ESPECTáCULOS
“Queremos hacer una televisión para espectadores muy activos”
El nuevo Canal Ciudad Abierta, presentado ayer, tendrá diez ciclos documentales que “redefinen el concepto de TV estatal”.
Por Julián Gorodischer
El Canal Ciudad Abierta del gobierno porteño tendrá, desde el próximo 2 de agosto, diez novedosos formatos de programa documental, que se agregan a la transmisión en continuado de registros urbanos. Ayer, en la Dirección de Museos porteña, se presentaron relatos privados de consorcio (en Propiedad horizontal), una breve road movie urbana (en La vuelta al perro) y la polémica de un intelectual consigo mismo (en El helecho), entre otras creaciones que se suman al Canal de la Ciudad para reformular ciertas creencias sobre TV oficial. Según sus directores, Mariano Cohn y Gastón Duprat, “un canal estatal no depende de las demandas del mercado, y por eso puede ser creativo en vez de un reflejo deformado de la televisión más decadente”. Ciudad Abierta se apasiona por las vidas privadas, es un voyeur confeso pero mucho más respetuoso que su precursor Televisión Abierta (por América, en 2000), y transgrede un orden natural de la TV, anulando el estudio, volcándose a las calles y los livings, revalorizando el tiempo muerto y elevando lo doméstico a categoría existencial. Todo nacido de un diagnóstico feroz de la dupla Cohn/Duprat (“Casi toda la TV atrasa...”) y una decisión posterior: “Desplegar una poética audiovisual”. En el flamante formato de Propiedad horizontal, la cámara se infiltra en un edificio de departamentos, recorre los pasillos, visita a la portera y nunca emite juicios: los vecinos se presentan y van conformando una historia de ribetes cómicos cuya esencia es previa a la era reality. ¿Qué hay detrás de cada ventanita encendida? Para cada universo privado, se renuevan el encierro, la repetición y el cotilleo, pero expuestos sin la ironía de otros trabajos de la dupla como Televisión Abierta o Enciclopedia. “La cámara es siempre afectiva con la gente”, dijo Duprat. “Los invitamos a jugar con nosotros utilizando los recursos expresivos, la edición del material y el acercamiento de la lente para lograr respeto, simpatía y afecto.” Para el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, “Ciudad Abierta está reflejando la vida cotidiana, nuestra cultura y las emociones de lo que pasa en Buenos Aires, con una estética distinta y un planteo económico de muy pocos recursos”. Hay un convenio con Brasil y Uruguay, por el cual se establece un “banco común” de programaciones culturales, lo que permitiría intercambiar contenidos con los canales oficiales de esos países.
El programa Alguien suma más historias de vecinos, pero esta vez a solas: un hombre es filmado durante todo un día y luego cuenta la experiencia frente al monitor, con la posibilidad de adelantar, borrar, pausar. El tipo puede narrarse a sí mismo para una autobiografía de un solo día, en las antípodas del reality show: aquí el manejo de la propia imagen neutraliza la invasión. Con La vuelta al perro se completa el grupo de programas con personas comunes: es un retrato de jóvenes en busca de diversión que salen en auto por la ciudad y comentan lo que ven, como embarcados en la lógica del viaje pero a la vuelta de la esquina.
En el bloque de ciclos con famosos, El helecho permite a un intelectual (Horacio González, Germán García, entre otros) debatir consigo mismo gracias a un truco de la edición: el tipo aparece en el primer plano y también de fondo en un diálogo que pone en crisis su propia palabra autorizada. Yo yo es un autorretrato de artista, en el que se exponen gustos, ideas, hábitos con un énfasis en lo formal, dejando que cada cual defina con su propia estética (el dandysmo de Sergio Pángaro, para empezar) la estética del programa. Y El tachero invita a los famosos a un viaje ficcional a bordo de un taxi conducido por Iván Romanelli (ex gordo Liberosky) para parodiar el ecosistema de lugares comunes de la conversación (sobre política, seguridad y derivados).
Un último grupo de programas propone una vidriera para la producción experimental de jóvenes e inéditos. En Caja boba y Pantalla Abierta, la tele es copada por videos y música electrónica que todavía no encontraronvías para difundirse. Flash hace lo propio pero con la imagen personal: fotos de televidentes comentadas en vivo por los conductores Federico Novick y Alberto Farina, como un par de Beavis and Butthead pero en off. Para completar, Perdido en Buenos Aires es el paseo de un turista por barrios emblemáticos de la ciudad, en versión remozada del Planeta invisible que la dupla produjo en MuchMusic, con la conducción de un ciego. A los programas se suma un cambio de diseño para la información de servicios y oferta cultural. Pero, en todos los casos, la pregunta es siempre la misma y de amplio alcance: ¿cómo volver extraño lo habitual?