ESPECTáCULOS › LOS PLANES DEL CONSERVATORIO MANUEL DE FALLA
“Un docente debe ser músico”
El pianista Claudio Espector es el nuevo director del Conservatorio Manuel de Falla.
Aquí define la idea que guía sus acciones.
Por Diego Fischerman
La pregunta podría parecer caprichosa y, sin embargo, no lo es. ¿Para qué sirve el Conservatorio de Música? ¿Para ayudar a los jóvenes a que se expresen? ¿Para posibilitar a los estudiantes un contacto gratificante con el hacer musical? ¿O para formar músicos profesionales? El nuevo director del Conservatorio Manuel de Falla, el pianista Claudio Espector, no tiene ninguna duda: “Existe un condicionamiento que está dado por la propia historia como estudiante y por la formación que uno recibió, en este caso en este mismo conservatorio. Como director, lo que quiero lograr es que existan los mecanismos para que quienes estudian aquí puedan llegar a ser buenos músicos profesionales. Esto significa, entre otras cosas, modificar una idea muy fuerte, de que la educación pública, en lo musical, no puede destinar el tiempo suficiente para que esos objetivos se consigan”.
Varias de las cosas que lo preocupaban desde que estudiaba allí y, más adelante, como profesor, tenían que ver con la observación de que en el Conservatorio se hacía muy poca música: no había orquestas que funcionaran, no había grupos de cámara y, por supuesto, había muy pocos conciertos. No se trataba sólo de que los alumnos no tocaran. Tampoco lo hacían los profesores. El concurso para grupos de cámara realizado los pasados 3 y 4 de este mes, el festival de guitarras del Conservatorio, que se llevará adelante los próximos 30 de este mes y sábado 3 de agosto, la selección del representante argentino al Concurso y Festival Internacional de Piano “Ignacio Cervantes”, a desarrollarse en febrero de 2003 en La Habana, Cuba, en colaboración con la Compañía Cubana de Aviación y la Orquesta Académica del Teatro Colón, sumados a hechos como la participación de grupos de alumnos en conciertos realizados en la pasada Feria del Libro o las presentaciones conjuntas de alumnos y profesores estrenando obras de unos y otros son apenas algunas de las actividades que marcan este rumbo.
Egresado de este mismo conservatorio y con una maestría del Conservatorio “Tchaikovsky” de Moscú, donde se perfeccionó con Galina Eguiazarova y Vladimir Bunin, Espector cree que “es un error suponer que si se cede en la exigencia los alumnos están más contentos; para que tenga sentido una institución de esta índole. sostenida por el Estado, tiene que poder lograrse que aquí se formen músicos de primer nivel. Hay relatos, por ejemplo, de que cuando Ljerko Spiller, que estaba en una de las instituciones musicales importantes, puso algunas condiciones para su trabajo, se las rechazaron porque `en el ministerio no las iban a aceptar’. Hay una contradicción que cruza la historia de la enseñanza musical en este país y es la que existe entre la formación profesional y la actividad vocacional. La otra dicotomía es la que existe entre la posibilidad de ser docente y la de ser músico. Una situación agravada en la actualidad como consecuencia de las exigencias de carga horaria que impone el Plan Federal de Educación. Creo que un docente de música debe ser músico. No puede ser que para poder enseñar haya tenido que dejar de hacer música porque no hay mejor enseñanza para un estudiante que ver a su maestro hacer profesionalmente aquello que le está enseñando”.