ESPECTáCULOS › SONSONANDO FESTEJA MAÑANA SUS VEINTE AÑOS DE CARRERA
Un feliz cumpleaños bien cantado
Durante dos décadas, el grupo de música para niños forjó su personalidad con una idea integradora y respetuosa de su público.
Por Silvina Friera
Cuando Sonsonando arrancó con sus primeros recitales destinados a los niños comprobó que los espectadores, además de cantar, sacudir los hombros y balancear las caderas, arrastraban las sillas y se aproximaban hacia los músicos. Como si quisieran tocarlos. Beba Raspo, una de las fundadoras del grupo, recuerda este episodio fundacional sucedido en el Collegium Musicum, convencida de que la propuesta sonora –con una fuerte impronta participativa– puso en jaque una visión estrecha, pero imperante por entonces, que sostenía que al adulto le correspondía producir y a los niños consumir pasivamente. Los ritmos folklóricos, las composiciones originales del grupo y los instrumentos armados a partir de material descartable fueron conformando una identidad tímbrica original, especialmente por la utilización del xilofón, el tratamiento de las voces y los arreglos. Mañana a las 11, Sonsonando festeja sus 20 años con la música infantil en el Centro Cultural San Martín, con entrada libre y gratuita, en el ciclo que organiza Momusi (Movimiento de Música para Niños). En coincidencia con esta celebración, el grupo decidió relanzar en CD el que fue su primer casete, Las cuatro estaciones, con canciones emblemáticas como “Arriba remolones”, “En la casa de mi abuela” o “Los ratoncitos”.
Además de Raspo, Delia Capurro, María Cristina Castro, Kanky Kozameh, Jorge Lützow-Holm, Claudio Tabbush y Ariel Zimbaldo integran Sonsonando, agrupación que ha editado Paseo en... cantado, Juegos y sonsonancias y Canciones y sonsonancias, entre otros discos. “Apostamos al dinamismo; fuimos cambiando porque evolucionamos como músicos y como personas. Lo que siempre mantuvimos como bandera grupal es la tímbrica. Pero agregamos repertorio e instrumentos”, cuenta Capurro en la entrevista con Página/12. Raspo advierte que, además de privilegiar el valor de la voz humana, Sonsonando explora y experimenta las múltiples posibilidades que implica usar instrumentos y objetos no convencionales. “Hacemos una baguala, con materiales totalmente descartables como bidones, tapas de envase, un caño con una manguera, que nos sirve para crear determinado clima sonoro”, explica la docente (tal como el resto de sus compañeros, en jardines y escuelas primarias). “La experiencia del aula nos sirve para vincularnos con los chicos a través de la música, para probar una canción, un juego, un acertijo. La escuela nos permite reproducir la situación de laboratorio musical en donde prevalece el ensayo-error. Al trabajar con pibes aprendemos a vincularnos a través de la música”, aclara Zimbaldo.
“Cuando estamos en el escenario somos músicos ofreciendo un recital. No pensamos en función de lo didáctico o pedagógico, dos palabras que suelen menospreciarse, sino en lo artístico musical”, añade Raspo. Por eso, Zimbaldo dice que el grupo empezó a grabar las canciones cuando se dieron cuenta que había que reproducir la situación de juego de un recital en la casa, prolongar la magia de Sonsonando en el cuarto de los chicos. Para que con un lápiz, una caja y una latita, traten de emular los sonidos que escuchan.
–¿La utilización de material descartable para armar un instrumento les permite desmitificar la música como algo difícil y acercarla a los niños?
Beba Raspo: –Nos proponemos que puedan encontrar en su entorno cotidiano o familiar algo, por más pequeño que sea, que les permita hacer música. Esta es la idea, aunque no cualquier cosa sirve para hacer música. Hay que aguzar el oído y empezar a buscar para dar con el efecto sonoro adecuado. Sin embargo, es cierto que la baguala con material descartable nos permite demostrar que todos podemos, desde lo más simple a lo más bello y complejo, hacer música.
–¿Qué importancia le asignan a las letras?
María Cristina Castro: –Tenemos algunos cánones que respetamos a rajatabla. Cuando elegimos una canción necesitamos que esté bien acentuada y que nos guste. Somos muy enemigos de que, por razones de ritmo musical, las letras queden desvirtuadas. No buscamos canciones con mensajes, no tenemos esa estética, no nos preocupa si la letra afirma que “los chicos tienen que ser más buenos y ayudar a la mamá y al papá”. Sin embargo, queremos que los temas sean poéticos porque así como tratamos de transformar a una pequeña obra en una joya musical, la letra también tiene que estar a la altura de la música. Nos gusta que el tema sea claro, que se entienda y que sirva para jugar, porque queremos que todo el público sienta que con su participación está produciendo y construyendo en el escenario.
B. R.: –La canción es música y letra, conforman una identidad ensamblada. No somos partidarios de cambiar la letra de una canción porque eso nos parece una distorsión.