ESPECTáCULOS
“No podemos zafar de contar en la TV cómo fue la dictadura militar”
Adriana Lorenzón, guionista de “Costumbres argentinas”, explica por qué la serie da cuenta de la historia reciente con cuentagotas.
Por Mariano Blejman
O bien la comedia leve no puede permitirse algunos lujos –como el de tratar las cosas tal como son– o el pasado es demasiado reciente como para ser contado en un horario central de televisión abierta. “Costumbres argentinas” (de lunes a viernes, a las 21 por Telefé), ambientada en los años ‘80, parecía esquivarle al bulto de la historia política del país, con juegos de amores y odios en el relato de veinte años en la historia de amor de Gabriel (Tomás Fonzi) y Mariana (Daniela Herrero). Aunque alejados de lo que sucedió durante el último gobierno militar. Ahora, al fin, en la tira merodea el asunto de la dictadura 1976-1983, pero sin meterse de lleno. “Al principio quise contar los ‘80 tal como sucedieron, pero la producción decidió hacer referencias sin meterse con hechos políticos. El contexto histórico se tenía que revitalizar”, cuenta Adriana Lorenzón, quien también escribió “Buenos vecinos” y junto a Mario Schajris es guionista y promotora de la idea firmada por ella, Sebastián Ortega y Marcelo Tinelli en Ideas del Sur. “Pero no podemos zafar de contar cómo fue la dictadura”, dice Lorenzón.
“Revitalizar” es la palabra que usaron, probablemente, Ortega y Tinelli para dejar de lado, por ejemplo, el tema de los desaparecidos durante meses de programación. La historia se fue en referencias hacia los amores de un pasado nostálgico, más centrados en los “asaltos” con gaseosa, peleas rocambolescas y alguna que otra banda de rock and roll de raros peinados más o menos nuevos. Sin embargo, el peso propio de la historia se llevará por delante la tira, claro, si es que esta se deja llevar. Desde esta semana, los Rosetti y los Pagliaro, una suerte de Montescos y Capuletos urbanos de los ‘80, se alistaron en las elecciones presidenciales que los militares anunciaron para octubre del ‘83, después del bochorno de Malvinas. Y las menciones a los desaparecidos comienzan a hacerse presentes.
Carlos Calvo, el Rosetti, se juega por el peronismo, mientras que Alberto Martín, el Pagliari, es radical. El PI (recuérdese, Partido Intransigente) será encarnado por el personaje de Ernesto (Cacho Santoro). Cada uno encarna, además, estilos distintos de hacer política. Lo que no se sabe es que la idea original de “Costumbres argentinas” era enfrentar dos familias, una con conciencia política que no podía decir lo que sabía, la otra familia alejada de la realidad. “Pero tuvimos nuestras diferencias”, reconoce Lorenzón. “El canal iba a competir con una comedia: algunos pensábamos que agregarle la realidad iba a sumar cosas al costumbrismo que no estábamos acostumbrados a ver. Otros opinaron que no era necesario. Se siguió la opinión del canal y de la productora.”
Así vivió buena parte de la clase media: como en la tira, mirando para otro lado. Las referencias históricas vienen siempre con Mariana, una de las protagonistas. Los cambios de presidentes de facto, las abuelas que buscan a sus nietos, la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo aparecieron apenas citadas en su diario íntimo. Mariana viajó a Italia y cuando vuelve se refiere a que “en el avión muchos de los que viajan son exiliados, que decidieron volver para las elecciones”. Apenas eso. Pero es eso, apenas eso, lo que muchos argentinos conocían. Un pequeño atisbo de “realidad” lo tuvo Sandra Mihanovich (Victoria), cantante que vivía en el interior hasta que su compañero desapareció y volvió a Buenos Aires a refugiarse con su primo Gustavo (Carlos Belloso). “Me enteré de lo que pasaba después de Malvinas. Cuando se corrió un velo pasé de no saber nada a militar en política”, cuenta Lorenzón, de 37 años. Y recién con Malvinas en la tira se tocó el tema. “Entró un personaje, Juan, para hacer de compañero de colegio que va a la guerra.” El homenaje duró un bloque.
A diferencia de los productores, Lorenzón no cree que contar la verdadera historia espante espectadores: “Nadie se va de un programa que cuenta cosas interesantes”, opina. La tira podrá decir “lo que pasó” y si todo va bien, hasta puede tener un segundo año para los movidos ‘90. De todos modos, está asegurada hasta fin de año y cronológicamente hasta el’85. Incluye la elección de Raúl Alfonsín, “que se basó en los derechos humanos y ganó”, y su consabida primavera. Pero el plato fuerte será el Juicio a las Juntas de 1985. Allí, “Costumbres argentinas” tendrá una buena oportunidad para prestarle 20 puntos de rating a un pasado que la tele, a veces, parece empeñada en hacer desaparecer.