buscó reunirse en vano con Kirchner. Dicen que el vice pretendía evitar su desplazamiento de la secretaría de Turismo, pero desde la propia Casa Rosada se apuraron en dar estado público a la medida.
Las tres horas de espera de Scioli fueron en vano. Kirchner informó que tenía la agenda ocupada. Y tras una reunión con el ministro de Planificación, Julio De Vido, se retiró.
–¿Hubo algún amague de renuncia? –preguntó este diario a un hombre del círculo áulico de Kirchner –No.
–Pero todo hace suponer que cualquier otro traspié de Scioli no haría otra cosa que abrir paso a su renuncia
–Todo puede ser –esbozó, como si el tema lo tuviera sin cuidado al Presidente.
La dificultad se trasladó al bunker del propio motonauta. ¿Con qué argumento renunciaría? ¿O acaso es una potestad del vice mover los hilos de la Secretaría de Turismo?
Pasadas las 11 de la noche, el vicepresidente enfiló hacia la explanada para abordar su auto. En el camino, sólo regaló una frase. “Sin comentarios, está todo bien.”
La tensión que se vivió ayer en la Casa Rosada se trasladó hacia el seno del justicialismo. Eduardo Duhalde, a través de su mujer Chiche, fue uno de los que salió a respaldar con más fuerza a Scioli.”Es un buen vicepresidente, es una muy buena persona, tiene personalidad y puede tener opiniones diferentes a las del presidente, y no es malo que eso suceda”, dijo.
El duhaldismo no se privó de las habituales tertulias de los martes. Y con el ex presidente a la cabeza, hubo coincidencias en que no era momento de confrontar.
–Se tienen que sentar, acordar, y dejarse de joder –dijo Duhalde, en alusión a Scioli y Kirchner, según admitieron algunos concurrentes al mitín de Avenida de Mayo.
Hoy se podrá evaluar qué papel adoptará el ex mandatario en el conflicto. Si no hay cambios de agenda de último momento, Scioli debería compartir una recorrida por Ramallo y San Pedro con la propia Chiche, primera candidata a diputada en al lista de Felipe Solá.
Al fin y al cabo, fue la ex titular de Desarrollo Social quien sugirió para la fórmula presidencial el nombre del motonauta, ahora caído en desgracia.
Dejarlo sin el control de la Secretaría de Turismo y Deporte significa quitarle una caja millonaria. Sólo la Administración de Parques Nacionales, dependiente de ese organismo, maneja un presupuesto de 40 millones de pesos. El Gobierno ya había puesto la lupa sobre este área, donde “soldados” de María Julia Alsogaray comenzaron un silencioso y gradual desembarco. Es pública la injerencia que tiene en Parques Nacionales la Fundación Vida Silvestre, creada por Francisco Erize, el ex marido de la polifuncionaria actualmente presa.
Con el desplazamiento del presidente y el vice de Parques, Sergio Zaragoza y Oscar Iriani, se espera ahora un cambio de política que, según los representantes gremiales del sector, hasta ahora no escapaba de la línea privatizadora que motorizó Alsogaray.
En lugar de Pérez, Kirchner pondrá a Enrique Meyer, quien durante doce años ejerció como subsecretario de Turismo Santa Cruz. En lenguaje oficial, otro pingüino al poder.
Al abordar el tema el parte de la Casa Rosada apeló a los eufemismos. Mencionó, sin más, la decisión de “reestructurar una secretaría que está bajo la conducción presidencial”, como si el despliegue mediático del conflicto y hasta la intervención de la Iglesia, en este caso para bajar los decibeles del enfrentamiento, hubieran surgido producto de un mero capricho.
Fuera de micrófono la argumentación oficial fue la de un “gesto de autoridad” hacia un vice que acumula viejos rencores entre los pingüinos, amén del consabido cortocircuito en materia de derechos humanos y tarifas.
Lo condenan por su pasado menemista y por no evitar al alineamiento del PJ porteño con Mauricio Macri, cuando es notorio el respaldo del Gobierno a la reelección de Aníbal Ibarra.
Lo condenan por su debilidad por los “lobbies”, e incluyen como parte de esa práctica su gira por España, donde mantuvo reuniones con el presidenteJosé María Aznar y el rey Juan Carlos, además de un puñado de empresarios (ver aparte).
Lo condenan por su alto perfil, sobre todo para ponerse en las antípodas de Kirchner a la hora de hablar de la Corte Suprema, de Fidel Castro, de las negociaciones con el FMI y de cómo posicionarse frente al establishment.
–¿A Kirchner no le preocupa la posibilidad de estar generando una salida forzada de Scioli?
–insistió este diario, sobre el filo de la medianoche, ante un conspicuo habitante de la Casa Rosada.
–Scioli ya es grande y sabe lo que tiene que hacer.