EL MUNDO › CONSECUENCIAS MILITARES DEL NUEVO ATENTADO

Un impulso a la separación

 Por Claudio Uriarte

Un cese del fuego suele ser poco más que una oportunidad para que los bandos enfrentados reagrupen sus fuerzas y reconstituyan sus arsenales. Eso, y no otra cosa, es lo que emerge del atentado de ayer en Jerusalén. Pero, por insertarse en el plan de pacificación de la Hoja de Ruta, tanto la tregua como su ruptura definen los límites de aquello en lo que se puede avanzar. En concreto, la evacuación israelí de dos ciudades palestinas fue postergada, al tiempo que el poco más que teórico poder de Mahmud Abbas, el nuevo primer ministro palestino, se debilita. Por eso, y por más que Hamas y Jihad Islámica se hayan reivindicado el ataque, la operación es un recordatorio de que el verdadero poder entre los palestinos reside con Yasser Arafat. Y el efecto neto del ataque podrá medirse de manera precisa: se trata de ver cuántos kilómetros avanzará en las próximas semanas la construcción de la barrera de separación física que Israel está construyendo con las zonas palestinas.
En las últimas semanas, esa construcción ha sido objeto de controversias. Los israelíes la llaman “valla defensiva”; los palestinos, “muro”. En realidad, esta distinción es puramente semántica. Es verdad que en determinados tramos de su recorrido ni siquiera existe una pared, sino verjas electrificadas y puestos de control, pero el efecto es el mismo: dificultar la entrada de atacantes desde Cisjordania a Israel. Hay un precedente: una construcción similar aísla Gaza de Israel, y los atentados desde Gaza han caído en picada. Desde luego, esto dista de ser una solución ideal –como sí lo sería la firma de una paz plena con los palestinos y la constitución de su propio Estado–, pero, en el ínterin, este tipo de medida suele funcionar: el Muro de Berlín, por ejemplo, cayó, pero por casi 30 años garantizó la separación de las dos Alemanias, y la Zona Desmilitarizada separa a las dos Coreas desde los años ‘50. Se trata del tipo de medida extrema que se toma cuando la paz entre dos actores contiguos parece imposible; el tema es saber qué largo será el ínterin.
Pero en este asunto se mezcla otro problema: la posibilidad de que el muro construya una frontera de facto, y por lo tanto defina unilateralmente los límites del futuro Estado palestino. Durante las últimas semanas, esto ha sido objeto de un forcejeo entre Israel y el Departamento de Estado norteamericano. Por obra de ese forcejeo, lo que se negocia no es tanto el muro como su recorrido, la profundidad de su entrada en las zonas palestinas más allá de la “línea verde” previa a la guerra de 1967 y el ritmo del avance en su construcción. Cerrar totalmente a Israel de Cisjordania llevaría unos 350 kilómetros, de los cuales se han concretado hasta ahora unos 100. Y cuantos más atentados haya, más rápido avanzará la construcción.

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