ESPECTáCULOS › EN EL BACKSTAGE DE “BOTINES”, EL NUEVO
TANQUE UNITARIO QUE CANAL 13 LANZA EN ABRIL
Para alzarse con el botín de la audiencia
Diego Peretti, Rodrigo de la Serna, Carlos Belloso y Luis Machín son apenas cuatro de los miembros del elenco de Botines, la apuesta fuerte de Pol-ka para salir al ruedo los martes por la noche, en un año en el que la disputa televisiva no tendrá tanda.
Por Emanuel Respighi
El lugar es sombrío y, a contramano de los casi 30 grados de temperatura que se registran en las calles porteñas, se respira aire fresco. Alguna vez fábrica de una reconocida marca de golosinas, el lugar es hoy una enorme mole de cemento abandonado, en el que a simple vista prevalece la mugre. En un piso cubierto por una espesa cantidad de polvo yacen los últimos recuerdos de lo que alguna vez fue un lugar productivo: pedazos de maderas, latas vacías, sillas y mesas derruidas y viejas máquinas que ya no son más que un montón de chatarra se confunden con el paso de alguna que otra rata, que ve invadido su territorio por los cables y los equipos de filmación del que será el primer capítulo de Botines, el nuevo unitario de Pol-ka para Canal 13. La habitual desolación del sótano, entonces, se ve aturdida por el ir y venir de una veintena de productores, técnicos, camarógrafos y actores, quienes trabajan sigilosos y constantes bajo tierra desde hace seis días. “Somos todos como unos topos gigantes”, dispara el actor Carlos Belloso, en un alto de la grabación que presencia Página/12.
Botines es el nombre del ciclo unitario que será una de las apuestas más fuertes del 13 para la temporada que acaba de comenzar (desde la primera semana de abril, en el ya clásico día y horario de emisión del unitario del 13, los martes a las 23). El envío vendrá a ocupar el lugar vacante dejado a finales del año pasado por Locas de amor, aunque con un formato y una temática diferente del ciclo protagonizado por Soledad Villamil, Leticia Brédice y Julieta Díaz. En este caso, Botines contará una serie de 15 historias diferentes, mayoritariamente basadas en robos o estafas que se dieron en la realidad argentina. Escritas por Marcos Carnevale, las historias estarán interpretadas por elencos rotativos (ver aparte).
“La idea era encontrar una propuesta distinta de la que venía ofreciendo la productora”, explica Carnevale a Página/12, que con Botines hace sus primeras armas en el género tras el éxito de Padre coraje. “A partir de una nota periodística que hablaba de los botines más famosos de la Argentina, surgió la idea. Idea que poco a poco fue complejizándose, ya que no sólo nos basaríamos en robos famosos sino también en estafas y en pequeños hechos que han tenido poca relevancia en los medios, pero que son igualmente ricos a la hora de contar una historia.”
Capítulo Nº 1: boqueteros
El primer episodio de Botines se titulará Los cuatro reyes magos y se centrará en contar el famoso e insólito robo al Banco de Crédito Argentino en 1997, ubicado en Callao y Las Heras. El caso tuvo mucha repercusión pública hace algunos años porque los ladrones se llevaron el botín de las cajas de seguridad –alrededor de 25 millones de pesos–, luego de cavar un túnel de más de 40 metros de longitud, que comunicó su aguantadero hasta la bóveda de la institución bancaria. Los barrios de Devoto, Liniers y Villa Urquiza, más algunos bancos del microcentro, fueron las locaciones en las que se grabó el ciclo. Los cuatro ladrones estarán interpretados por un elenco de lujo: Rodrigo de la Serna, Diego Peretti, Carlos Belloso y Luis Machín. Además, Raúl Rizzo y Lito Cruz participarán del envío.
Los cuatro reyes magos narra la historia del robo y de las peripecias que tuvo que sortear la banda de secuaces durante los más de tres meses que trabajaron bajo la tierra. El capítulo se inicia a partir de un flashback que le cuenta el personaje que hace Lito Cruz al que hace Raúl Rizzo, en la mesa de un bar. “La serie va a ser muy heterogénea”, señala Rodrigo de la Serna a Página/12. “Este capítulo –detalla– se centra en la acción, en contar cómo sucedió el robo. Va a ser un capítulo muy interesante porque, si bien se cuenta cómo fue el robo, hay una cosa vincular entre los personajes mientras cavan el túnel que va a atrapar al televidente. Está muy bien contado, con una búsqueda estética interesante.”
De vasta experiencia en los unitarios de Pol-ka, Peretti no duda en afirmar que Botines marcará una bisagra con respecto a la manera en que la empresa de Adrián Suar cuenta las historias. “Lo interesante de Botines –explica el actor– es que se basa en hechos reales y que es un unitario de capítulos únicos que, más allá de que se tratan siempre de robos o estafas, por el universo que abordan van a ser diferentes unos a otros. Y va a correr al unitario hacia un lugar menos melodramático, acercándolo a un género más de thriller, algunos serán muy psicológicos y otros de mayor acción narrativa. En cambio, Locas de amor, Culpables, Vulnerables o Verdad/Consecuencia fueron unitarios intimistas.”
