ESPECTáCULOS › REPORTAJE A ALFREDO ALCON, QUE HOY COMIENZA UNA
PARTICIPACION ESPECIAL EN LOCAS DE AMOR, POR CANAL 13
“Yo no tengo ningún prejuicio con la televisión”
Junto a Damián De Santo y Patricio Contreras, integrará un trío de locos que vivirá una experiencia similar al trío protagónico. “Adrián Suar me mima demasiado”, dice Alcón.
Por Emanuel Respighi
No bien este cronista y Alfredo Alcón intercambian los saludos de rigor, el actor se explaya largamente sobre una situación que le quita el sueño. “Mañana (por el viernes pasado) me tengo que levantar a las 5 de la mañana, porque empezamos con la gira de El gran regreso por el interior del país. Hago la entrevista y me voy a dormir”, arremete, en forma de queja. La situación no sería tan extraña si no fuera porque son las seis de la tarde y Alcón no puede dejar de hablar de otro tema. “Voy a tener que tomarme un cuarto de Lexotanil para poder dormirme a esta hora”, continúa, en el comienzo de una charla que durante los primeros minutos es asaltada por un extenso monólogo en el que el actor explica el problema que significa para la gente de teatro levantarse antes de las 10 de la mañana. Hasta que de pronto, como una revelación divina, el actor cae a cuenta de que el motivo del reportaje era otro y no sus problemas de insomnio. “No sé por qué te cuento esto, pero es que no puedo pensar en otra cosa. Como no estoy acostumbrado ni a acostarme tan temprano ni a levantarme tan de madrugada, entonces creo que todo el mundo tiene que estar interesado en ese tema”, se excusa, con respeto, mientras se ríe de su propia obsesión.
Después del aluvión catártico inicial, todo vuelve a la normalidad: el monólogo le cede paso a la entrevista. La excusa de la charla es la participación especial del actor en Locas de amor, el unitario de Pol-ka que cuenta la historia de Simona, Juana y Eva, las tres pacientes del neuropsiquiátrico que paulatinamente buscan reinsertarse en la sociedad, a partir del novedoso proyecto denominado “casa de convivencia”. En los dos capítulos en los que participará del ciclo del 13 (hoy y el martes próximo, a las 23), el actor interpretará a Gervasio, un esquizofrénico con delirios de grandeza. “Es un personaje muy hermoso, algo delirante, que se cree la reencarnación de Julio César”, apunta. Debido a su diagnóstico, el paciente cae en manos de Martín Uribelarrea (Diego Peretti), quien lo inicia en una casa de convivencia junto a otros dos pacientes masculinos: Víctor (Damián De Santo), un ex agente de bolsa que no puede controlar sus impulsos, y Sánchez (Patricio Contreras), un obsesivo maníaco.
Considerado como el gran actor nacional por buena parte de la crítica y el público, Alcón inició hace unos años una nueva etapa en su larga trayectoria. De interpretar a personajes clásicos de la literatura universal, el actor se animó a ir tomando distancia de esos roles. A partir de su encuentro con Adrián Suar, quien lo produjo en películas como Cohen vs. Rossi, en obras de teatro como El gran regreso y en ciclos de TV como Por el nombre de Dios y Vulnerables, Alcón volvió a asomarse a la televisión. Y ahora estará en Locas de amor, cuya participación se dio casi de casualidad. “En una comida con Suar, le comenté al pasar que me gustaba mucho el programa y que había visto a (Alfredo) Casero en uno de los momentos más hermosos que dio la TV, saliéndose y reinventándose a sí mismo. De ahí salió la idea de que participe del ciclo. Y a los dos días ya me mandaron los libros”, cuenta el actor en diálogo con Página/12.
–Suar no estuvo ni lento ni perezoso. No se iba a perder la posibilidad de tener nuevamente a Alcón en un unitario...
–Sí, pero en realidad me pasó por hablar bien de Casero... Adrián siempre se preocupa para que yo esté bien y contento. Tengo la impresión de que todo lo que ha hecho por mí, como el personaje de Vulnerables o lo que estamos haciendo en el teatro, trasciende la relación laboral habitual entre productor-actor. Está constantemente estimulándome con nuevos proyectos y mimándome demasiado, sin dejar nada librado al azar. Se preocupa hasta si hay una corriente de aire... En lo que a mí respecta, nunca encontré un productor tan atento. No sé cómo hacer para devolverle todo el afecto que tiene conmigo.
–El hecho de que Suar sea un productor masivo de TV y usted tenga una extensa trayectoria como actor clásico, ¿no le plantea alguna contradicción de algún tipo, teniendo en cuenta los prejuicios que existen en el ambiente teatral?
