ESPECTáCULOS › UN DOCUMENTAL DE ROMAN LEJTMAN, POR INFINITO
Licio Gelli, titiritero del poder
Creador de la Logia Propaganda 2, extorsionador, mafioso y hábil coleccionista de contactos políticos, Gelli vivió de cerca la historia argentina de los ’70. Hoy tiene 84 años y vive arrestado en su casa.
Por Mariano Blejman
Le decían el titiritero: manejaba los hilos del poder desde las sombras de una logia masónica fascista, con vinculaciones en el Vaticano, el FBI, la Casa Blanca, el Palacio de Buckingham y, en la Argentina, con José López Rega, Juan D. Perón, Emilio Massera y Suárez Mason, entre otros. Construyó poder, manejó embajadores, ministros y presidentes de varios países. El arma más poderosa de Licio Gelli era la información que siempre supo conseguir: manejaba una enorme red de contactos a través de la logia masónica que él mismo creó (la P2 o Propaganda 2), con la que conseguía extorsionar y generar negocios millonarios de armas, petróleo y finanzas. Esa historia develará “Licio Gelli: el último padrino”, el documental de Román Lejtman, que se emitirá el domingo 16 a las 22 (repite jueves 20, a las 23), por Infinito.
Gelli tenía un Estado dentro del Estado. El acontecimiento que comenzó a resquebrajar la red tejida por Gelli fue la muerte de un banquero en Londres: un cardenal debió refugiarse en Estados Unidos y un capo de la mafia murió en extrañas circunstancias cuando se conoció que millones de dólares del Vaticano estaban en peligro. El Parlamento italiano decidió investigarlo y su poder se derrumbó. Años antes, en su tercera presidencia, Perón le había otorgado la “Orden de Honor del General San Martín”.
Gelli nació en Pistoia en 1919. Luchó por Franco en España y más tarde enlazó los servicios secretos de Mussolini y la SS de Hitler. Vivió en la Argentina después del primer gobierno de Perón, como refugiado protegido por la Fiat argentina. “Gelli volvió a Italia y se convirtió en un poderoso empresario textil. Creó la P2 en los ‘70, caracterizada por su anticomunismo y sus sólidas relaciones con los servicios secretos”, cuenta Cecilia Giménez, quien hizo la investigación periodística del documental.
Perón viajó en 1972 a Roma invitado por Gelli, quien lo ayudó a tejer contactos políticos y financieros de primer nivel. Luego de la salida de Cámpora, Gelli logró, en el ‘73, colocar a siete funcionarios en el gobierno que pertenecían a la P2. López Rega asumió en el Ministerio de Bienestar Social, Alberto Vignes en Relaciones Exteriores y Raúl Lastiri fue presidente de la Cámara de Diputados, además de varios embajadores. Todos respondían a Gelli.
Gelli compartía con López Rega el culto de ritos satánicos. En 1974 obtuvo el pasaporte argentino, fue nombrado consejero comercial y eligió al embajador argentino en Italia. Muerto Perón y expulsado López Rega del gobierno de Isabel, Gelli había contactado a Suárez Mason y a Massera, y festejó a los militares en el poder. Pronto logró un negocio: las Fuerzas Armadas invirtieron 6 millones de dólares en “modernización”.
En 1981, Giuliano Durone, juez de Milán, allanó la casa de Gelli y encontró una lista de 900 nombres, entre ellos el de Silvio Berlusconi. El destape hizo caer al gobierno de Italia. El titiritero estaba oculto en América latina, pero fue apresado en Ginebra. Más tarde desapareció de la cárcel cuando estaba por ser extraditado a Italia. Fue condenado en el ‘88 a 10 años de cárcel en Bologna. Pero, gracias a sus contactos, salió pronto. En abril del ‘92 intentó su última fuga, al ser condenado por la quiebra del Banco Ambrosiano. Los servicios lo encontraron en la Costa Azul y lo extraditaron a Italia. Actualmente, Gelli tiene 84 años, sufre problemas cardíacos y está en arresto domiciliario en Villa Wanda, de Arezzo, a 400 km de Roma.