Cuatro topos amigos
sueltos (y sucios)
A diferencia de lo que ocurre en otras producciones televisivas, en el set no hay camarines –apenas un motorhome para todos–, ni siquiera un comedor: uno de los tantos galpones sucios oficia de lugar de almuerzo. Tampoco se ve a las maquilladoras con los potes de crema que embellecen rostros y ocultan imperfecciones. “Esto es un poco más divertido”, dice María, una de las dos maquilladoras, sin ocultar una sonrisa. No es para menos: su función se limita a la ardua tarea de ensuciar el cuerpo y la ropa de los actores con barro. Y no se trata de ningún tipo de “barro artificial”, sino del más puro barro sacado de una de las tantas zanjas de Buenos Aires.
Cuesta verlo a Peretti alejado de la elegancia y pulcritud con la que se lo vio en sus últimas incursiones televisivas, ya sea en Culpables, Los simuladores o en Locas de amor. Ahora está bañado en barro, sucio y con la barba crecida de varios días. Sacrificio que tuvo que hacer para la composición de “el Tano”, el ingeniero de la banda de secuaces. “Muchas opciones no tengo: es un ladrón que, encima, está debajo de la tierra”, dice quien vuelve al policial televisivo tras su papel en Poliladron. “Si vos te quejás, ¿qué me queda a mí, entonces?”, lo increpa De la Serna, con el cuerpo completamente embadurnado de barro fresco, gracias a la labor de las maquilladoras, que van y vienen de la locación con pequeños tachos de agua y tierra. “Y pensá que hay gente que se va al exterior y paga fortunas por bañarse en barro...”, dice, entre molesto e incrédulo. “Pero de vez en cuando es divertido ensuciarse como cuando uno era chico”, atemporiza Machín.
El clima de grabación es distendido. Entre y toma priman las cargadas entre los actores y productores. Tampoco falta quien aprovecha el tiempo muerto para mantener su físico, haciendo algunas flexiones de brazos (Peretti). Belloso detalla que el hecho de que se conozca previamente con los demás actores ayudó a sortear con mejor ánimo el obstáculo de la mugre con la que tuvieron que convivir durante los seis días de grabación. “Son todos amigos. Con Peretti trabajé en varios programas, con Machín hice Felicidades, con Rodrigo, Sol negro. Hasta Nisco fue el director de RRDT. No hay problemas de cartel ni de mujeres, que suelen ser los peores”, reconoce, un tanto en serio y otro tanto en broma.
De la emoción al equilibrio
El sótano de la ex fábrica está apenas iluminado por algunos reflectores y los rayos de sol que se filtran por los vidrios rotos de las ventanas. A un costado, Diego Peretti y Belloso discuten con Jorge Nisco (director del capítulo) la próxima escena, una de las más difíciles de lograr por la gran cantidad de miradas que se deben dispensar los actores y que las cámaras deben tomar en un espacio físico reducido. Los actores dudan de la posibilidad de que se pueda llevar a cabo. “Si no funciona, yo lo edito. Pero probemos a ver qué pasa”, propone Nisco, y todos aceptan. La escena se ensaya una vez y se filma. “Buena”, grita Nisco desde la improvisada sala de control. Todos contentos. “Pero sólo dijo ‘buena’ –apunta un productor–. Hace un par de días que ya no se emociona.”
Pese al declive en el entusiasmo que se vislumbra en el último día de la grabación, las ganas de que todo salga bien terminan venciendo al cansancio. De hecho, inmediatamente después de grabar cada escena, los actores corren a la improvisada sala de control a visualizar las imágenes y dar el OK definitivo. En ese juego de supervisores iniciáticos sobresale la figura de Peretti, que no deja de hacer notar su vasta experiencia en los unitarios de Pol-ka (Culpables, Locas de amor), dando indicaciones, tirando ideas y charlando activamente con el director. “Estoy al tanto de cada una de las patas de la producción porque me fascina estar activo”, se justifica el actor. “A mí me encanta entender bien las escenas, saber qué es lo que tenemos que transmitir. La verdad es que les hincho las pelotas bastante a Nisco y a los demás actores. Pero, como los conozco, me dan el espacio para poder hablarles, si no, ya me hubieran callado de un golpe”, bromea Peretti, guión en mano.
“Trabajamos con mucha soltura y comodidad, como si realmente fuéramos una aceitada banda de ladrones”, ironiza Machín, completamente cubierto de polvo, desde dentro del túnel de 60 centímetros de diámetro y 25 metros de largo diseñado por la producción. Justamente el túnel, que simula al que construyeron bajo tierra los ladrones para asaltar el banco, es uno de los decorados donde mayor parte del tiempo tuvieron que estar los actores. Una tarea ardua y complicada, dada las dimensiones del (falso) boquete. “Estar acá encerrado te turba un poco la cabeza”, dice Belloso. “Aunque la mía, nobleza obliga, ya está bastante turbada”, reconoce. Y todos asienten sin dudarlo, cual banda de secuaces.