–Yo no tengo esos prejuicios. Hay espectáculos buenos, regulares y malos. Creo que los espectáculos horrorosos no son exclusividad de la TV: también hay obras desastrosas en teatro y en el cine. Esto de reservar para el teatro todo lo maravilloso es una mentira absoluta. Uno ve programas de televisión, tanto de aquí como de afuera, que tienen un cuidado estético, narrativo y visual que demuestran hasta qué punto en la TV se pueden hacer cosas muy hermosas. Sólo es cuestión de proponérselo. En estos momentos, Locas... es uno de esos programas bien realizados. Y en eso tiene mucho que ver Daniel Barone, que ya me dirigió en Vulnerables. Es un director que se pone en función de la historia, siempre está mejorando las actuaciones con las cámaras, no destruyéndolas. Porque uno puede ser un gran actor, pero si no tiene un director capaz al lado, su talento puede perderse. Hay directores que te desfiguran. Barone, en cambio, tiene un olfato delicado para contar una situación dramática.
–¿Qué personaje va a ser en Locas...?
–Entre las muchas cosas que no sé hacer, está contar un personaje. Me cuesta horrores. Es un tipo que se cree que es Julio César, nada menos. Es un personaje muy hermoso, que comienza con un gran delirio. El doctor Martín tratará de curarlo y le propone participar de una casa de convivencia, como el de las chicas. Pero al final, el tipo terminará de decirle al médico que su trabajo es muy bueno, es necesario e imprescindible para curarnos, pero yo estoy mejor como estoy, en mi mundo.
–¿Cuál es su relación con la locura?
–Todos tenemos cosas en nuestro interior de las que mucha gente pensará que tendremos que curarnos. Claro que cada cual defiende su locura... Pero eso es lo que somos: el ser humano es lo que es de acuerdo a sus miserias y a sus virtudes, a sus creaciones y a sus deformaciones imaginarias. Alguien que se refugia en su utopía me parece loable en medio de este mundo sin sueños. El tipo que defiende lo que es, su propia esencia por sobre lo razonablemente correcto, me llena de ternura y de simpatía. Porque lo más conveniente es ser lo más parecido al resto de los mortales. Nada más antinatural: todos somos diferentes y únicos. El respeto por ciertas zonas que los demás pueden considerar locura, y a lo mejor es lo mejor que uno tiene, es necesario para tener mejor vida. Obviamente que el personaje está enfermo.
–¿Ya había interpretado anteriormente a un personaje que transitara el límite con la locura?
–No, nunca. Pero las casualidades hacen que el año que viene haga en teatro Enrique IV, de Luigi Pirandello, que es un tipo que se refugia en la locura para no vivir. Porque la obra habla de un tipo que, por miedo a poseer a una mujer, prefiere refugiarse en la locura, ya que si está con la mujer corre el riesgo de perderla, de que ella deje de quererlo, de que salga dañado de esa relación... Es decir, corre el riesgo de la vida. En cambio, por miedo, Enrique IV se fija en una situación en la que no deja entrar la vida y detiene al tiempo, creyendo que así va a poder salvarse de los males de la vida. ¿Por qué será que ahora me convocan para interpretar este tipo de papeles? ¿Será que cuanto más viejo, más cercano estoy al perfil de “loco”?
–Tanto el personaje de Locas... como el de Enrique IV de la obra de Pirandello no parecerían ser conscientes de su locura...
–El de Enrique sí. Y el de Julio de alguna manera también, porque cuando le dice al médico que lo deje en el estado en que está, le explica que sabe que lo que el doctor hace está bien, pero en la realidad de este mundo no es feliz. En realidad, está eligiendo. O sea: sabe que en alguna zona, como los chicos, él está jugando a lo que realmente quiere ser, aun cuando está llevado a las últimas consecuencias. De alguna manera, son dos locos que conllevan el mensaje de que el ser humano debe aprender a convivir con lo diferente. Hay que dejar de hacer el juicio de “ése está loco”. Al fin y al cabo, visto desde nuestra racionalidad moderna, la gente que ha hecho cosas enormes para la humanidad, en la cima de lo humano, son personas que vistas desde el equilibrio parecieran estar locas. Cuentan cosas de Leonardo Da Vinci que, si eras vecino del edificio, uno se hubiera quejado al consorcio. Lo mismo de Shakespeare, Marlowe o el mismo Che Guevara... Cualquiera que se salga de sí mismo es mal visto. En la Biblia hay una frase que, a mi modo de ver el mundo, es una gran verdad: “Para encontrarse uno tiene que perderse”. Creo que vale la pena perderse, entonces.