ESPECTáCULOS
Elogios para el cine argentino
El film de Daniel Rosenfeld “La quimera de los héroes” fue destacado por la crítica de la Mostra por su “extraordinaria simplicidad”.
Por Kelly Velásquez
Desde Venecia
El cine argentino sigue dando muestras de buena salud. Ayer cosechó en la Mostra elogios y aplausos, que corroboran el prestigio que ha obtenido en los últimos años en el circuito de los principales festivales europeos. A diferencia de Imagining Argentina, de Christopher Hampton, que fue vista como un inverosímil recorte de la realidad del país, la crítica italiana coincidió en que La quimera de los héroes, de Daniel Rosenfeld, aporta mucho más para el conocimiento de una parte de la realidad argentina.
TV Film Daily, uno de los dos suplementos diarios de la Mostra, resaltó que La quimera de los héroes “es una de las obras más hermosas vistas hasta ahora en el festival y uno de los mejores films deportivos de los últimos años”. El crítico del diario La Repubblica, mientras tanto, calificó a La quimera... como “simple y sincera”. El film de Rosenfeld, de 30 años, fue presentado en la sección “Contracorriente” y compite por el Premio San Marco. La película narra en 70 minutos, con formato de documental, la pasión por el rugby de un personaje contradictorio, Eduardo Rossi, profundamente autoritario y pronazi, obstinado en defender con el deporte a un grupo de aborígenes. El trabajo, que su director definió como una suerte de “ensayo”, a mitad de camino entre el documental y la ficción, fue coproducido con los franceses de “Les films d’ici” y obtuvo fondos de Dinamarca, Australia y Holanda.
“El cine de Rosenfeld, que parece fabricado con nada, es bien difícil de realizar por su extraordinaria y deseada simplicidad, algo que termina por tocarte dentro, en forma profunda. Eso, en el caos de la Muestra, no es poco”, escribió el crítico del Gazzettino. Rodado en la provincia de Formosa con aborígenes tobas, el film acompaña el cambio interior que sufre Rossi, quien se interpreta a sí mismo, al pasar de ser un hombre conservador y racista a un defensor de la dignidad de los indígenas y de sus propios derechos. “Son 70 minutos para un retrato sobre la poderosa ambigüedad humana”, fue el elogio del crítico Giuseppe Ghigi. Rosenfeld afirmó que La quimera... “es una parábola sobre el poder y las ideologías, la historia de un acto heroico realizado por un hombre políticamente incorrecto que, si bien abandonó sus prejuicios raciales, sigue manteniendo su amor desmedido por las armas y los uniformes militares. En ese contexto contamos la difícil situación de los indígenas en América latina”.
Menos suerte tuvo con la exigente crítica de la Mostra Ana y los otros, dirigida por Celina Murga, una película que también indaga en una transformación interior, pero de otra naturaleza. Presentada en la sección paralela la Semana de la Crítica, fue definida como un “viaje existencial sin alma”. El público no lo entendió así y despidió el film con aplausos.
De cualquier modo, la nueva camada de cineastas argentinos es seguida con mucha atención aquí, en tanto se la considera un punto de referencia para la cinematografía de América latina.
La competencia por el León de Oro, en tanto, tuvo ayer otro capítulo con la presentación de Zatoichi, de Takeshi Kitano. La nueva película del japonés, basada en un personaje popular de la cultura nipona (Zatoichi, un samurai ciego, que vivió en el siglo XIX), sedujo una vez más al público de la Mostra. Ayer también se vio Code 46, de Michael Winterbottom, que provocó un recibimiento tibio. Más repercusión tuvo la presencia de su protagonista, Tim Robbins, quien la presentó. “La libertad de expresión empieza abriendo la boca. Demasiadas veces la gente renuncia a esa libertad en su mente y no habla”, comentó Robbins acerca de la controversia generada en Estados Unidos con los actores que se manifestaron en contra de la guerra en Irak. El actor sostuvo que, durante el rodaje en Shangai, la producción le puso custodia personal y que él, luego de haberla aceptado, por miedo y prejuicio, observó que no era necesario. “La gente sabe distinguir entre el gobierno de los Estados Unidos y los ciudadanos”, concluyó.