EL PAíS › DESAIRE DE LOS INTENDENTES AL GOBERNADOR DURANTE UN ACTO
Los intendentes ni lo saludan a Solá
En la entrega de diplomas a los intendentes electos, Quindimil, con estrépito, se negó a saludar a Solá. Y hubo más. Las razones.
Por Martín Piqué
Manuel Quindimil se habrá sentido, por un momento, Diego Maradona en el Mundial de Italia. Aquella noche en el estadio olímpico de Roma, el capitán argentino ignoró al presidente de la FIFA, Joao Havelange, con una de sus gambetas eternas. Havelange se quedó con el saludo del jugador, que protestaba por el arbitraje del mexicano Edgardo Codesal. Como aquel gesto de Diego, el intendente de Lanús dejó plantado al gobernador Felipe Solá en el Teatro Argentino de La Plata. Fue ayer al mediodía, en la entrega de diplomas a los intendentes electos, y no pareció para nada un gesto improvisado. Quindimil es el presidente del PJ bonaerense. “Para mí no significó nada. No le doy importancia al tema”, contestó Solá cuando le preguntaron por el desplante. Pero no fue el único.
Quindimil subió a recibir su certificado de manos del presidente de la Cámara Electoral. Pasó por un costado de Solá, y luego enfiló derecho para la salida sin siquiera mirarlo. Entonces se pararon unas 150 personas y se fueron detrás de Quindimil, dejando un espacio vacío en la sala. “Manolo, Manolo”, cantaban algunos mientras se retiraban del lugar. El gobernador –que estaba en la segunda fila de asientos– no habría alcanzado a ver el incidente con claridad, según contaron a Página/12 varios de sus allegados presentes en el acto. Quindimil, en tanto, arengaba a sus simpatizantes a medida que se alejaba del escenario.
Pero el desplante del intendente de Lanús no fue el único de la ceremonia. Otros duhaldistas como Hugo Curto (Tres de Febrero), Julio Pereyra (Florencio Varela) y Alberto Descalzo (Ituzaingó) –con quienes hasta hace poco Solá tenía una relación normal– se fueron apenas recibieron sus diplomas, sin hacerse cargo de que el gobernador haría un discurso. Eso sí, antes los tres intendentes habían saludado a Solá en una exhibición de diplomacia. “Me voy porque me esperan a las 13 en mi distrito para trabajar”, argumentó Curto cuando se retiraba del acto. Palabras idénticas usó Descalzo, mientras que Pereyra dijo que es costumbre que los intendentes se retiren tras recibir su diploma.
“No sabíamos que iba a estar el gobernador. No había protocolo, si hubiéramos sabido, nos quedábamos”, explicó luego Pereyra en diálogo con Página/12. Sin embargo, el episodio llamó la atención, como también sorprendió el hecho de que Quindimil fuera a la ceremonia con tantos militantes –Pereyra también llevó muchos simpatizantes– para luego retirarse en masa, armando un cuasi-escrache ante el propio gobernador. En público, los funcionarios encolumnados con Solá le restaron importancia al incidente. Lo mismo hizo un ex ministro nacional, de total confianza con Duhalde, que habló con este diario. Pero en confianza, nadie negó que el hecho demostró hasta dónde llegó la tensión entre Solá y el duhaldismo. “Hay un desencuentro”, reconoció el ministro, de pasado sindicalista.
Una frase del ex comisario Edgardo Mastrandea podría resumir la situación. “Se vienen momentos muy difíciles para los que vivimos en la provincia de Buenos Aires en general y para el gobernador en particular”, pronosticó. Para los duhaldistas, el panorama lo complicó el propio Solá con los nombres que eligió para secundarlo en la gestión. En La Plata, algunos suspicaces decían que el desplante de Quindimil podría interpretarse como una factura. “Los muchachos no están muy contentos con el gabinete que armó Felipe –reconoció a Página/12 el ministro ya citado–. Pero no hubiesen hecho un gesto de este tipo.”
Que la situación está más tensa que nunca, ya no hay dudas. En el conurbano, los intendentes sienten que han sido discriminados. Cerca de Solá, advierten que la escalada podría poner en riesgo la gobernabilidad de la provincia. En el enfrentamiento se suman antipatías personales, como la que separa a Quindimil de Solá (que suele hablar de los “dinosaurios”) y un enojo terrible de Curto, que sospecha que en la Provincia tienen información que involucraría a su hijo. Por ahora, el único respiro de Solá es el apoyo de la Nación, cada vez más manifiesto. “Me pareció bien la designación (de Raúl Rivara, nuevo ministro de Seguridad), en tanto y en cuanto es alguien de la confianza del gobernador”, aprobó ayer el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.