ESPECTáCULOS › MARCELO GILLESPI RODRIGUEZ Y SU NUEVO DISCO

El modesto de la trompeta

Músico antes que conductor o personaje, Gillespi dice que “toco mis canciones, y punto”, lejos de otras pretensiones.

 Por Roque Casciero

Marcelo Gillespi Rodríguez se toma su tiempo hasta para cortar la suprema de pollo que tiene enfrente, pero es un tipo ocupado. Muy ocupado. Un rápido repaso de sus actividades de estos días lo demuestra: participa del programa Mirá lo que te digo (por Radio Mitre); escribe en la revista TXT; es el encargado de seleccionar, grabar y mezclar los segmentos musicales de Fútbol de Primera; acaba de presentar Ultradeforme, su propio sello discográfico; y ensaya con su banda para mostrar por primera vez en público, este sábado en La Trastienda, los temas de su flamante disco Es. “Mi vida es una sucesión de cosas y a veces se hace difícil llevar todo adelante. Bien lo saben mi mujer y mis amigos. Pero ya estoy acostumbrado”, se ríe Gillespi.
–¿Es una buena definición decir que usted es un músico que trabaja en los medios?
–Sí. Laburar en radio y más tarde en televisión fue como un bonus track, pero ya había tocado con buena cantidad de grupos, tenía una formación musical. Por eso a veces soy tan celoso de la música: es anterior a mi trabajo en los medios y creo que va a ser posterior. La gente se cansa, y muy fácil. La misma gente que te infló, un día te dice: “Bajá, que en la puerta de al lado está inflado Capusotto, vos ya fuiste”. Y entonces va a seguir estando la música. Por otra parte, que ahora haga tantas cosas marca un crecimiento, pero es un crecimiento que tiene que ver con el laburo y no con la fama inflada por los medios. No soy un tipo muy famoso. Me conoce todo el mundo, pero porque me ha visto laburando –tocando con tal o cual, o haciendo un programa–, y no por estar exhibiéndome en cócteles. No voy como invitado a casi ningún programa de tele, salvo que tenga algo nuevo que mostrar o que decir. No quiero transformarme en un personaje de la farándula. Si sucede por el trabajo, es inevitable, pero no quiero ayudar a generar un monstruo. Me cuido todo el tiempo, les tengo terror a estas cosas.
–¿Por qué?
–Porque el personaje te devora, te perjudica. Además, me siento incómodo. La fama no me gusta. Cuando arranqué en los medios hacía diez años que era músico y la tele me sumó mucha confusión. Por eso trato de hacer lo que me gusta y con gente que conozco. Soy muy desconfiado con la tele, porque incluso trabajando con gente que conocés, a veces no podés manejar el rumbo de lo que hacés. Un día entrás a hacer el programa y te ponen a un invitado horrible por una transa interna del canal. Y si te metiste no podés hacerte el loco: o te vas, o te la bancás. Es así todo el tiempo: antes de tocar el solo de trompeta tenés que hablar de la pomada antihemorroidal.
–¿La radio es más relajada?
–Sin dudas. La radio es fantástica. Estás haciendo un programa y tomás mate, escuchás una canción, salís, entrás... En la tele eso es imposible. La tele es un medio enajenante y tenés que ser muy especial para estar ahí. Roberto Pettinato, por ejemplo, es un tipo muy especial, que se caga en todo. A partir de esa premisa transcurre por la tele sin consecuencias a la vista. El está haciendo el chivo de la pomada antihemorroidal y no se lo cree para nada. Y como le chupa un huevo todo, es divertido verlo. Pero yo no podría hacer eso, porque me comprometo con lo que hago.
–Con su trabajo en los medios y con el sello discográfico, ¿cuánto tiempo le queda para la trompeta?
–Poco. Pero, ojo, yo toco mis canciones con la trompeta, y punto. A veces me comparan con trompetistas que son excepcionales. No es que me desmerezca, porque creo que hago bien mi música y con eso me alcanza, pero no soy un trompetista para el campeonato argentino. Eso ha producido que un montón de grupos me llamen a tocar, pero para tocar lo que puedo. Cuando me comparan con músicos que tocan diez horas por día, me cago de risa: yo no escribiría un método de trompeta, hay otra gente que puede hacerlo mejor. Pero ése es un error en el que se cae muy fácilmente: meponen con Fats Fernández y Juan Cruz de Urquiza, que son monstruos. En el jazz a veces se tiende a confundir virtuosismo con onda.
–En ese sentido, su sobrenombre, Gillespi, no lo ayuda para nada.
–Claro, es una trampa mortal (risas). Soy poco pretensioso: no quiero conquistar el mundo ni aparecer en los anales de la trompeta; me conformo con hacer mis canciones y llevar adelante mi proyecto. Es un vicio bastante común dentro del mundo del jazz. ¿Quién toca mejor, Malosetti u otro bajista? Es lo mismo que comparar a Maradona con el Flaco Traverso: si hacen cosas distintas, ¿cómo podés decir quién es mejor?
–¿Por qué tituló Es a su nuevo disco?
–Es un disco de cierta introspección y no tenía ganas de ponerle uno de esos nombres que le pongo yo, tipo Milanesa sideral. El disco es bastante serio y tiene que ver con composiciones que hice durante momentos de soledad. Tampoco sabía muy bien cómo definirlo. A veces un disco tiene una onda y podés ponerle un nombre que la englobe. Grabaciones encontradas, por ejemplo. Pero como eso no aparecía, terminó llamándose Es, que es un nombre corto y muy común, pero que genera un montón de pensamientos.
–Es cierto.
–Bueno, fue de pedo (risas). Como todo lo que hago.

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Gillespi está más cuidadoso con la tele, porque lo marea.
 
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