ESPECTáCULOS › “LA ERA DEL HIELO”, DIBUJO ANIMADO DE LA FOX
Una familia muy particular
Reciclando temas del viejo Hollywood, entre ellos un western de John Ford, esta peregrinación de tres animales prehistóricos a cargo de un bebé no derrocha originalidad, pero tiene simpatía.
Por Martín Pérez
Una ardilla corre abrazando una bellota. Sus ojos saltones parecen asustados. O tal vez sólo esté apurada. La ardilla corre sobre el hielo, husmeando aquí, hurgando allá. Quiere hacer lo que siempre ha hecho, que es esconder su alimento, resguardándolo para cuando más lo necesite. Pero el hielo no es el mejor refugio para guardar nada. Principalmente porque es muy, pero muy difícil enterrar algo en él. Algo que se está enterando la ardilla, que corre y corre hasta dar con el sitio apropiado. Parece que finalmente logrará su cometido, y la ardilla está feliz. Pero no le durará mucho esa felicidad. Porque su intento de enterrar su bellota en el hielo apenas si le hace un rasguño a la vasta superficie congelada que la rodea. Un rasguño que se hará grieta hasta perderse en el horizonte y ser responsable de una terrible alud del que la espantadísima ardilla escapará por los pelos. Y con su bellota. Sólo para ser aplastada por una interminable caravana de enormes animales huyendo del hielo.
Ambientada unos 20 mil años en el pasado, La era del hielo es un film realmente viejo. Pero lo es porque su historia y la forma de contarla no tienen absolutamente nada de original. Sus protagonistas son un mamut, empecinado a caminar hacia en hielo en vez de huir de él. A su marcha en sentido contrario se sumará un perezoso, que ha perdido a su manada y terminará acompañando al buen mamut. Mientras el gran mamut es callado y de pocas pulgas, el pequeño perezoso es terriblemente parlanchín. Y tonto. Viene a ser lo que se llama el comic relief del dúo. O sea, el que hace los chistes. Y hace su trabajo de manera tan evidente, que resulta aún más tonto. Este dúo perdido en el hielo del que todos huyen –al que se le sumará un tigre dientes de sable, de dudosas intenciones– se topará con un cachorro de hombre. Y se pasará el resto del film tratando de devolverlo a sus padres.
Poco hay de original en una trama que, ya cuando fue utilizada por John Ford en su film Tres padrinos (1948), protagonizado por John Wayne, era una remake de una película muda de William Wyler. Pero si a esto se le suma las inevitables comparaciones de La era del hielo con predecesores animados digitalmente como Shrek e incluso Monsters, está claro que el film de Wedge y Saldaña pierde en la comparación. Al punto que lo único que lo diferencia de aquellos es la presencia muda de aquella ardilla, que llamó la atención desde los avances del film. Y que, cada vez que aparece en escena durante el mismo, parece estar demostrando el camino. Algo que también sucede cuando el peregrinar del mamut, perezoso y compañía altere su devenir para toparse con desvíos delirantes, como la dedicada a su versión de los por qué de la extinción de los Pájaros Dodó, uno de los mejores momentos del film.
La curiosa manada de La era del hielo presenta una suerte de familia alternativa, integrada por un bebé a cargode las más inesperadas niñeras. A sus brazos llega luego de la desaparición —casi literal— de su madre, y hacia su solitario padre es que la manada lo conducirá, a pesar de que cuando crezca seguramente se dedicará a cazarlos sin piedad. Simpática a pesar de su poca originalidad, el diseño y los dibujos de La era del hielo terminan imponiéndose, y sus personajes son capaces de ganarse a pesar de todo el cariño del espectador. Sin embargo, cada aparición de la histérica ardilla no hace más que recordar todo lo que no ofrece La era del hielo. Al menos lo que no ofrece que no se haya visto antes. Además del hielo, claro.